capitulo 23

3.6K 250 1
                                    



– ¿Qué? ¿Es en serio? –me quejé a través del teléfono.

–Confía en mí, Emma. Esto puede ser bueno para charlar bien las cosas, lo del otro día fue...

–Fue complicado –dije cerrando los ojos recordando la comida del domingo, las cosas ya de por sí no son tan fáciles como puede parecer y Santiago se empeña en hacerlas más difíciles. ¿Un viaje solos el fin de semana cuando las cosas están tan mal? –Santi, necesito que me escuches, los dos sabemos que esto nos está costando pero no creo que sea el mejor momento para irnos juntos, aunque solo se trate de dos días.

Pensar que hace un tiempo hubiese dado todo porque me regalara aunque sea un solo día. ¿Ahora que empiezo a mirar a otro lado se propone arreglar todo?

Resopló todavía con el teléfono en su mano. Por primera vez no le estaba diciendo que sí a todo, por primera vez le daba pelea. –Em, hagamos esto. Usemos el fin de semana para hablar tranquilos y ver a donde nos lleva toda esta situación, te prometo que si las cosas no funcionan... –hizo una pausa y con un tono frio y duro, un tono que con el que jamás me había hablado soltó –Si las cosas no van, nos alejamos por un tiempo al menos.

Qué difícil resulta poner un punto final a algunas cosas. Posiblemente después de esos dos días, todo haya terminado, los dos sabíamos que estábamos encaminados a eso. O resolvemos otra oportunidad para lo nuestro, o no habrá ningún "alejamiento por un tiempo".

–Bien, me parece justo. –Por un momento me olvidé de mi misma, ¿cuándo habíamos llegado a esto? Este podría ser un final digno para tantos años juntos. El silencio se volvió a adueñar de la situación, como si estuviéramos esperando algo o tratando de encontrar algo que decir. Era incómodo, nuevo y extraño. –Nos vemos el sábado.

Baje el teléfono.

Y luego sin piedad alguna hice lo que cualquier chica de quince haría. Levante mis piernas sobre el sillón y me puse a ver los mensajes que me había mandado con Aiton ese día. Que decir, no podía quitar la sonrisa de mi cara y la verdad que estando sola nadie me podía juzgar así que no me moleste en ocultar mi locura ni un poco. Hablar con él por mensajes era divertido, de hecho era lo más divertido en mucho tiempo, lo cual si lo pensaba mejor era un poco triste.

A quien le importa.

Si vamos a lo importante me dijo que le gustaba. Juro que intente con todo mi ser no comportarme como una colegiala pero a juzgar por mi condición cardiaca en ese momento todo, absolutamente todo se me había escapado de las manos. En cualquier caso trato de no ilusionarme. Ajam, TRATO.

Aunque no parezca una parte de mí, una pequeña parte, esta alerta. Estoy intentando salir de la única relación importante que tuve por lo tanto no podía confiar mucho en mi misma. Puede que me ponga tan tonta para permitir que mi corazón quede atascado y llevado hasta un amargo final.

Esa era una posibilidad que debía tener presente...

Dos días pasaron volando, cuando menos me lo esperé estaba preparando un pequeño bolso con dos o tres prendas para los dos días que estaríamos en Malibú. Quisiera creer que el dolor de mi espalda era por estrés o alguna contractura pero sabía muy bien que era peso, peso por todo lo que estuve haciendo el ultimo a tiempo a espaldas de Santi, es que últimamente los mensajes con Aiton eran todo el tiempo y a toda hora, ya no había mucho que ocultar entre los dos. Pero de todos modos él nunca me tocó el tema de Santiago aunque puede que haya tirado algún que otro comentario donde demostraba que si lo tenía presente. No importa lo que sea que estemos teniendo con Aiton, los cimientos de eso, son los pedazos rotos de la relación con Santi y eso no puede seguir así, por eso además del peso creo que son nervios también lo que siento.

InesperadoWhere stories live. Discover now