capitulo 1

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Llevaba todo el día de acá para allá, me había levantado temprano para limpiar el departamento y que estuviera todo perfecto. Tomé religiosamente mi café como todas las mañanas y sin más me dirigí directo al estudio, cruzando los dedos para que sea una jornada sin problemas.

Cuando la tarde lanzó su manto sobre la ciudad de Los Ángeles, salí disparada del estudio de fotografía, tenía en mente un vestido negro de la quinta avenida que acompañado de unos zapatos de quince centímetros y a la luz de las velas prometería una gran noche. Su precio era elevado pero hace tanto que no salgo, que no me arreglo como antes que la ocasión avalaba el gasto.

Con bolsas en la mano bajé del taxi y corrí los pocos metros para entrar al edificio, aun me faltaba mucho para estar lista. El vigilante me saludó con una sonrisa, como siempre, se la devolví amable. Me encaminé hacia el ascensor y apreté el botón para subir y esperé con cierta impaciencia el llegar a mi destino. Se abrieron las puertas y rápidamente saqué las llaves de mi bolso, entré al departamento, miré el reloj y faltaba justo una hora para que Santiago pasara por mí, así que de inmediato me metí al baño y me di una rápida ducha. Terminé de arreglarme justo diez minutos antes de las nueve de la noche, salí de la habitación no sin antes echar un último vistazo a todo el conjunto, con una mirada confiada me dirigí al living a esperar a Santiago. Después de esperar por casi veinte minutos, me di cuenta que el botón de la contestadora estaba en rojo parpadeando, señal de que tenía un mensaje, así que lo presioné y escuché la dulce voz de mi novio.

– ¡Feliz Cumpleaños Emma! Mi amor, no sabes cómo lamento no poder llevarte hoy a cenar, pero me surgió una orden del trabajo, tengo que ir como representante de la empresa con un nuevo inversor. Le supliqué al jefe para que enviara a alguien más pero no quiso, me reitero que sólo yo podía convencer al cliente, te prometo que te lo recompensaré... Te amo bebe.

Cerré los ojos resignada, dejé caer mi cabeza en el respaldo del sillón y suspiré con fuerza. Que inconveniente resulta que la única persona especial que tengo cerca en este maldito país, tiene un compromiso laboral justamente el día de mi cumpleaños.

Por un momento miré a mi alrededor pensando por qué estoy acá, si la persona que me impulso a venirme a vivir a esta ciudad ya ni repara de mi existencia, si estaría en Argentina al menos tendría a algunas de mis amigas o cuanto mucho a mi familia, creo. No pude evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas, solo un día le pedía, ni siquiera un día entero, una noche para mí... Para muchos puede parecer una pavada, que solo es una fecha más, un cumpleaños más pero la realidad es que desde hace varios meses me siento encerrada y sola, muy sola. Esto no estaba en mi mente el día que mi novio me llevo a dar un paseo por unos parques en Buenos Aires y me pintó una vida diferente, llena de oportunidades, trabajo y lo mejor de todo, la frutilla de la torta "pasar tiempo juntos". Al principio pensé que era una locura, pero una gran oportunidad se abría paso para él, mis padres se estaban tomando más tiempo para ellos, mis amigas viajaban buscando su lugar en el mundo, supongo que de una locura pasó a ser algo no tan descabellado venir a probar suerte de su mano. No sé ni cómo pasó, solo sé que de la noche a la mañana me encontraba en una ciudad desconocida, viviendo sola y con un empleo magnífico en uno de los mejores estudios de fotografía de todo LA. Trabajo del cual no reniego no solo porque disfruto de lo que hago sino también porque me permite darme varios lujos, a estas alturas creo que mi trabajo es lo único que tengo, ¿triste no? Hasta ahí podría haber encontrado mi lugar en el mundo, todo fue tal cual Santi me dibujó, "tierra de oportunidades", solo un pequeño pero no menor detalle, que estoy más sola que nunca, todo lo que supuestamente enriquecería nuestra relación, simplemente no existe. No quiero ser injusta, a los ojos de la gente Santi es el mejor novio del mundo y... ¡Hey! Para mí también lo es, cuando no está trabajando veinticuatro horas siete días a la semana, cuando no viene conmigo y está pendiente de su teléfono, cuando no me cancela salidas a último momento y cuando no me rechaza una y otra vez porque está cansado, ¿por el gimnasio? ¡No! Por el bendito trabajo.

Me levanté del sillón y me dirigí a la cocina, busqué en la alacena de abajo y encontré una botella de vodka a la mitad, la saqué y la coloqué en la mesa, abrí la heladera saqué unos hielos, un jugo de naranja y de la alacena de arriba un vaso, no digan nada se viene la escena más patética que puedan imaginarse. Coloqué un par de hielos en el vaso, un poco de vodka y llené el vaso de jugo. "Feliz cumpleaños Emma" me dije, alcé mi vaso, como brindando con el aire y le di un trago considerable.

Luego de mi patético y poco confortable autobrindis decidí poner música para animarme un poco. Era mi cumpleaños número veintidós, lo estaba celebrando sola y lejos de todo aquello conocido por mí. Recuerdos de mi vida vinieron a mi mente, a decir verdad, la gran mayoría de mis cumpleaños habían sido aburridos, a excepción de número veintiuno que fue el último en Argentina y Santiago me organizó una fiesta sorpresa, en ese entonces tenía presente que estaba de novio conmigo. En general, mi vida era, es bastante monótona, centrada básicamente en mi trabajo porque es lo único que tengo y en mi novio él cual me ignora descaradamente, un recién recibido licenciado en turismo y hotelería que trabaja para una de las cadenas de hoteles más importantes de Estados Unidos, si me preguntan es un convenio de la carísima facultad a la que asistía, si no son capaz de conseguirte un maldito trabajo después de los años pagando millonadas, ¿quién lo haría no? No lo estoy subestimando, pero me acaba de dejar plantada, tengo derecho a lanzar veneno por los aires. En cuanto a amigas, algunas en Argentina, otras quien sabe dónde, prácticamente casadas todas, puede que eso también haya impulsado mi venida, acá sólo dos se podría decir, una compañera de trabajo de veinticuatro totalmente aburrida y con menos salida que yo y otra colorada argentina que vive acá hace cinco años y conocí en un curso de edición meses atrás, a contrapartida de la de veinticuatro esta trabaja en un club nocturno, genial, no tenía opciones de con quién pasar este cumpleaños.

De repente el sonido de mi celular me sacó de mis pensamientos, me levanté y tomé mi cartera que había dejado en el mueble junto a la puerta, empecé a buscarlo y entonces encontré con que entretenerme un rato, mi bolso era un completo desorden. Justo cuando encontré el celular dejó de sonar, era mi mamá, estaban de viaje mis padres pero aun así me llamaron y mandaron mensajes, junto con ese saludo había miles de mensajitos de feliz cumpleaños, al menos hay gente que lo tiene en cuenta, pero la verdad no tenía ganas de escuchar a mi alocada madre, ni responder miles de mensajes por compromiso, así que volví a sentarme en el comedor y me preparé otro vodka.

Vacié todo el contenido de mi bolso sobre la mesa, había un gran surtido de cosas, ¿a quién habré salido tan desorganizada? Empecé a seleccionar lo que podría servirme y lo que era basura. De pronto, una servilleta con algo escrito llamó mi atención, era una dirección, entonces recordé una conversación con Jenny, la colorada que trabaja de mesera en un club en el turno noche, donde me decía que si alguna noche estaba aburrida vaya a visitarla, por más que ella este trabajando el lugar era entretenido. Ya con el vodka haciendo efecto miré fijamente la servilleta, releí varias veces la dirección, no quedaba muy lejos de donde vivía y para el caso ya estaba arreglada con un hermoso vestido negro de ensueño, creo que egoísta sería negarme la posibilidad de salir a divertirme aunque sea sola, no tengo porque quedarme tirada en un sillón tan sólo por la inmensa soledad que sentía... ¿Y qué más daba hacer una locura en mi cumpleaños? siempre he sido una chica muy correcta, la de mis amigas que no tomaba demasiado, la de la relación perfecta, la de las mejores notas, nunca les había dado un dolor de cabeza a mis padres y mi jefe siempre alababa mi sentido de la responsabilidad, no sé a qué viene todo esto... ¡Ah, si! A que me merezco salir de fiesta y que me importe un carajo todo, incluso que casi no conozco la ciudad. Tenía derecho a divertirme con o sin Santiago, además ya estaba maquillada y arreglada.

Bebí el último trago de la bebida que me dio el valor que me faltaba, una vez decidida agarre un saco, mi cartera, algo de dinero y salí en busca de una noche para recordar.

InesperadoWhere stories live. Discover now