Verdad (+18)

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El mayor ya le había quitado la ropa al menor dejando a la vista su fino cuerpo, era una de las cosas que Misa disfrutaba ver pero esta vez era su oportunidad de unirse a Narey hasta que la muerte o la traición los separaran. 

Como siempre, ambos ya denotaban una erección en ese momento aunque, al menor le diera vergüenza, era su parte favorita. Ya hace un tiempo que no tenían sexo, por lo que aún le seguía generando un poco de nerviosismo al menor, pero no negaba que deseaba eso desde hace mucho tiempo atrás.

—Veo que ya estabas listo.— Decía el mayor mientras metía dos dedos en la entrada del omega sintiendo lo lubricada que esta se encontraba, el omega no podía evitar gemir con cada contacto que el alfa tenía con su cuerpo, había pasado tanto desde la última vez que habían tenido sexo y esa noche sería especial para ambos.

El alfa empezó a quitarse la ropa poco a poco para que el omega disfrutara la vista, eran las ventajas de ser modelo pero lo mejor era la parte de abajo. Misa trabajó mucho en su cuerpo debido a que el era un modelo, además, ahora poseía un cuerpo perfecto que podía disfrutar como en aquellos momentos.

Terminó de quitarse el pantalón liberando a una bestia la cual estaba ansiosa por volver a estar dentro del omega otra vez, el menor se estremeció al ver (aunque tuviera bóxer) la sorprendente erección que tenía el contrario pero a la vez ya lo deseaba adentro, el alfa sonrió al ver la reacción del omega y se terminó de quitar lo único que le impedía estar adentro.

—D-dios.— Decía el menor al ver el tamaño de esa cosa, le había empezado a dar miedo al ver lo necesitado que estaba el alfa desde la última vez que lo hicieron, esta vez solo se puso condón ya que ambos aún no estaban listos para convertirse en padres pero algo los haría cambiar de opinión pronto.

El mayor recostó rápidamente al omega en la cama mientras que elevaba sus piernas y posicionaba su miembro para poder entrar, la necesidad en ellos se incrementaba cada vez más, el alfa miró detenidamente al omega antes de iniciar.

—¿Qué pasa?— Dijo el menor al ver que este solo lo admiraba de arriba a abajo para finalmente mirarlo fijamente a sus ojos, Misa quería tomarse el tiempo de conmemorar ese momento, en el cual se unirían para siempre, para siempre.

—Hoy al fin es la noche en la cual serás solo mío, nadie te podrá apartar de mi.— Dijo el mayor con una sonrisa para luego acariciar el rostro del contrario y de una sola estocada introducir su inmensa erección en el, el omega emitió un gemido del dolor al sentir a la bestia del alfa entrar en el, más que todo por la forma en que lo harían esta vez.

—¡Joder M-misa!— El menor se sostenía del cuello del alfa y lo apretaba fuertemente con los dedos al sentir como terminaba de entrar en el, luego ya empezó a dar embestidas lentas pero salvajes a la misma vez.

—Amo tu estreches.— El alfa estaba más excitado que nunca, empezó a aumentar el ritmo de sus embestidas generando un estruendoso movimiento en la cama, el omega no podía callar sus gemidos de dolor y placer, para el mayor era su motivación.

Ambos se correspondían a los besos salvajes para darle sabor a ese momento, ambos estaban sudando y jadeando de la fuerza y el placer, en la habitación se podían oír las bolas del alfa chocando con el trasero del omega, esperando el momento para llenar su interior a pesar de que solo fuera dentro del condón., prontamente cambiaron de posición.

El omega se encontraba montado sobre el alfa moviéndose de arriba a abajo, el mayor estaba disfrutando esa vista, la cara excitada de Narey, el sudor en su frente, su cuerpo desnudo, estaba disfrutando todo lo que fuera posible de esa noche, el omega se había corrido varias veces entre ambos a lo que el alfa solo respondía con la degustación de su esencia, pero la desesperación y necesidad de estar juntos no duro mucho.

El alfa colocó al omega de frente para volver a introducir su miembro penetrándolo más duro, cada embestida que daba generaba el brusco movimiento de ambos, estaba en su límite, necesitaba reclamarlo como suyo, hasta que su paciencia llegó a su fin.

—Es hora Narey, hoy serás mío.— El mayor dio sus últimas embestidas corriéndose dentro del condón y haciendo que el omega también llegase al orgasmo corriéndose nuevamente, se inclinó para que su rostro estuviera cerca del cuello del menor y clavó sus dientes en este, una mordida muy profunda y placentera generaron que el omega volviera a gemir del dolor, era oficial, ambos se pertenecían desde ese momento.

—Ah, M-misa..— Decía el omega adolorido y exhausto por esa larga noche de sexo, la sangre de la mordida aún corría por su cuello pero eso dejaba en claro que nadie más podría reclamarlo nunca, Misa estaba feliz y se sentía en calma durante esos instantes, había cumplido finalmente uno de sus sueños, uno que el creyó que jamás podría realizar.

—Narey, te amo.— El mayor besó al omega apasionadamente para poder salir de el, ambos cayeron rendidos uno a la par del otro, tomándose de las manos y haciendo la misma sonrisa tonta que el amor les causaba, ninguno de los dos creyó que un encuentro tan repentino aquel día en el instituto podría generar un amor tan fuerte como el que ellos dos tenía.

Al final de todo, la verdad es que el alfa seguía sintiendo esa fuerte culpa dentro de suyo, aunque no quisiera creerlo, pero a la vez todo eso se aliviaba al saber que el omega ya le pertenecía, y aunque su secreto fuera revelado, no habría manera de que este se fuera o eso creía el. El futuro le traería dos grandes sorpresas y ¿un milagro?

Hecho a la Perfección  [Omegaverse/BL] [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora