Capítulo 30: Un punto y el juego termina

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¡Hola! Paso para avisarles que Inevitable está nominada a en el mini concurso de abril de los Premios Watty por lo que les agradecería en el alma que este 30 de Abril votaran por ella en la pagina web de dichos pemios. ¡Gracias!


Casi media hora después Madeleine salió por la puerta de emergencia con una sonrisa de vergüenza en el rostro. Gerard y yo le esperábamos en el auto, él serio como jamás lo estuvo y yo cruzada de brazos terminando el gran (pero breve) discurso-queja que le daría a ellos una vez que estuviéramos en casa.

— ¿Cómo estás? —Le preguntó Gerard cuando ella llegó hasta nosotros.

—Bien, fue algo normal del… embarazo —Sentí su mirada en mí mientras que yo sentía que mi rostro se quedaría permanentemente arrugado por la fuerza con la que arrugaba el ceño.

— ¿Te llevas tú el auto? —Le preguntó Gerard con suavidad.

—Sí, no queremos que choques o algo por el estilo —Espeté yo saliéndome del auto. Estaba lo suficientemente molesta con Madeleine como para no compartir su mismo espacio.

Cerré la puerta del auto y caminé hacia la camioneta aún con los brazos cruzados y el ceño firmemente arrugado. Era molesto que cada estúpida piedrecilla que estuviera en el camino se incrustara en la planta de mis pies, aunque por el rastro de sangre que estaba dejando por donde pasaba había vidrios diminutos regados por doquier.

—Deja que te lleve —Pidió Gerard corriendo hacia mí.

—Estoy bien —Respondí entre dientes—, sólo preocúpate por abrir la puerta de la camioneta antes de que yo llegue a ella.

Gerard no dijo nada más y en cambio corrió hacia la camioneta de Madeleine y la abrió para mí. Es bastante obvio que me monté en el asiento trasero, también estaba molesta con Gerard por lo que estaba pasando, aunque es bastante claro considerando que pienso con sus nombres y no con sus adjetivos de «papá» y «mamá».

De camino a casa estuvimos en silencio, él me miraba por el espejo retrovisor y yo intentaba no hacer lo mismo y en cambio mirar hacia afuera pero me era imposible, lanzarle miradas de resentimiento era parte de mi naturaleza y no podía dejar de hacerlo de un momento a otro.

—Yo te… —Me le adelanté y bajé del auto antes de que me abriera—… abro la puerta.

Caminé el corto tramo del estacionamiento a la puerta principal y entré. Lo primero que hice fue ir hacia la sala donde me senté en el sofá más grande y les esperé. Mi escasa paciencia se fue agotando poco a poco mientras que Madeleine y Gerard entraban a paso de caracol a la casa ¡ja! El que se tardaran más no significaba que su penalidad acabara más pronto, tenía al menos 8 meses para reprocharles.

—Supongo que quieres hablar con nosotros —Comentó Gerard mientras que entraban ambos a la sala.

—Supones bien —Respondí mirándoles con desaprobación.

Ellos caminaron hasta sentarse cada uno en un sofá individual que estaban orientados hacia donde yo estaba. Ambos se veían preocupados y les daba toda la razón, ellos conocían mi temperamento y no me contendría.

— ¿Por qué el ocultarme tu embarazo? —Le exigí saber a Madeleine mirándole con molestia.

—Al principio no sabía si estaba embarazada Elena… le pedí a Gerard que no te dijera nada hasta no estar completamente segura, además de que estábamos en plena mudanza.

— ¡Eso fue hace un mes Madeleine! —Le dije con fuerza sintiendo como mis orejas se calentaban—. No es una molestia que estés embarazada pero lo que sí es una molestia es el hecho de que somos una familia y como tal no deben haber secretos ¡y menos si involucra a un ser viviente!

Inevitable (El juego de Elena #1) [Editada]Where stories live. Discover now