Capitulo 8. El infierno puede ser tentador

9.8K 433 17
                                    

Capítulo 8. El infierno puede ser tentador

Ya era lunes y Cara se encontraba de un pésimo humor, era inaudito lo avaricioso que su padre podría llegar a ser, hasta de sacrificar a sus propias hijas para su propio beneficio. Su mayor preocupación había pasado de ser Jace Rumsfeld a Logan Reeds, tenía que hablar con ese chico, el también debía estar en desacuerdo con esto, tenía que convencerlo de anular el compromiso. No había comentado nada a sus amigas, hasta que todo fuera confirmado. Cara sentía que todavía estaba a tiempo de evitar todo aquello. En medio de sus pensamientos, la señorita Sanders abrió la puerta llamando a Cara y a Jace, tenían un castigo pendiente. Jace tenía cara de fantasma, estaba ido, la chica realmente se comenzó a preocupar cuando la semana pasada chocó con él en medio del pasillo derramando la comida que había en su bandeja sobre él, Cara ya podía ver la lista de invitaciones de su funeral cuando el chico se limitó a observarla, dejándola de lado, para ir a besarse con una chica detrás del salón de gimnasia. Vaya, si el sexo fuera un deporte Jace Rumsfeld sería campeón mundial.

-Les recuerdo jóvenes que el salón de ciencias los espera.

¡Maldita sea! Pensó Cara, lo había olvidado por completo ahora tenía que pasarse la mitad del día limpiando ese mugriento salón junto con Jace, el mejor día de su vida sin duda, murmuró con sarcasmo para ella misma.

Entraron al salón, cada quien por su lado –En la habitación del fondo podrán encontrar todo tipo de utensilios con los que podrán limpiar, ahora me voy, vendré por ustedes en 2 horas, buena suerte-.

Se quedaron solos, ninguno de los dos se dirigía la palabra, se limitaron a limpiar en silencio.

Cara alzó la vista cuando escuchó el estruendo de lo que parecía un vaso de vidrio. Se acercó rápidamente a la parte de atrás donde estaban las vitrinas de los utensilios de ciencias, ahí estaba Jace, este ni siquiera volteó a verla, estaba sentado en el suelo recargado en un librero con las piernas estiradas tratando de limpiar la sangre que tenía en la mano.

-¿Pero qué mierda acaba de suceder?

Jace no le respondió, pareciera que en realidad no la escuchaba, tenía la vista clavada en su mano.

-Jace jamás creí decir esto en mi vida, pero se puede saber ¿Qué te traes conmigo? Has estado muy raro desde la semana pasada, sería más sencillo para mí que me golpearás o me tirarás del segundo piso a que me apliques la ley del hielo.

El chico seguía igual, no le prestaba ninguna atención, la ignoraba por completo.

-Oye, no me ignores, mírame cuando te hablo Rumsfeld-. Cara se agachó doblando sus rodillas hasta que tocarán el suelo, colocando sus dos piernas una a cada lado de las piernas de Jace, quedando prácticamente sentada encima de él, no era una posición que le gustase pero no se le ocurrió otra en ese momento. Con sus manos sujetó el rostro de Jace para que la mirara a los ojos. Pero entonces pudo ver en sus ojos algo que nunca había visto antes, estaban encendidos, llenos de...

Jace tomó sus muñecas y las hizo a los lados, haciendo de nuevo lo que solía hacer. Se acercó demasiado a Cara, invadiendo su espacio personal, tanto que sus narices se rosaban y sus ojos se miraban -Escúchame bien niñita estúpida, si no quieres que te viole en este mismo instante te sugiero que te alejes de mí justo ahora-.

Pero Jace a pesar de haber dicho eso no la soltaba, -¿Me vas a violar?, ¿a mí? Para eso tienes a tu ejército de zorras que te complacen a cualquier hora del día, ¿por qué violarías a una niñita estúpida? Imbécil, me das asco.

-¿En serio? Si tanto asco te doy- se acercó un poco más ahora sus mejillas se rosaban y la sujetaba por la nuca, dejando libre una de sus manos, le susurró al oído -¿Por qué me besaste aquella noche?

Cara puso una cara de terror, no, no, no, no, no es posible, no era verdad, eso no es verdad, era imposible, recordó aquella noche como si hubiera sido ayer. Se le pusieron los pelos de punta.

-Es mentira eso que dices mientes, no es verdad.

