Con un suspiro se tira sobre la cama y sonríe moviendo sus piernas y sus brazos como si de nieve se trataran.
—Odio tanto los hoteles. —dice riendo—. Extrañe tanto esta cama.
—Qué envidia. —arrugo la nariz.
—Jamás como a ti. —dice mirándome. Me acero a la cama y me cruzo de brazos—. Ven aquí, por favor. —Me acuesto a su lado y me rodea con su brazos—. No extrañaría nada más que a ti, tus besos, tus maneras…
—Por favor. —interrumpo riendo. El también lo hace.
—Quiero decirte algo. —digo luego de varios segundos.
—Humm…
—Quiero que vengas conmigo a Los Ángeles. —sonrío.
—Iba a pedirte lo mismo. —frunce el ceño.
— ¿en serio? —frunzo el ceño. ¿Por qué?
—Pero mi madre y Gemma vendrán. —recuerda—. Quiero que estés aquí.
—Y voy a estar. —Asiento—. Para las fiestas podemos ir a Los Ángeles, me interesa que conozcas a mi padre.
— ¿Debo estar asustado?
—Un poco. —admito.
—Iremos a Los Ángeles para las fiestas. —asiente—. Pero ahora solo me apetece disfrutar de mi novia. —Saca el polo que lleva puesto y desabrocha sus pantalones al mismo tiempo en que yo saco mi vestido—. Como adoro este conjunto. —dice jugando con el borde de mis bragas.
Suelto una risa y me recuesto sobre su pecho buscando sus labios. En un movimiento ágil lleva sus manos a mi espalda y como si estuviera entrenado para esto y suelta brevemente mi sostén. Sonrío negando sobre sus labios.
—Marie va a venir por la noche. —digo entre beso.
—Por mí no hay problema pero sé que te resulta incomodo que estemos así con alguien más en casa. —sonríe—. Pero de verdad necesito a mi novia. —frunce los labios en un puchero y es el gesto más tierno que lo he visto hacer.
Me es imposible decirle que no asique me deshago de mis bragas y sonrío frotando su erección ya creciente sobre los bóxers delgados.
—Joder, Madison. —suelta un gemido ronco y sonrío satisfecha. Me encanta hacerle sentir tan vulnerable.
Sin esperar tira de sus bóxers hacia abajo y se introduce en mí desesperadamente. Suelto un pequeño gemido y cierro los ojos con fuerza. ¡Sí que lo extrañaba!
—Nunca nadie me va a hacer sentir como tú. —dice sonriéndome mientras sus embestidas se hacen mas rápidas.
—Te amo, Harry. —casi grito y sonrío por lo débil que estoy ante sus ojos.
—Te amo, Madison Brown. —asiente divertido y busca mis labios rápidamente para besarme—. Y me da el placer de decirte que a pesar de Anne, Gemma y Marie. Tú eres la mujer de mi vida. —dice sonriente.
Entierro la cabeza en su cuello mientras sus embestidas aumentan cada vez más. No sé qué decirle por eso me escondo y espero hasta liberarme cuando dos minutos después el me llena de él. El también es el hombre de mi vida. Es el amor de mi vida.
