Cap. 54

2.1K 129 5
                                    

Jessica.

Golpe, patada, codazo, patada, golpe, era todo lo que estaba haciendo en el gimnasio donde la mayoría de los competidores entrenaban. El entrenador de nuestra escuela imploró que me entrenara y desagradablemente se le cumplió. No era que lo odiaba...pero tampoco lo amaba y menos por habernos hecho la vida imposible a mí y a mis amigas antes de que necesitaba urgentemente personas en el equipo de fútbol. Pero al verlo idolatrándome, me suavicé un poco con él.

-Dale con más dureza, Jessica- pidió el entrenador. Claro, como le estaba pegando a otro y no a él.

Le solté un golpe que sonó tan fuerte como un trueno. Aun con toda esa seguridad acolchonada, sabía que le había dolido y lo supe porque cerró los ojos y gimió. Pobre idiota, se notaba que la estaba pasando mal. Él no me había pegado en todo el entrenamiento y no porque respetaba a las mujeres, sino porque no lo dejaba. Siempre que intentaba siquiera levantar la mano, yo le soltaba una patada o un puñetazo. Él intentaba dar su mayor esfuerzo pero lo único que podía lanzarme eran insultos, que por cierto, eran demasiado patéticos como él.

Estábamos jadeando. El chico intentó lanzarme una patada pero la esquivé con fabulosidad. Intentó hacerme una llave pero yo se la revertí y terminamos en el suelo por más de diez segundos. Había ganado. Una vez más de las siete veces rondas que llevábamos.

-¡Eres mi campeona!- el entrenador corrió hacia mí y me abrazo. Obviamente, le gruñí, haciendo que se alejara de mí.

-Lo sé- me quité la guarda y el casco.

-No por nada irás por la medalla de oro, Jessica- me alborotó el cabello.

-Y tú que no quería dejarme entrar al equipo de fútbol...

-¡No lo repitas!- se cubrió los oídos con sus manos- Fui un idiota, no me lo recuerdes siempre. Era un machista de mierda.

Me reí y negué con la cabeza. Fui a la banca por mi agua y me quedé viendo a Lola peleando con todo en la otra mitad del salón. El otro chico le soltaba unas cuantas patadas pero con cada una, ella se enojaba tanto que pegaba con más fuerza. Se tardó unos cinco minutos hasta que lo dejó en el suelo y ella se quedó jadeando asmática.

-Dios, que buen entrenamiento- Se quitó el casco y agitó su cabello- ¿Cómo estarán Betty y Alexis?

-Más les vale que bien- respondí tapando la botella de agua- ¿Quieres ir a verlos?

-Claro- sonrió. Se puso sus sandalias y fuimos primero a las albercas para ver a Alexis clavar con perfección.

Una vez en las albercas, vi la espalda de alguien que totalmente reconocí y que estaba alado del trampolín de los clavados. En cuanto supe de quien se trataba, corrí hacia él y lo abracé por la espalda. Era mi pequeño Roger y nunca me había alegrado tanto de verlo...así sea que llevaba a su espantosa, pero tierna, oveja con él.

-Hola, nene- lo saludé dándole empalagosos besos en el cachete- Hola animalejo- saludé a la pequeña inocente oveja.

Me recordaba tanto al candor que Roger tenía y solamente por eso, la dejé quedarse con nosotros y peleé con garras con los del hotel para que la dejaran dormir con nosotros y que de por sí, le limpiaran.

-¡Hola!- me saludó eufórico, frotando su cachete en mi brazo- Te extrañé.

-¡Yo a ti!- le di un último beso en el cachete y bajé de su espalda. Demasiada dulzura. Volteó a verme y aunque lo intentaba esconder, noté su preocupación.

No entendía porque estaba preocupado hasta que escuché los gritos de maniaca de Norma. Me puse en puntillas y por encima del hombro de Roger, vi que Norma estaba discutiendo con Alexis arriba del trampolín. Alexis intentaba calmarla pero ella se enojaba más y más. Inclusive, llegó a gimotear de lo enojada que estaba. Con los gritos de Norma, sabía que lo estaba regañando por algo de unas chicas y coqueteos y la verdad no supe bien. Yo solamente tenía mente para Roger y al oler su colonia, sentí que me hechizaron. Era tan embriagante su aroma...

