Capítulo 7.

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La comida había terminado desde hace algunas horas; por Facebook no dejaba de recibir felicitaciones de personas que dejó de frecuentar desde hacía bastante tiempo

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La comida había terminado desde hace algunas horas; por Facebook no dejaba de recibir felicitaciones de personas que dejó de frecuentar desde hacía bastante tiempo. De vez en cuando le llegaban unos mensajes de sus familiares. Todos los textos los respondió con genéricos "gracias" seguidos de un corazón.

"Me guardas pastel, jaja"

Releyó un sinfín de veces la parte final de una felicitación. Le fue imposible no pensar cuándo había sido la última vez que tuvo un pastel de cumpleaños.

Siete años.

La última vez que sus padres compraron un pastel para él -y para los pocos familiares que estaban en esa improvisada reunión en Rusia- fue para su onceavo cumpleaños. Realmente esto no le importaba, desde que tenía memoria recordaba el hecho de incomodarle todo ello, en sí, específicamente el momento en que todos lo veían mientras entonaban una canción.

Recordó como con tan sólo once años lloró desconsoladamente frente a los invitados.

Recordó el rostros fastidiado de su tío, que por cierto no dejaba de tomar fotografías.

Recordó como sus primitos pequeños se reían de él.

Recordó la expresión sorprendida de su padre.

Recordó la incomodidad y vergüenza que sintió en esos momentos.

Recordó haberle hecho prometer a su madre que jamás volverían a planearle algo parecido.

Así que sí, habían pasado siete años y a él no le interesaba demasiado.

Sus planes para su cumpleaños número dieciocho eran estudiar para su examen, en esos estaba frente a su escritorio, resolviendo ejercicios, tomando notas y buscando entre libros las respuestas a preguntas.

Le fue inevitable no mirar hacia la ventana de enfrente. Las luces estaban apagadas y las persianas cerradas.

Siguió estudiando por algunas horas. Había ocasiones en las que se levantaba para estirar las piernas -ya que solía sentarse en posición de indio sobre la silla, trayendo consigo un feo calambre- o por algo de beber.

Mientras buscaba información de acerca de la guerra fría, la luz de su habitación se apagó y la como el Sol se había ocultado hace algunas horas, todo quedó en total oscuridad. Con el ceño fruncido se giró y grande fue su sorpresa al encontrarse con Yuri.

El nipón sostenía un pequeño pastel individual con una velita encendida.

En cuanto sucedió el choque de miradas entre la tierra y el cielo, Yuri comenzó a cantar con cierta timidez.

A Victor no le importó el hecho de que se le saliese un gallo... Aunque le fue inevitable reírse de ello.

A pesar de que la velita era la única que alumbraba la habitación, distinguió un poco como las mejillas de Yuri se teñían de rosa, no obstante, el aludido no se detuvo. Siguió cantando hasta que la canción llegó a su fin.

—Feliz cumpleaños, Victor.

Victor disfrutaba como Yuri decía su nombre. Él sentía que acariciaba cada letra, además le enternecía como agregaba una U al final gracias a su lengua materna.

—Gracias, Yuri.

Se levantó con lentitud y a la misma velocidad se acercó hasta Yuri.

—Pide un deseo. —el nipón mostró una sonrisa que el ruso temió que su corazón se detuviese en ese instante gracias a ella. 

Pensó muchos deseos que podía pedir. Entrar a la universidad. Tener un nuevo comienzo. Demasiadas cosas... Sin embargo, al levantar la mirada y encontrarse con los achocolatados ojos de Yuri un tanto hinchados y marcas en sus mejillas por donde pasaron algunas lágrimas, sólo pudo pedir algo.

"Que Yuri pueda encontrar paz, que pueda ser feliz"

Finalmente sopló, apagándo la velita con la fuerte esperanza que su deseo se cumpliera.

—¿Qué pediste?

—No te puedo decir —una sonrisa traviesa se formó en sus labios mientras tomaba el pastelito entre sus manos y lo llevaba a su cama. Le hizo una seña al chico de lentes, invitándolo a sentarse.

—¡¿Qué?! Somos amigos, dime, dime —pidió el nipón tomando lugar a su lado extendiéndole una cuchara de plástico.

—¿Acaso no dicen que no debes contarlo para que se cumpla? —inquirió levantando una ceja. Tomó una porción con la cuchara y se la dio a Yuri, como si de un bebé se tratase. Esto poco pareció importarle, ya que gustoso abrió la bocay comió.

El de cabello azabache intentó persuadirlo para que le contara, no obstante, el platinado se negó... Él realmente quería que se cumpliese. 

Actualización seguida porque vi YOI en el cine y estoy con los feelings a tope

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Actualización seguida porque vi YOI en el cine y estoy con los feelings a tope.

Nos leemos prontito, xHaruKatsuki. 

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