7

2.7K 220 11
                                    

Sesenta días después.


Salgo del ascensor en dirección a las puertas giratorias, Pete me espera hoy, lo que significa que Trevor está en Londres. Lo sabía porque cada vez que Trevor estaba en la ciudad, Pete me llevaba a las citas con la doctora. Pero cuando Trevor salía de la ciudad, se llevaba a Pete y me dejaba con Chester.

—Señora Hodgson, buenas tardes — Me saluda, yo le sonrío.

—Hola, Pete — Digo feliz, él ya tiene la puerta abierta para mí, me deslizo dentro del auto y choco mi cuerpo con el duro y musculoso cuerpo de mi esposo.

Trevor está hablando por teléfono, pero todo su cuerpo está tenso. Meto la pierna que falta y le doy una mirada de advertencia a Pete, que ya está cerrando la puerta con una sonrisa. Si no fuera porque me cayera bien, le diría algunas cosas. Era una emboscada.

Me acerco a la puerta, para alejarme de Trevor lo mejor que puedo. Sin éxito, él pasa su tableta a mi regazo, obligándome a bajar la vista.

Una de foto de Charlotthe y mía en el pub anoche. Yo no estaba tomando alcohol, estaba tomando una piña colada sin alcohol y Lottie igual, lo juro.

No es la foto que lo que le molesta, es el título.

La escritora Rosalie Hodgson de la Rosa se ha fotografiado éstos últimos dos meses sin compañía masculina ¿La princesa ya no tiene su corona?

Aprieto los dientes y le pongo la Tablet en su regazo. Los periodistas no se detendrían por nada del mundo hasta obtener algo personal y genuino de nosotros como pareja.

—Si, lo sé. Me dirijo ahí en éste momento — Le dice a su interlocutor, desliza el dedo en la pantalla de la tableta y me la vuelve a pasar.

Yo también veía las noticias, solo que no le daba la importancia que él le da. Me daba muy igual lo que la gente tuviera que decir de nuestra relación. Trevor y yo estábamos teniendo un descanso el uno del otro. Y estábamos bien con eso. Creo.

El anuncio de que nuestro matrimonio podría haber sido "anulado" por una infidelidad hace que me den ganas de vomitar. Trevor desliza, una y otra vez, mostrándome los titulares de la prensa en dónde él está solo, yo estoy sola. Y en donde los autores resaltan < Separación, Divorcio, Infidelidad, Maltrato y Publicidad >

Cierro los anuncios y coloco la tableta en medio de nosotros dos. No quiero seguir leyendo eso. Solo me causan arcadas. Solamente Trevor y yo sabíamos lo que estaba pasando entre nosotros.

—Hablaremos cuando llegue — Se despidió y guardó el teléfono en el bolsillo — ¿Cómo te sientes?

Excitada. No quise mirar directo a su cara, sabía que me sonrojaría. Así que miré por la ventana. Si le miraba a los ojos me sonrojaría y él notaría mi debilidad.

—Bien — Solté. Me alegré al escucharme. No me sentía nerviosa, en absoluto. Nada más me sudaban las manos.
—Te ves bien — Dijo en voz baja.

Yo asentí y me aclaré la garganta cuando sentí que se acercaba.

— ¿No me has extrañado? — Pregunta tan pero tan cerca de mi oído que me produce cosquillas, encogí mi hombro por inercia, el vello se me erizó.

Me pasé las manos por la piel cubierta por el abrigo y lo encaré.

Dios... mío.

Trevor arqueaba una ceja, tan malditamente engreído como siempre. Sus zafiros me miraban de arriba a abajo, a la misma que se relamía los labios frente a mi atenta mirada. Llevaba un traje sin el saco, tan solo la camisa de botones, el chaleco y la corbata.

Encuéntrame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora