Capitulo 3: Táctica defensiva

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La clase estaba resultando ser eterna, el idiota a mi lado no se cansaba de tirarme bolitas de papel empapadas en su repugnante saliva. Mi lápiz pronto se partiría en dos si seguía presionándolo de la manera en que lo hacía.

¿Acaso el comportamiento humano no obedecía los límites? Al parecer no y de ser así aquel espécimen no tendría conocimiento alguno de la palabra «LÍMITE». Ideé mil maneras para cobrármelas, era eso o levantarme de mi puesto y clavarle el lápiz en medio de sus ojos.

¿Cuánto tiempo falta? ¿Una eternidad más? La espera me impacientaba cada segundo que pasaba. El idiota a mi lado sonreía a mi irritación, de la nada colocó un pedazo de papel doblado por la mitad sobre mi pupitre.

No vayas a clavarme tu lápiz ―Me susurró, le miré confundida.

Abrí aquella hoja lentamente, mis ojos se abrieron como platos al leer el contenido el cual decía «Te ves linda cuando te enojas».

 « ¡Esto tiene que ser una broma!» Me grité arrugando aquel pedazo de papel.

Gracias por responder ―Lucía frustrado, cosa que me incomodó.

―Que pasen un buen día ―Se despidió nuestro profesor.

Sólo eso me hacía falta para ponerme de buen humor, guardé mis cosas con calma, no había necesidad de apresurarse, nadie me estaría esperando. Mientras salía arrojé el pedazo de papel a la basura.

― ¡Espera! ¿Por qué no respondiste mi nota? ―Preguntó el «rey» impidiéndome avanzar.

― ¿Qué parte de no querer fraternizar contigo no te quedo claro?

― ¿Por qué?

―Tu propia idiotez te dificultará entender mi explicación, por lo tanto no perderé mi tiempo en eso ―Sólo pude avanzar un paso―. Oye, de verdad, no quiero tener nada que ver contigo

― ¿Sólo eso? ―Preguntó y yo le miré con una ceja arqueada.

Aquel chico no era un «rey», sólo era un individuo en busca de la aceptación social, el hacerse el irresistible sólo era parte de todas las acciones que debía realizar para ser parte de algo, que patético.

―No me interesan en lo más mínimo los halagos de tu parte ―Intenté avanzar pero de nuevo me lo impidió―. Escucha, me molesta que me sigan como si de comida para animales se tratara, así que apártate de mi camino y no me hagas perder mi tiempo

― ¿Sabes cuál es tu problema?

―Dímelo ―Le reté.

― ¡Eres una amargada! ―Los alumnos que estaban cerca de nosotros voltearon a mirarnos―. ¡Nunca has tenido una relación, eres una resentida social! Apuesto que nunca te han besado y lo entiendo, ningún hombre quisiera acercarse a ti ―Sentía que mi cabeza pronto explotaría debido a la furia que me invadió.

― ¿Terminaste?

―Sí.

―Perfecto, si era todo entonces puedes desaparecer de mi vista.

Le rodeé dispuesta a salir cuánto antes de aquel lugar.

―Amargada ―Dijo al estar yo un metro alejada.

―Sabes, no me importan tus comentarios inmaduros, con eso me demuestras ser un idiota sin imaginación ―Los presentes le hacían burlas, me acerqué a él―. ¿Sabes cuál es tu problema? ¡Que eres un espécimen sin personalidad propia! Imitas a los demás haciéndote pasar por el irresistible cuando en realidad eres un niño el cual al final del día se larga a llorarle a su madre porque no logró lo que quería ¿sabes? ¡Madura! ―Retrocedió―. ¡Si no quieres que siga humillándote frente a los demás quítate de mi camino! ―Inmediatamente lo hizo.

Inevitable (El juego de Elena #1) [Editada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora