–¿La última opción no era un chiste?

–No, era una opción y una de las mejores –me guiña el ojo.

–Tu compañía es como un grano en el culo.

–Gracias por esas palabras tan bonitas.

–De nada.

–Te recogeré en tu casa.

–Ethan, la última vez que fui a una fiesta contigo acabé en la cárcel. Gracias por la invitación, pero he de rechazarla.

–Esta vez no será así.

–¿Y cómo lo sabes, eh? ¿Tienes una varita mágica o ves el futuro?

–Mejor pregúntaselo a tu hada madrina –pongo los ojos en blanco.

–Eres idiota.

–Esta vez no pasará nada porque solo vamos a ir a una fiesta.

–¿Qué tipo de fiesta?

–Una fiesta donde la gente bebe, baila y hace lo que le da la gana.

–Oh, ¿sí?

–Sí –dice creyendo que voy a aceptar.

–Pues pensándolo bien... No, no voy a ir.

–No lo has pensado bien –se ríe.

–Sí, sí que lo he hecho. No es mi culpa que tu tengas el cerebro del tamaño de un mosquito.

–¿Algo más que decirme? Cerebro de mosquito, grano en el culo...

–Idiota.

–Uy sí, se me olvidaba esa.

–Pues creo que es la que mejor te define.

–Nos vemos la semana que viene –dice una mujer saliendo de la consulta y resoplo. Mierda, me toca a mi.

–Elizabeth, le está esperando el doctor –yo asiento y me levanto.

–Eli –le miro cuando me llama –piensalo al menos, ¿vale? –pongo los ojos en blanco y entro en la habitación del pánico.

El doctor chiflado está en su silla, como siempre, tecleando en su ordenador y me saluda con sus "Buenas tardes Elizabeth, ¿qué tal te va?". Por favor, que alguien me saque de aquí.

–¿Has estado quedando con Ethan?

–Sí.

–¿Y qué tal?

–Bien.

–Pues cuéntame.

–¿Que te cuente qué? –no sé que quiere que le cuente.

–De qué habláis.

–Ah, de cosas.

–¿Pero de qué cosas?

–No lo sé, no sabía que tenía que apuntarlo en una libreta –digo en tono burlón.

–¿Te ha contado algo de su familia?

–No.

–¿Y de su infancia?

–Tampoco.

–¿Habéis hablado de algo?

–Sí, ¿es que tengo que contarle todo con pelos y señales? Madre mía... –resoplo. No llevamos ni dos minutos y ya me está poniendo de los nervios.

–Elizabeth, tú quedas con él para hablar. Sacarle esa información que yo no puedo. En mi no confía, en ti sí.

–¿Qué? –pregunto con la ceja enarcada.

–Tú eres su amiga, es más fácil que hable de sus cosas contigo que conmigo.

–¿Tengo que contarle a usted lo que él me diga? –digo sin entenderle.

–Sí, tu amigo necesita ayuda.

–No sabía que haría de mensajera.

–Pensé que lo sabías todo.

–Como iba a saberlo si no me has explicado nada –me río –. Yo solo accedí a ayudarle para molestar a mi madre. A ella no le cae bien Ethan y como me mintió tenía que hacer algo que le gustase tan poco como a mi que me oculten cosas –él se pone las gafas y me mira atentamente. Se me ha escapado...

–¿Qué te ocultó?

–Cosas de nuestra familia.

–Elizabeth, si no hablas no puedo ayudarte.

–Vale, mi madre compró cereales y se los comió sin avisarme –digo lo primero que se me ocurre. Si cree que le voy a contar lo de Ian va claro...

–¿Esos son problemas familiares?

–Sí, mi madre no quiere que la gente se entere de que come carbohidratos –me muerdo el labio para no reírme. Es la cosa más absurda que he dicho en mi vida.

–Oh –dice sorprendido, pero más sorprendida estoy yo de que se crea esa tontería.

–Sí, es un poco dramática.

–No sabía eso de tu madre.

–Por favor, no se lo diga a nadie. Como ya he dicho son cosas de nuestra familia.

–Tranquila, no lo haré.

–Gracias.

Sinceramente que tenga que contarle todo lo que me diga Ethan no me parece lo más adecuado. Cada uno tiene su privacidad y uno elije a quién contarle sus cosas. Si él no quiere contárselas al psicólogo es normal, yo tampoco le cuento las mías. Por lo tanto que quede claro que no, no pienso contarle nada, si es que me cuenta algo, claro...

Cuando salgo Ethan ya no está ahí, algo que me parece raro. Aún así no le doy mucha importancia y me voy a casa. Mis padres están trabajando y hoy no viene nadie a recogerme.

En el autobús de vuelta a casa llamo a Ashton de nuevo, no pienso rendirme hasta que me escuche. Espero a que conteste, pero no lo ha hecho. Sabía que no lo haría, pero tenía que intentarlo.

Al llegar a casa está todo a oscuras y muy silencioso. Hacía mucho que no me dejaban quedarme sola y lo echaba de menos. Enciendo la luz del salón y me siento en el sofá. Tengo que hablar con mis padres sobre lo de Ian, no creáis que se me ha olvidado.

Enciendo la tele, aunque no echen nada y decido esperar aquí hasta que vengan. Poco a poco empiezo a relajarme tanto que cierro los ojos y acabo quedándome completamente dormida.

¡Hola a tod@s!😊 Hasta aquí el capítulo de hoy. Espero que os haya gustado y gracias una vez más por leer, comentar y votar😻

Nos vemos el miércoles con un nuevo capítulo😘

Que tengáis un día, tarde o noche genial y un beso enorme😍💞😚💓🙌💋

Aléjate de míWhere stories live. Discover now