Sentí como mi corazón se saltaba un latido cuando reconocí a una de ellas como mi querida Bela. Corrí hasta llegar a donde ellos se encontraban.

― ¡Bela! ―grité para llamar su atención.

La muchacha giró el rostro sonriente para mirarme a mí con cara de sorpresa. Se levantó acto seguido y se echó a mis brazos, apretándome contra su cuerpo.

― ¿Qué haces aquí? ―Me separó para mirarme a los ojos con el rostro serio de preocupación. ― Dime que no... no...

La silencie con mi mano sobre sus delicados labios.

―Tranquila, Bela. Estoy con él. ―Señalé a Hux a mi lado.

―Mi señor. ―Bela inclinó su cabeza en gesto de respeto ante él.

Mi amiga no tenía ni idea de todo lo que ocurría. Pobrecita. Sonreí, pensando que ya era hora de que se enterase de todo, o casi todo...

―Vengo a llevarte a la Dimensión Mortal, mí querida Bela.

― ¿Cómo...?

Busqué a Hux con la mirada para pedirle ayuda. No sabía muy bien cómo explicarle a un mortal todo lo referente al mundo inmortal.

―Muéstraselo. ―Mi hijo no era de muchas palabras, pero sabía hacer las cosas bien.

Con ambas manos cogiendo el rostro de Isabela, no como los dioses hacen de forma más rudimentaria, le mostré todo lo necesario para que comprendiese el mundo y mi función en él. Cuando abrió los ojos de nuevo me miró completamente asombrada. Sonreí amigablemente no queriendo intimidarla con toda la nueva información.

―Vaya... siempre supe que eras especial, pero no hasta ese punto. ―Comentó ella con la mirada perdida en algún lugar.

Pasamos un rato charlando. Bela formulaba preguntas a las dudas que le iban surgiendo y yo paciente se las resolvía. Entendía perfectamente su situación. Yo misma llegué a sentirme un tanto abrumada cuando descubrí todo.

Hux no se fue de nuestro de allí en ningún momento, no quería separarse de mí. Él siempre ha sido mi pequeño. A mi pobre niño le tocó uno de los dones más complicados. Se apoyó mucho en mí al comienzo de los tiempos, los dos creamos este lugar juntos.

No obstante nos dejó espacio mientras Bela soltaba una tras otra sus dudas. Notó como ella se tensaba cuando el Dios estaba cerca. Era normal y la comprendía. Lo que me sorprendió fue que estuviera hablando con la hermana de mi amiga. Me había parecido verlo sonreír, pero no de manera sarcástica...

― ¿Alguna duda más? ―Le pregunté con esperanza de que hubiera terminado.

―Mm, no, creo que ya está. ―Un segundo de silencio. ―En realidad aun tengo una.

―Adelante. ―Suspiré.

― ¿Por qué has venido?

―A por ti. Si tú quieres volver, puedo hacerlo.

Agarré sus manos, feliz con la idea. Sin embargo su mirada se volvió ausente y giró sus ojos hacía donde su familia se encontraba.

―Estoy en paz... ―Comenzó. ―Los echaba de menos.

―Lo comprendo, pero, ¿no echas de menos a los que has dejado en la otra dimensión?

―Peter... ¡Oh, Peter! ―Sus ojos se empañaron. ― ¿Cómo hasta ahora no había pensado en él? ¡Los Condes de Aleir, la pequeña Hada!

―Piensa que aun eres muy joven, tienes toda la vida por delante y al final del camino ellos van a estar aquí decidas lo que decidas.

Una mano emergió del hombro de Bela y ella se sobresaltó.

―Hermanita, ella tiene razón. ―La muchacha, muy semejante a su madre, no tuvo reparos en hacerle ver a Bela lo que pensaba. ―No quiero que te pase como a mí... Nos amas mucho, pero eso no será suficiente.

La joven se quedó por un instante pensativa y se marchó. Pasó de largo por delante de Hux, el cual la contemplaba de una manera peculiarmente extraña.

― ¿Qué decides? ―Le tendí la mano.

―Vuelvo y Peter va a escucharme de una vez por todas.

Agarró mi mano decidida.

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Un besazo!! 😘

La Dama Caos. (Dioses Y Guardianas 3)Where stories live. Discover now