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Rosalie

Desperté tan adolorida que apenas y pude ponerme de pie, ya que caí de rodillas en el piso alfombrado. Trevor me cargó hasta el baño, me preparó la bañera mientras yo usaba el inodoro y luego me cargó, colocándome dentro de la bañera.

La esencia de rosas me hizo gemir, más el agua fría. Que necesitaba con urgencia.

Sentía calambres en las pantorrillas.

Trevor lavó mi cabello con la ducha manual y después, me lavó a mí.

Mientras el agua de la bañera caía retirándome el jabón, él se dio una ducha a unos pocos metros de distancia, mostrándome su culo la mayor parte del tiempo.

Cuando él estaba con una toalla amarrada a la cintura, yo estaba poniéndome de pie, y él cubriéndome el cuerpo con una bata de baño.

—Voy a prepararte algo para picar, pero debes dormir un poco más — Dijo en mi oído, dejándome en la cama. Besó mi sien y me dejó ahí en la cama.

Suspiré.

Cuando abrió la puerta de la habitación, ya nuestro querido amigo estaba escabulléndose dentro.

Aspen saltó a la cama en donde me encontraba y comenzó a lamerme con emoción, yo reí, abrazándolo.

—Yo también te extrañé — Le saludé, mientras veía como Trevor desaparecía.

Por fin, despierta y no excitada, pude observar la habitación en la que nos hospedábamos.

De más estaba decir que la habitación era demasiado lujosa. Ya que ningún lugar en donde Trevor se hospedaba era horrible, la habitación en la que nos encontrábamos era exageradamente amplia.

El ventanal estaba abierto en la parte superior, así que podía ver como más estrellas adornaban el cielo.

No sabía la hora que era, pero parecía ser de madrugada.

Aspen bostezó y se acomodó a los pies de la cama, cerrando sus ojos caninos. Yo me puse de pie y caminé a través de la habitación hasta el ventanal.

La habitación tenía además de una cama demasiado espaciosa, un juego de sofás, y dos TV. Una frente a la cama, empotrada en la pared. Y otra frente a los sofás, en suspensión.

Tenía lo que ya yo sabía un vestidor, seguro repleto de ropa de Trevor y mía. Aún había personas merodeando en la isla, alrededor del complejo turístico de HBGH.

Estábamos al parecer en la última planta, ya que veía a las personas como hormigas.

La brisa nocturna comenzó a secarme el cabello y casi sonreí cuando unas manos acariciaron mi cuerpo por encima de la bata.

—Trevor — Susurré, él besó mi mejilla, apretándome contra su pecho.

—Estás tan hermosa aquí parada — Dijo con voz ronca — Me pones duro, cielo. Y he perdido la cuenta de las veces que he llenado tu interior.

Me sonrojé, y gracias a Dios él no podía verme.

Coloqué mis manos sobre las de él y suspiré.

¿Cómo podía explicarle lo que sentía? ¿Cuáles eran las mejores palabras para decirse en momentos como éstos?

—Te traje sándwiches — Dijo relajado — Y zumo, será suficiente hasta que mañana cuando amanezca, pidamos algo decente.

Yo sonreí y asentí.

Encuéntrame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora