capitulo 15

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–¿No es un poco cliché sentarse dramáticamente en la playa a ver el atardecer? –Preguntó mientras se sentaba a mi lado, esto de aparecer de la nada se le estaba haciendo costumbre al chico. Aunque me tomó por sorpresa gire mi rostro hacia él y me quede mirándolo.

Realmente vino.

–El hecho de que sea un poco cliché no le quita lo reconfortante supongo. – No voy a mentir, sus mensajes sacaron a mi sábado de su fría oscuridad y lograron formar en mi rostro la sonrisa más genuina que había dado en meses a la pantalla de mi celular. Decirle donde me encontraba, ¿estaba mal? Rotundamente sí. Pero que me quemen en la hoguera por desear la compañía de alguien que por fin muestra un poco de interés en mí.

– ¿Y qué te trajo acá farolitos? –Estiró sus piernas en la arena, luego las cruzó y se apoyó sobre sus brazos en un plan de ponerse cómodo, aparentemente de verdad quería saber que hacia allí.

–Bueno, tengo una extraña necesidad de sacar fotos a los atardeceres. –dije bajando mis ojos a mis manos acunando mi cámara. ¿Por qué estaba ahí conmigo? ¿Acaso no tenía nada mejor que hacer un sábado? Tendría que tener miles de planes o cosas por hacer, sin embargo estaba sentado a mi lado con una expresión relajada en su cara, no parecía tener prisa, hasta podría estar disfrutando del ruido del mar, la brisa salada, los últimos rayos de sol y... Tal vez, ¿mi compañía? ¡Oh, no! Corazón no me hagas esto, quedate quieto, podría significar nada así que no me des problemas.

– ¿A ver, puedo ver? –No le quería dar la cámara por miedo a que note un temblor en mi mano y eso sería vergonzoso, él ya sabía lo que causaba en mi eso era seguro pero tampoco esta tan bueno perder la dignidad en todo momento. – ¿Qué los atardeceres no son todos iguales?

Le pase la cámara –No, todos son diferentes, como los días no existe uno idéntico al otro...

–Puede que sea una sensación tuya, a mí me parecen todos iguales. –Si su propósito era intimidarme en cierta forma lo estaba logrando pero no se lo dejaría saber.

–En el supuesto caso que sea "una sensación" mía, tampoco serían iguales sabes, porque yo no soy la misma que ayer, así que mi sensación obviamente tampoco va a ser la misma que ayer, la semana pasada o el mes pasado... –Resumí con orgullo.

–Sos peleadora farolitos, eh. Podrías ser una abogada del infierno, pensalo. –Se rió, era obvio que le causó mucha gracia mi comentario a la defensiva porque las esquinas de sus ojos se achinaron, nunca entendí el atractivo de los ojos achinados hasta este preciso momento, aunque no era solo eso, no. Era todo el conjunto de él que me tenía alucinada.

–No soy peleadora... –tome un respiro y volví a mirarlo. Algo me había faltado, ese horrible sobrenombre. – ¡Y no me digas farolitos!

Volvió a reírse y mi cabeza comenzaba a perderse. –Son muy buenas tus fotos fa-ro-li-tos. A mí me parece que te va el apodo, no finjas odiarlo, sé que te gusta. –Es un manipulador, sabe que me gusta y juega con eso.

–Gracias, por lo de las fotos... Pero Aiton, ¿qué haces acá? ¿No esperas que crea que no tenes una mejor compañía para ir a comer una pizza un sábado por la noche?

Se encogió de hombros, hizo una mueca como si la respuesta fuera sencilla. –Quiero comer una pizza con vos. ¿Qué es tan complicado de entender? No se trata de tener o no otra opción, quiero estar acá. –Wow, no me esperaba eso, la respuesta podría dejarme tan aturdida que no respondería en años. –Igual es una lástima que no pudiera cocinarte, si no fueras tan vueltera y me hicieras venir a una playa a una hora de donde vivo, hubiese tenido tiempo de cocinar.

