Voces del pasado

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—¿Elizabeth? —Preguntó una voz masculina detrás de ella sacandolá de sus recuerdos.

Elizabeth miró detrás de ella para ver quién le llamaba. Era Zachariah, vestido con uniforme de combate.

—Zachariah ¿o debería de llamarte Jem? —Dijo ella mientras una sonrisa cruzaba por su rostro y frenaba su caminata para hablar con él—. Hace tiempo que no sabía de ti, mira cuánto has crecido.

—Aún no estoy listo para ese nombre, Elizabeth —espondió gentilmente.

—Pues, tendrás que estarlo, Tessa llegará mañana para la guerra.

Zachariah suspiró y su rostro se crispó en una mueca de cansancio y dolor.

—Lo sé, me han informado, sólo quería preguntarte dos cosas, si no es molestia —le dedicó una tímida sonrisa, se parecía tanto a su madre.

Elizabeth cruzó los brazos y entrecerró los ojos, no le gustaba ser interrogada. Frunció el entrecejo

—Supongo que eres libre de preguntar lo que quieras, incluso qué habrá para la cena —dijo después de un rato—. Trataré de responderte si es que puedo.

Sonrío para después aclararse la garganta y meter las manos en las bolsas de su abrigo afelpado blanco.

—Cuando mencionaste a los Herondale —empezó—. ¿A quién exactamente te referías?

—Vamos, ya lo dije en la oficina de la Consúl. No puedes negar que él tal Jace tiene el mismo carácter que Will.

—¿Will? —Zachariah parecía sorprendido. Claramente no había prestado atención por la mañana.

—Will Herondale. Ustedes eran muy pequeños en ése entonces, pero yo les conocía —suspiró—. Crecieron y me marché, después fui su distribuidora de yin-fen.

Zachariah se quedó pasmado y con la sangre helada. Pocos Cazadores de Sombras sabían su verdadera identidad y muchos menos de su enfermedad, y quienes la conocían a éstas alturas estaban muertos.

—Si sabías quién era yo, ¿por qué no dijiste nada en la reunión? — Zachariah estaba levantando una espesa ceja, ¿cómo diablos la gente podía hacer eso?

—¿Acerca de qué? ¿Llamarte por tu verdadero nombre? —Frunció aún más el ceño—. Porque no hay otra persona que te hubiera podido reconocer.

Él asintió y ella descruzó los brazos, acompañada de un suspiro.

—Magnus me dijo que no te llamara por tu nombre de pila —se encogió de hombros—, porque no muchos conocen tu identidad, además de que sería sumamente irrespetuoso. Eso es todo. No veo el alboroto de saber quién eres.

Elizabeth dio media vuelta y regresó a su caminata, Zachariah la tomó del brazo antes de que pudiera avanzar.

—Espera, ¿es verdad? Digo, que puedes revivir a los muertos.

Ella tragó y tomó aire.

—Es verdad y también es ilegal. Altera el orden natural de las cosas. Si algo sale mal, la Clave me encerrará en la Ciudad Silenciosa el resto de mi existencia, la cual es mucha, pero ése será el menor de mis problemas.

—Yo me encargaré de que no sea un problema —Zachariah aflojó su agarre.

—Mantengamos una mente positiva por ahora. Nos vemos luego, Zachariah.

—Espera, ¿que habrá de cenar?

Ella rodó los ojos.

—Pollo con cítricos, aunque te aconsejaría brincártelo y pasar directamente al pay de melocotón.

Él sonrió y sus ojos se arrugaron; la soltó y fue trotando en dirección a la casa Penhallow.

Arrugó la nariz al pensar en el sabor de ese pollo con cítricos. Asqueroso.

Clary se sentó a un lado de Raphael. Habían logrado encontrarlo escondido en la biblioteca de la casa, y lo persuadieron de contarle lo que sabía.

—Bien, esto es todo lo que sé —comenzó—. Recuerden que soy nuevo es esto, probablemente debieron de ir con Magnus o algo.

»Rondaba el año de mil setecientos diez cuando un grupo de Cazadores de Sombras decidieron que los Ángeles caídos no eran Ángeles, eran demonios, justo como Lucifer. Un joven llamado Benjamín decidió crear un movimiento en nombre de Raziel y todo lo divino, reunió un grupo de discípulos y les dio caza. No les fue tan difícil encontrarlos, los Ángeles, al igual que los subterráneos, emanan un olor diferente al resto de la humanidad. Huelen a fruta podrida y a dulces. Benjamín, junto con su séquito de seguidores pescaron a uno y lo torturaron hasta encontrar la guarida de todos ellos, eran tiempos difíciles así que los Ángeles cuidaban unos de otros en la misma construcción. Los Cazadores de Sombras mataron al Ángel e incendiaron el lugar hasta los cimientos, no quedó nada. Ninguno.

—Pero Elizabeth...

—Ella no cayó hasta casi un siglo después —respondió el joven vampiro—. Los Cazadores trataron de seguirle la pista, pero no pudieron. Se cuenta que la chica cazó a los descendientes de Benjamín y los que se habían unido al movimiento. Una semana después había una torre de cadáveres incendiándose en la entrada de Alacante con un mensaje grabado a fuego "Ne pas trahir votre créateurs"

No traiciones a tus creadores —tradujo Jace—. Los mató ella.

Raphael asintió.

—Trataron de encontrarla pero no pudieron, ésa chica es una experta profesional.

Cazadores de Sombras: La hija de Magnus BaneDove le storie prendono vita. Scoprilo ora