Capítulo 28

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Capítulo 28

Dos días después de lo sucedido con Jules la situación no había mejorado. Habían encerrado al beta en una de las celdas del sótano. Esa fue la decisión del Alpha.

Cuando Micah le explicó que Jules se sentía atraído por Lain, supo que no podía arriesgarse a tener al hombre en una de las habitaciones, ni con un guardia viguilándolo día y noche podía estar seguro de que el beta no enloqueciera de nuevo y tratara de hacer daño a alguien. Lain era un omega humano, no tendría ninguna posibilidad contra un cambiaformas y menos contra uno fuera de control. Lain era uno más de su manada, era su deber como Alpha mantenerlo seguro.

Alek entendió lo suficiente de lo que estaba pasando, como para saber que Jules no quería hacer daño a nadie, pero lo haría si esa cosa volvía a tomar el control. Era un peligro para sí mismo y para los otros, no podía permitir esa amenaza, no con su compañero en casa.

Después de que Jules tratara de quitarse la vida Alek no tuvo más remedio que usar los grilletes de plata. Fue la decisión más difícil que tuvo que tomar. No quería que Jules pensara que era un castigo o que estaba enfadado con él. Tampoco quería que Micah le viera como a los monstruos que le hicieron lo mismo a él, pero la plata era lo único que impediría el cambio y sin garras de por medio, el beta no podría hacerse daño. Lo único que Alek quería era proteger a Jules de sí mismo hasta que encontraran la manera de ayudarle.

Todos estaban afectados, día a día, hora a hora, minuto a minuto, el ambiente en la casa se iba oscureciendo. Todos tenían motivos para culparse. Desde que Jules atacó a Micah... no, desde antes. La verdad era que a todos les sorprendió cuando Jules eligió quedarse junto a Alek cuando la manada se dividió. Nadie había creído que el beta desobedecería a su padre. Jules no era realmente cercano a ninguno de ellos y nadie se tomó la molestia de llegar a conocerle. La relación empeoró después de que atacara a Micah.

Le habían apartado, le habían juzgado, le habían dejado solo y la oscuridad le había atrapado. Todos tenían sus propios motivos para sentirse responsables por la situación en la que se encontraba Jules.

Wild no era una excepción. Después de lo sucedido, todos volvieron sus ojos hacia él buscando respuestas. No pudo decirles nada. No tenía ni idea de lo que le estaba sucediendo a Jules. Nada de lo que recordaba haber leído o aprendido se parecía a lo que Micah había descrito. Esa cosa no era un hechizo, no era un encantamiento, según Micah era algo físico, algo dentro de Jules. Tentáculos alrededor de su corazón, retorciéndose y hundiéndose profundamente en su interior... no tenía ni idea de qué era esa cosa. Por lo que había visto del comportamiento de Jules, también estaba en su cabeza, tratando de hacerse con el control.

Por primera vez en su vida lamentaba no haber prestado más atención a las lecciones de su padre y ese pensamiento le carcomía por dentro. Si hubiera estado más atento, si hubiera prestado más atención...

Él había pensado que sus conocimientos sobre los brujos les mantendrían a salvo y se había equivocado. Había creído que quemando todos los vínculos de la bruja con la casa estarían fuera de su alcance y de nuevo había cometido un error.

Su arrogancia le había vuelto descuidado y un compañero estaba pagando un alto precio. No solo era culpa, también sentía vergüenza por haberle fallado a su Alpha, por fallarles a todos. Quizás esa vergüenza era la que le impedía dejar solo a Jules. Desde el día que fue encerrado, Wild no fue capaz de dejar su lado.

Entendió que su Alpha decidiera ponerle los grilletes de plata. Alek no estaba siendo cruel, tan solo pretendía mantenerlo a salvo... aun así...aun así sintió como su corazón pesaba por ello. Él ayudó a ponérselos porque aquello era en parte su culpa... ojalá no lo hubiera hecho. El sonido de los grilletes al cerrarse se gravó en su memoria y desde entonces no había podido sacárselo de la cabeza.

ManadaWhere stories live. Discover now