– ¡No soy vueltera! –respondí rápido sin siquiera pensar, hasta que lo vi con esa sonrisa cretina en su cara, ¡oh no! Volví a caer. – ¡Sos un tarado! –grité enojada y le tire arena encima a modo de venganza.

–No, no acabas de hacer eso... –su cara tenía una expresión de molestia que me hizo reír a que no se esperaba eso. Pero maldita sea, era tan lindo hasta enojado.

– ¡Ja! Te lo tenes merecido desde que llegaste no dejas de hacerte el lindo. Ahora agunatatela. – ¿Quién tenía una sonrisa victoriosa ahora, eh?

– ¡Pero Emma me llenaste de arena!

–Ja j aja. ¿Dónde quedó lo de farolitos?

–Pedime perdón...

–Ni loca. ¿Quién te pensas que sos?

–Dale o te vas a arrepentir.

–Nop.

–Yo te advertí farolitos. –Terminó de decir eso y se lanzó encima de mí. Grite por el susto y mi bolso salió volando a un costado.

Empezó a hacerme cosquillas con sus manos. Dios, no puede existir alguien más cosquilluda que yo, simplemente no podía respirar con sus manos por todas partes, parecía que tenía un mapa de mi cuerpo, pero claro por un momento me olvide que lo conocía bastante bien. Rodamos en la arena y ahora yo me encontraba bajo su cuerpo retorciéndome e implorando que se detuviera.

– ¡Basta! ¡Por favor! ¡AITON NO RESPIRO! –Susurre en mi agonía.

Como respuesta no obtuve otra cosa que una risa malvada, él no iba a quitar sus manos de mi cuerpo. Entonces en un autorreflejo intente levantarme y chocamos nuestras frentes bruscamente.

Ouch eso dolió.

Después del golpazo, Aiton mantuvo sus brazos alrededor de mí, eso se sentía bien, para ser sincera lo extrañaba tanto. Cuando levanto la cabeza planto sus ojos en los míos, yo le devolví la mirada, era imposible no hacerlo. Fue tan simple como que de repente todas las cosas que se dicen sobre ver el alma de alguien a través de sus ojos comenzaron a tener sentido o yo estaba teniendo un repentino ataque de deslumbrada estupidez. El punto era que ahí nos quedamos y por un perfecto momento éramos sólo él y yo. Estábamos en nuestro pequeño mundo y nada ni nadie importaba, tenerlo así tan cerca con el sonido del mar de fondo era increíblemente tranquilizante. De momento nuestra conexión visual se rompió cuando él bajo la vista a mis labios.

La respiración se me cortó.

Todo desapareció, hasta el leve dolor de cabeza, lo único que quería era tener a sus labios juntos con los míos. Todo era mágico hasta que mi estúpido estomago gruñó audiblemente. ¡Mierda! Había estado tan mal humorada cuando me desperté esta tarde que ni comí, salí rumbo a la playa lo más rápido que pude para distraerme. Se ver que mi cuerpo no entiende bien que hay momentos en los que NO se debe expresar audiblemente. Todo rastro de intimidad desapareció mientras la vergüenza se hacía presente tiñendo mi rostro de un rojo furioso.

Aiton bajo la cabeza y se rió. Me odio.

– ¿Vamos por pizza y algo para tomar? –Me dijo parándose y tendiendo su mano para ayudarme.

Y ya está, ahora reite Emma, total ya lo arruinaste. Así lo hice, Aiton se unió a mi risa y eso pareció calmarme, con él todo era tan fácil.

–Eso parece buena idea.

Aiton me alcanzó el bolso sin soltar mi mano, yo tampoco quería soltarla, solo para aclarar. Le di mi sonrisa más tonta y nos dirigimos por fin en busca de comida, mi estómago lo agradecía.

InesperadoWhere stories live. Discover now