-Si crees que miento, ¿por qué no lo compruebas tu misma?- Jace dijo esas últimas palabras con un aire seductor.

Cara prefería estar muerta antes que besar a ese animal, pero muy dentro de ella, sabía que podría ser posible, todo apuntaba a que había sido él, había testigos, no sabía qué hacer, estaba en medio de un conflicto interno.

-Eres una cobarde,  ¿vas por ahí besando a desconocidos siempre?, que asco y yo te consideraba mi enemiga, no te mereces ni siquiera ese título, es demasiado para ti.

En esta ocasión fue Cara la que se acerco a él, demostrándole que ella tenía el poder,-Mira retrasado, eres el último que podría juzgarme, eres el menos indicado para hablar acerca de besar a cualquiera, ¿me entiendes?

A Jace le ardían los ojos en fuego, respiraba con dificultad, casi como si batallara en concentrarse. Cara sintió que estaba perdiendo los estribos, estaba perdiendo el control, pero ella no se movió, se mantuvo firme, sosteniéndole la mirada desafiante.

-Te vas a arrepentir Broggi, no debiste de haber venido aquí y tampoco debiste besarme aquella noche. Y sólo por si se te había olvidado eres mía y ahora con todas las de la ley.

Había cierta tensión en el aire, todo sucedió en cámara lenta, Jace a punto de estallar, Cara sentada sobre él, un rayo de sol entrando por la ventana del lúgubre salón de ciencias y algo que definitivamente la chica no vio venir.

Ella pudo sentir como unas manos la rodeaban, y como el chico cerró la poca distancia que había entre ellos con sus labios. Cara se quería liberar, lo trataba de empujar con sus manos, intentó levantarse, pero Jace no se lo permitía, fue en vano. De nuevo Cara se daba cuenta de lo fuerte que era. Sintió el beso, fue algo desesperado, algo que necesitaba ser liberado, Jace la besaba con intensidad, con deseo, como si por medio de ese beso encontrará la manera de expresarse. Cara comenzó a sentir su desesperación, toda su lujuria, una corriente eléctrica que se extendía por todo su cuerpo, dejándose  llevar al poco tiempo por esa sensación tan conocida que una vez le nublo los pensamientos, volvía a hacerlo, sentía como la mente se le nublaba y no pensaba con claridad, ya no era dueña de su cuerpo, su cuerpo la controlaba ahora, se sentía muy caliente, su cuerpo ardía. Se había convertido en algo completamente animal, una necesidad. No podían separar sus bocas, encajaban perfectamente, su cuerpo se los pedía, se anhelaban, sus bocas querían explorarse, deseaban hacerlo. Jace recorría sus manos por su espalda, de arriba a abajo, desviándolas a sus piernas, después a su cintura y de nuevo a su espalda, acariciando el cuerpo de Cara. Bajó sus manos ahora a su trasero, la chica gimió, Jace soltó algo parecido a un rugido de placer al escucharla gemir, se sentía poderoso,  mientras que esta  como lo había hecho anteriormente con verdadera agilidad deslizaba sus manos inconscientemente por su cabello acariciándolo y sosteniéndolo acomodándolo a la perfección para poder besarlo mejor. Jace se sentía demasiado excitado, más de lo que aparentaba y más aún al verse completamente correspondido. Les empezaba a faltar el aire pero no podían alejarse, era como si fuerzas magnéticas los mantuvieran juntos. Entonces se separaron unos centímetros para tomar aire, sus frentes estaban juntas, respiraban muy a prisa. Cara no le había quitado las manos de su cabello y el tampoco se las había quitado de su cintura. Los dos se sostenían la mirada en busca de más, sus ojos quemaban, ardían de pasión, estaban en sincronía. Entonces la puerta se abrió, afortunadamente estaban detrás del librero donde no se alcanzaba a ver nada.

-¿Señorita Broggi? ¿Señor Rumsfeld?  

Cara y Jace se mantuvieron en silencio, si por discutir los castigaban, Cara no se imaginaba lo que sucedería si los descubrían devorandose de esa manera.

-Mmm…. ¿se habrán ido?- después de haber dicho eso, cerró la puerta y se fue.

Entonces Cara reaccionó, levanto su mano dándole una bofetada a Jace en el rostro, se levantó y salió corriendo de ahí.

¡Si quieres paz, prepárate para la guerra!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora