Malentendido.

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5 días antes...

Luego de haber despertado en la sala, el convaleciente chico intento levantarse haciendo caer una helada compresa de su frente luego se percato de tener unas más en el cuello y debajo de los brazos, no estaba muy seguro de cómo terminaron ahí pero por lo que recordaba y el evidente hielo que no había derretido normalmente se daba la idea de quien las colocó. Por cierto donde estaba? Entonces distinguió la nota sobre la pequeña mesa frente él:

"Tuve que regresar al trabajo, espero que mejores, lamento provocar todo esto. Sí la fiebre continúa no dudes en acudir a un médico, en caso de que necesites algo puedes llamar a este número
******* es de la cafetería estoy ahí todo el día."

Tras leer las palabras escritas con prisa y poco pulso, le invadió una sensación peculiar, una calidez que no provenía de la fiebre algo que inconscientemente le hacía sonreír.

Al final del día, Tweek terminó los labores en la cafetería, usualmente limpiaba todo el lugar antes de cerrar pero no se diría que le molestara al contrario el organizar las mesas y sillas (cosa que no podía lograr en su habitación) le daba tiempo para pensar y en ese momento se llenaba la cabeza de preguntas tales como: si Craig estaría despierto a esa hora, la fiebre sería menor o si ya estaría muerto. Tenía la intención de llamar al número que éste le proporciono anteriormente pero se detenía antes de digitar un número ya que no deseaba incomodarle pero también le intrigaba saber cómo seguía. Agh cuánta presión!

Debatió el asunto hasta decidirse nuevamente acudir al siguiente día en el período de descanso esta vez iría en automóvil para evitar apresurase por el tiempo y al llegar. La puerta fue abierta para contemplar al muerto viviente en que se había transformado el llamado súper Craig que se veía super enfermo con la cara pálida, pelo revuelto y cero vitalidad.

-Oh Jesús!- Se impresionó el rubio al ver esa apariencia moribunda.

-Eso significa que me veo como me siento- Dijo entre tos y tos.

Tweek le insistió que acudieran a un hospital pues esto se tornaba más grave pero obtuvo una rotunda negativa a su petición puesto que al parecer al jóven enfermo no le gustaban los hospitales y argumentaba la ausencia de fiebre con la esperanza de que lo dejara en paz para morirse en soledad.

En verdad Craig Tucker era odioso y necio como el demonio pero tanta estupidez y negligencia por si mismo comenzaba a terminar con la paciencia del rubio logrando sacar ese lado temperamental y agresivo que muy pocas veces estallaba.

-No te estoy pidiendo permiso-  Habló de manera severa y fluida muy distinta a su voz aguda y acelerada.

Era algo insólito que una persona de aspecto dócil le estuviese hablando de esa manera, pocas personas tenían tal osadía y peor aún arrojarle la chaqueta a la cara porque quisiera o no le arrastraría de ser necesario hasta el hospital e inexplicablemente seguía sus órdenes tal como infante regañado limitandose a vestirse con un puchero inconforme y es que no sabía el porqué esa manera de mirar tan agresiva con tan tiernos ojos le domaban cual cachorro, en alguna forma se sentía intimidado por un sujeto más pequeño y débil que fácilmente podría matar de un golpe pero en vez de eso ya se encontraba en el consultorio junto al maníaco del café que mantenía esa ira silenciosa en el inocente rostro.

En el trayecto de regreso ninguno emitió sonido alguno pues uno estaba molesto de lidiar con alguien tan arrogante y el otro tenía la sensación de que a  cualquier ruido que hiciera recibiria un golpe.

Una vez de vuelta, Tweek repaso la prescripción médica mientras Craig intentaba no morir sobre la barra de la cocina. El rubio observaba el reloj haciendo cuentas con los dedos de las horas según el enfermo debía tomar la medicación a lo que éste respondía con algún quejido gutural, de lo que no se percato inmediatamente Tweek, fue que se excedió 10 minutos de su horario entonces retomó su estado habitual de pánico y ansiedad al momento que el brutalista fingía centrar su atención en revolver los frascos naranjas de píldoras mordiendo su labio inferior intentando no reír de las muecas y alaridos nerviosos del acelerado mesero. Sin duda el chico era todo un personaje y algo en esa personalidad le causaba gracia al pelinegro y luego de que Tweek saliera corriendo con la promesa de volver y una maldición al tropezar de nuevo con la maceta fuera de la puerta, al fin pudo soltar las risas que contuvo.

Super Craig x Wonder TweekWhere stories live. Discover now