-¿Por qué pelean?- pregunté cómo borracha por su olor.

-Fuimos a un restaurante. A Norma le dijeron que si conocía a Alexis y ella respondió que tenía un amorío con él y la señorita le dijo que lo cuidara que porque en los documentales se veía que coqueteaba con unas chicas- Roger se encogió de hombros- Cosas de celos.

Sonreí y me pegué al cuerpo de Roger. El agachó su cara hacia mí y frotamos nuestras narices mientras ambos sonreíamos como unos tontos. Me pregunté desde cuándo éramos tan tórtolos públicamente. De no ser por los tosidos fingidos de Lola a mis espaldas, nos hubiéramos quedado abrazados para toda la vida.

En eso, llegó el chico con el que había estado entrenando. Al ver a Roger, vi el destello en sus ojos de maldad. Se acercó a mí con una fingidísima cara de coqueteo y seducción, como si fuera mi novio o amante.

-¿Cuándo volveremos a entrenar, amada?- preguntó el muy baboso y sentí como la tensión cambió. De caliente, pasó a helada.

-¿Qué carajos? Vuelves a llamarme así y te juro que...

-¿Ya no tendrás sexo conmigo?- hizo pucheros.

Roger tragó saliva. No quería voltear a verlo porque sabía que cara estaba haciendo. Lo sabía porque lo sentía y sabía que si lo veía, me entristecería. No podía ponerme triste, ya que tenía mi competencia demasiado importante y de ello dependía la medalla de oro.

-Cállate ya- rugí y él se aguantó las carcajadas.

-Creo que los dejo solos...-dijo Roger, yéndose.

-No, quédate- lo agarré del brazo, atreviéndome a verlo- te juro, solo quiere irritarte. Lo hace por maldito...

-No, lo que pasa es que Norma y yo aún no acabamos de conocer- sonrió con una fingida sonrisa tensa- Nos vemos.

Se zafó de mi agarre y lo intenté volver a agarrar pero el maltratado tipo con quien entrenaba me tomó de la cintura. Le solté un codazo en el estómago, sacándole todo el aire y me soltó. Corrí hacia Roger pero un sonido estrepitoso del agua, que espantó a Roger y a su animal, me hizo voltear a ver por curiosidad. Era Alexis. Norma lo había lanzado del trampolín. Ándale, no era tan cobarde como creí.

-Nos vamos, Roger- le anunció, jalándolo del antebrazo.

Roger estaba decepcionado de mí y lo notaba por la forma en la que me observaba. Sus ojos ya no se iluminaban y de hecho, sentí que se estaban oscureciendo más y más.

-¡Roger!- intenté abrazarlo pero Norma se interpuso entre los dos. Me miró iracunda como jamás la había visto.

-Nada de Roger, tú tienes que entrenar- miró hacia Alexis en el agua- ustedes tienen que entrenar- dijo con asco amargo.

-Roger- lo llamé viéndolo triste mientras Norma lo jalaba fuera de las albercas.

Volteó por encima de su hombro. Volteó a ver a la maldita muñeca de trapo que estaba golpeando para entrenar y después a mí. Me miró decepcionado, muy decepcionado.

-Entrena, Jessica, lo necesitas- dijo y volteó hacia enfrente, dándome la espalda.

Sentí una rabia hacia el maldito compañero de entrenamiento que lo había hecho encelar. Pero también sentía un frío que se extendía más y más conforme se alejaba mi chico. Lo sentía, sentía cada paso que daba como si lo estuviera viendo con mis propios ojos largándose de mí.

Deseé con todo mi corazón matar al chico que parecía ser tímido pero resultó ser un idiota de primera y también deseé que Roger no se enojara mucho conmigo. Me valía que no me hablara...pero con tal de que no faltara a mi competencia...carajos, él era como mí jodido muleto de la suerte y sin él, me sentía como Sansón sin su cabello: débil. Así que oré como jamás lo había hecho para que Roger, mi pequeño Roger, no se enojara como Norma se enojó con Alexis.

Roger, Bunny RogerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora