-¡Adrienna es mejor que ustedes en muchos sentidos!. -grita Giuseppe logrando que suelte una pequeña risa y niegue levemente.

Sigo revisando mis cosas aunque un poco más tensa porque me están nombrando en una pelea sin una pizca de sentido. Miro de reojo a mis hermanos. No están consientes de nada, solo de lo que está pasando en sus celulares.
Agarro el mío y les mando un mensaje ya que no creo que me puedan escuchar con terrible escándalo al rededor nuestro.

"Vayan a buscar la plata que me debe Gianno Andoni. Ya saben dónde es."

Levantan la vista de sus celulares y sonríen parándose enseguida sin una sola queja. Abren una de las puertas de unos de mis tantos muebles con armas, agarran unas y se van dejándome sola con los dos pares de hermanos Gangardi. Suspiro.

-¡Ella podría estar mejor sin vos!. -grita Giorgio captando mi atención.

-¡¿Crees que no lo sé?!. -grita Jason.

Frunzo el ceño y dejo de mirar los papeles todos revueltos sobre mi escritorio. Los acomodo y los vuelvo a dejar dónde estaban.

-Entonces, ¿Por qué no te vas y la dejas?.

-Ya lo hice y no pude. -Jason suspira. -No puedo estar separado de ella. La amo.

-¡Pff! ¡Se notaba demasiado, primito!. -exclama Giusseppe. -La extrañabas tanto que cada vez que te íbamos a ver estabas con una mujer diferente cada día.

Mi mandíbula se aprieta haciendo rechinar mis dientes. Mi mirada se oscurece. Esperemos que estén bromeando. Por el bien de Jason y de su paternidad, esperemos que ese comentario sea nada más y nada menos que una simple broma entre primos.

-Se quedaban a dormir con vos Jason. ¿Quién hace eso cuando supuestamente son mujeres de una noche?. -pregunta con sarcasmo Giorgio.

Esa fue la gota que rebalsó el vaso. Me paro de mi silla y me encamino hacia la puerta con pasos firmes ignorando los llamados de Jason. La abro y cierro de un portazo. Bajo las escaleras de dos en dos soltando insultos al azar.
Al no ver a nadie en el living voy hacia el patio de atrás. Sonrío aliviada al encontrar a Emilio, Enzzo y Angelo charlando animadamente.

-¡Adri!. -exclama alegre Enzzo al verme.

Me abraza por los hombros atrayéndome hacia él. Sonrío aún más.

-¿Alguno tiene un cigarro que me pueda dar?. Necesito descargarme de otra manera que no sea matar, golpear o romper vasos. -digo y me encojo de hombros.

Mis tres amigos sueltan una carcajada para nada disimulada. Angelo saca de su bolsillo una cajetilla de cigarros, saca uno y me lo da junto con su encendedor. Le agradezco y lo prendo. Inhalo y exhalo el humo. Extrañaba esto.
Los quedo mirando con una sonrisa mientras ellos siguen con su conversación preguntándome algunas cosas o que les de concejos. Ellos son más grandes que yo, de altura y de edad.
Emilio tiene 28 años, es más grande que mis hermanos por tres años; Enzzo me lleva solamente un año, ya que yo el 23 de enero cumplo los 23 años; y por último, Angelo tiene 27, un año menos que Emilio y dos años más grande que mis hermanos.

-¡Adrienna!. -escucho el grito de Jason. Ruedo los ojos y exhalo el humo del cigarrillo.

-Es insoportable tu novio. -comenta Enzzo sin dejar de abrazarme.

-Ni que lo digas. -comento.

-¡Adrienna!. -vuelve a gritar mi queridísimo novio.

-¡Esperemos que tengas una buena explicación a lo que dijeron tus primos por el bien de tu paternidad, Gangardi!. -grito deshaciendo el abrazo de Enzzo y encaminándome hacia dónde está Jason.

Escucho como mis amigos comienzan a reírse y a apostar por Jason o por mí.

-La tengo. -dice serio. -¿Celosa?. -pregunta con una sonrisa egocéntrica.

-Callate. -gruño.

Antes de que Jason pueda empezar a darme explicaciones sobre toda la discusión que tuvo con sus primos, Itzae aparece en mi campo de vista lleno de sangre y con una enorme sonrisa.

-Hola, hermosa. -me saluda sonriendo. Al ver a Jason solo asiente con la cabeza.

-¿No te había dicho que no lo hagas sufrir?.

Hace una mueca y se encoge de hombros.

-Lo lamento pero Aloyoshenka y yo nos entusiasmamos al poder matar a alguien italiano ya que con todos los Gangardi no podemos. -dice sonriendo sin mostrar los dientes.

Suspiro y ruedo los ojos.

-¿Desde cuando Aloyoshenka está acá en mi casa?. -pregunto.

-Recién. -dice el susodicho apareciendo detrás de Itzae. -Perdón por no avisarle madrina.

Asiento y sonrío levemente.

-Para la próxima háganlo.

Los dos rusos asienten. Me doy cuenta como Jason se pone tenso bajo la mirada de Aloyoshenka. Mi novio está serio y con la mandíbula apretada mientras que los dos rusos, cabe destacar que son más altos que él, lo miran con una sonrisa egocéntrica y maliciosa. Eso también lo va a tener que explicar porque me siento fuera de lugar. Algo esconden.

Adrienna. ©   (2º libro) - Editando. Where stories live. Discover now