Capítulo 30. En la Guerra nunca hay paz.

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Capítulo 30. En la Guerra nunca hay paz.

Cara corría como si su vida dependiera de ello, una sensación de miedo se apodero de ella, sabía que Jace tramaba algo y también sabía que cualquier cosa que intentará, él era 7 veces más fuerte que Cara y ella no podría hacer nada para impedírselo, la táctica que creyó más conveniente fue huir. Corrió y corrió, ¿por qué no hay ningún perfecto o maestro por los pasillos cuando los necesitas? Siempre andan merodeando por ahí en los momentos más inoportunos pero cuando los necesitas, nunca están. Se sentía ridícula, corriendo como si fuera una niña, su madurez mental le decía que se detuviera y hablara las cosas con Jace como adultos que casi eran, pero el problema era que, Jace era como un niño mentalmente hablando. ¡Al diablo la madurez! Su instinto de supervivencia era más fuerte que nada en esos momentos.

Y como si el mismísimo Dios la odiase, tropezó con una piedra y cayó al suelo, Jace la alcanzó de inmediato, la puso de pie, le tapo la boca y se la llevo cargando al salón vació más cercano. Abrió la puerta y no había nadie, era un salón de música, había 2 pianos e instrumentos empolvados por todas partes, al parecer no estaba en uso, las paredes estaban hechas para que el ruido no saliera de ahí. La sentó con brusquedad en un sofá para tres personas que había en la estancia, estaba lleno de polvo, la luz entraba por una de las ventanas que no tenía cortinas, la mayoría de la habitación estaba a oscuras, en silencio, solo se escuchaban los pasos de Jace y las agitadas respiraciones de ambos. Jace retrocedió sin quitarle la mirada de encima a Cara, se quitó el saco y comenzó a quitarse la corbata.

-¿Qu… Qué quieres Rumsfeld? ¿Por qué me has traído aquí?

Jace dio una risotada y se paso la mano por el cabello.

-Tú solita te trajiste aquí cariño, tú fuiste la loca que empezó a correr como si yo fuera un acosador.

-A… ¿Y no lo eres?

Jace levanto una ceja al mismo tiempo que comenzaba a desabotonarse la camisa.

-Estaría mintiendo si digo que no- dijo con una voz queda y misteriosa mientras la miraba con unos ojos seductores, peligrosos para los nervios de Cara.

-¡Basta de juegos!- Cara cruzo sus brazos y sus piernas, tratando de imponerse, quería demostrar que la presencia de Jace no le afectaba en lo absoluto, tampoco su tórax desnudo y su perfecto six-pack, ni sus bellos ojos ni sus fuertes y grandes brazos ni sus… - ¡Ve al grano!, ¿Qué quieres? Si querías decirme algo, pudiste habérmelo dicho en el pasillo.

Jace comenzó a moverse de un lado a otro al mismo tiempo que sonreía, Cara trataba de encontrar el momento en el que Jace se distrajera para salir corriendo de la habitación, la puerta estaba justo detrás de Jace, ¡Malditas aulas! ¿Por qué tenían que ser tan grandes? Aunque intentará huir, Jace la alcanzaría en cuestión de segundos, era más rápido que ella.

-Lo que te quiero decir, no te lo puedo decir en el pasillo.

-¿Y qué es? Dímelo de una vez, no te soporto.

Jace se sentó en el sofá, justo a un lado de Cara, la chica se sentía nerviosa pero se mantenía firme, no se movió ni un centímetro, entonces Jace giro su cabeza y con una de sus manos recogió el cabello de cara detrás de su oído, acerco su rostro hasta que su frente estuvo junto a la cien de Cara, cerró los ojos e inhalo fuertemente, movió un poco su cabeza a la derecha hasta hundir su nariz en el cabello de la chica para inhalar su dulce fragancia, Cara no pudo evitar cerrar los ojos al igual que él y sentir que el corazón se le iba a salir por el pecho. Habían pasado muchos días sin sentir sus caricias y su contacto, parecía una eternidad, Cara estaba tan necesitada de Jace que no se dio cuenta lo fácil que había sido dejarse llevar, su poco auto control se fue por el desagüe. La chica se dio cuenta que Jace estaba temblando, se estaba conteniendo. Él tomó la mano de Cara y la posó sobre su pecho desnudo, entonces ella giró su rostro hacia él y se topo con los ojos hambrientos de Jace mirándola a tan solo unos pocos centímetros de distancia, su respiración se aceleraba, tragó saliva y tomó su rostro entre sus manos, acerco su oído a su boca y le susurro:

¡Si quieres paz, prepárate para la guerra!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora