Capítulo 35. Fin de la anarquía de una tropa enemiga.

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Capítulo 35. Fin de la anarquía de una tropa enemiga.

Jace estaba en su habitación, aún viendo el periódico, había fotos tanto de Dilan y April como de él y de Cara, le pareció muy gracioso la forma en la que el columnista había escrito el artículo, al chico le gustaba ser rebelde y aún más le gustaba que el mundo lo supiera, pero lo que más le gustaba es que todo el mundo se enterara de lo suyo y lo de Cara. De algún modo, el periodista le había hecho un favor, Jace nunca deseo algo tanto como tener una relación estable con ella puesto que nunca había tenido ese tipo de estabilidad emocional, esa seguridad, estaba seguro de que amaba a Cara y quería atarla a él para que todos supieran que era suya, su territorio.

Haber arreglado las cosas con su padre, era algo que no se esperaba, estaba dispuesto a correr y suplicar el perdón de ella incluso antes de que su padre lo interceptara. Eso era todo lo que quería, un abrazo, una muestra, algún acto de que él lo amaba, la única manera en que los padres pueden tocar el corazón de sus hijos, sincerandose con ellos y decirles lo mucho que los aman. No podía con la alegría que sentía en su pecho, era un sentimiento extraño y nuevo para él, por primera vez en su vida las cosas empezaban a marchar bien.

Él entendia que era dificíl para su padre verlo porque efectivamente era idéntico a su madre tanto en lo físico como en lo rebelde, su madre era la mujer perfecta según había oído hablar a sus hermanos, no se dejaba dominar y hacía las cosas a su manera, cosa que había enamorado al Sr. Rumsfeld, era normal que su hijo tuviera el mismo gusto por las mujeres, pensó Jace. No le costo mucho perdonar a su padre, escuchar de su propia boca decir que él nunca pensó que el fuera el culpable de la muerte de su madre, que nunca lo vio asi, lo hizo sentir una paz interior inexplicable, se sentía libre, como liberado de unas cadenas que le impedían volar y crecer, todo el tiempo atrapado en el pasado sin querer aceptar los cambios a su alrededor era parte de su castigo interno, él sentía que tenía que castigarse, sentirse culpable por haberle quitado a su esposa a su padre y una madre a sus hermanos. Pero ahora todos esos sentimientos se habían esfumado de su corazón.

Se sentía aún más feliz porque Cara había sido la causante de todo esto, gracias a ella todo se había arreglado, todo fue gracias a ella, él jamás le hubiera dicho a su padre, sus sentimientos directamente, su orgullo no se lo permitía, a él no le gustaba ceder y mucho menos perder una guerra, pero ahora estaba aprendiendo a que el orgullo no siempre era lo más importante, cosas mucho mejores vienen cuando aprendes a perdonar y a olvidar, estaba empezando a madurar, estaba creciendo, estaba cambiando, se percato de que estar con Cara lo hacía ser mejor persona, lo hacía querer superarse, hacía que cosas buenas sucedieran a su alrededor.

Ya eran las 5 de la tarde y Jace no podía soportar un minuto más en su casa sin ver a Cara, tomó las llaves de su lamborginni y partió a la mansión Broggi.

Como de costumbre entró por el balcón, pero Cara no estaba en su habitación, el chico estaba un poco desorientado, pero eso no le impidió salir por el pasillo para buscarla en cada habitación de la gran mansión, le importaba un cuerno que se hubiera colado, estaba desesperado por verla. Bajó los escalones, vio a algunos sirvientes, todos pasaban de él, ¿no había nadie de la familia Broggi en la casa? le pareció escuchar música, corrió hacía la habitación de donde provenía la melodía, eran dos puertas, jalo las manijas de ambas y las abrió.

Era un despacho, muy parecido al que tenía su padre. Alfombra de la piel de un oso en el suelo, asientos de piel, una chimenea, innumerables cabezas de animales disecados en las paredes, un enorme escritorio y detrás de este un hombre mayor con aspecto mafioso, tenía un puro en la boca y leía el periódico, cuando levanto la mirada y lo vio, frunció el ceño.

-Hey, muchacho, ¡SI, TÚ!, ¿Qué estas haciendo aquí?, espera un momento... -el Sr. Estefano lo observo mejor- ¡¡TÚ ERES EL HIJO MENOR DE RUMSFELD!! ¡¡LARGO DE AQUÍ!!  ¡¡TE QUIERO FUERA DE MI CASA, AHORA MISMO!!

Jace pensó que había metido la pata, pero en lugar de eso lo pensó mejor y alzó la barbilla, esta podría ser una buena oportunidad para él, cruzó los brazos y se puso firme.

-Hola, suegro.

-¡¡¿A QUIÉN LLAMAS SUEGRO?!!

-He venido a ver a su hija, pero en vista de que no esta aquí y aprovechando que lo veo, quiero pedirle su bendición para nuestra relación.

-¡¡LARGO!! ¡Ella ya tiene un prometido muchacho!- El hombre estaba rojo de furia.

-No me iré de aquí hasta que no la vea.

-Mira muchacho te diré esto por las buenas, pierdes tu tiempo, ella esta muy lejos de aquí, lejos de ti, ya la perdiste, así que rindete.

-¿¡Qué ha dicho!? ¡¡Eso JAMÁS!! ¡¡JAMÁS ME RENDIRÉ!!  Ella es mía, ella me quiere a mí, ¡¡Digame donde esta!!

-¡¡Maldito mocoso malcriado!! ¡SEGURIDAD! ¡SEGURIDAD!

Dos hombres grandes y fuertes aparecieron, Jace entendió que no lograría nada tratando de dialogar con él, los hombres se acercaron para acorralarlo pero este se escabullo para evadirlos.

-Le guste o no, usted y yo vamos a ser familia, suegro, la voy a encontrar y la haré mi novia, cueste lo que cueste.

Si algo adoraba Jace Rumsfeld eran los retos y las cosas que le decían que no podía tener.

-¡¡Que no soy tu suegro!!

Jace era un chico joven, agil, delgado, tenía ventaja sobre aquellos dos hombres por lo que no le costo mucho evadirlos. Cuando iba a cruzar la puerta de la entrada para huír de ahí, se cruzó con Logan.

-¿Jace? ¿qué haces aquí?

El chico contesto algo agitado.

-Vine a buscar a Cara, pero no esta, ¿tú sabes dónde esta? contesta rápido Reeds, tengo prisa.

-No la vas a encontrar aquí.

-No te entiendo.

-Su padre la mando a Paris.

-¿A París? ¡Por Dios! Hablaré contigo más tarde, por lo pronto me tengo que ir, quiero que me mantengas informado.

-Si de acuerdo.

-Aaa... y una cosa más...

Jace elevo su puño y se lo plantó a Logan en la cara, este cayó al suelo.

-Esto es por besar a Cara enfrente de mí.

El chico se acerco y le dio una patada en el estomago.

-Y esto... es por besarme a mi, maldito idiota, ahora estamos a mano.

Los guardias de seguridad estaban a unos pasos de alcanzarlo, por lo que el chico tuvo que salir corriendo de ahí. Desde el suelo Logan alcanzó a decir entre susurros.

-Me... me lo merecía.

¡Si quieres paz, prepárate para la guerra!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora