Cap. 57

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Roger.

Por más que le había implorado, rogado y pedido a Dios para que Norma cambiara de opinión sobre ir a la fiesta, no se cumplió y me arrastró con ella. Así era, estábamos justo en la fiesta, en donde las bocinas estaban a punto de reventar de lo fuertísimo que estaba la música. Las personas se besaban entre sí sin importar el género que eran, el olor a alcohol inundaba toda la casa gigante, las muchachas cada vez tenían menos y menos ropa...en fin, era un desastre y más por todo el piso lleno de vidrios rotos y bebidas por tantos vasos que se habían caído. Era definitivamente, una pesadilla.

Por si fuera poco, Norma quería conquistar a quienquiera que se cruzara por el camino. Llevaba un micro-mini vestido de color blanco y unos tacones tan altos que le realzaban las piernas de una manera exquisita. Exageró su maquillaje poniéndose mucho labial de color rojo y delineándonse los ojos tipo gato junto con pestañas postizas de payaso. Para un toque más sensual, dejó su cabello lacio y suelto para que se moviera con el viento o cada vez que ella volteara a ver a alguien. Para mi peor suerte, ella decidió vestirme a mí con una camiseta blanca de manga larga, enmangándomela hasta los codos y unos pantalones pegados de color azul oscuro. Me engominó el cabello hacia atrás y me bañó en un perfume que ella juraba que tenía algún hechizante para mujeres u hombres gay. Me puso un reloj gigante en la muñeca y antes de dejarme listo, me desabrochó los primeros tres botones de mi camiseta, dejando al aire libre mi pecho. Después de cambiarnos, ella tomó un taxi directo a la casa de la irlandesa que por supuesto, tenía los peores presentimientos...pero intenté ignorar mis malos pensamientos y enfocarme en que tal vez, no era una terrible idea después de todo.

-Norma- la llamé. Estaba sentada en un sofá con un chico que se llamaba Mathew y que según eso, era modelo. Ambos estaban pegados el uno con el otro y la mano de mi amiga reposaba en el pecho del disque modelo.

-¿Qué pasó?- volteó por encima de su hombro para verme y sus ojos estaban oscurecidos de lujuria. Se quería echar a ese chico y sabía que lo lograría por la forma en la que él la miraba a ella- ¿Te la estás pasando bien?

No le podía decir que no porque me tacharía de aguafiestas...pero realmente no podía seguir ahí. Mi cabeza estaba a punto de explotar de tanta frustración por los pensamientos de qué haría Jessica cuando no nos viera en el hotel...o más bien, ¿regresaría al hotel?

-Si pero no crees que es un poco tarde –pregunté con pena.

Ella soltó una carcajada amarga y con un gesto de mano, le restó importancia.

-A nadie le importa –confirmó –si a alguien le hubiese importado, ya nos hubieran buscado, ¿no?

Intenté calmarme y no entrar en pánico. Cada minuto que pasaba, más perdía a mi amiga y más se la devoraban los irlandeses. Quería rescatarla pero ella se negaba a ser rescatada.

-Tienes razón, pero...

-Pero nada –una voz proveniente de mi espalda me sacó un susto y más cuando me di cuenta de que se trataba de la irlandesa regaladora de ovejas –relájate y diviértete, niño.

Sonrió con seducción. Se comenzó a acercar a mí y cuando estuvo lo suficientemente cerca, el olor a alcohol combinado con saliva de otras personas, me hizo esquivarla y evitarla.

-Iré por una bebida –dije asustado y ella me agarró la muñeca para pararme.

-No, aquí tengo yo una bebida para ti –hasta ese momento me di cuenta de que estaba hablando como típica borracha –lo preparé para ti y venía para dártelo.

Roger, Bunny RogerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora