Capítulo 4.

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Adrienna's POV

Son las dos de la mañana y yo no he podido pegar un ojo en toda la puta noche. No he dejado de pensar en esos dos extraños, ¿Qué mierda se les dio por ponerme eso en una servilleta? Encima después no muestran las caras. Son ridículos, patéticos y poco hombres.

Me levanto de la cama, agarro un buzo enorme de Jason y me lo coloco arriba de mi lencería, abro un cajón de mi armario y saco mis puchos con el encendedor, voy directo hacia el ventanal, lo abro y salgo al balcón a fumar.

Inhalo y exhalo el humo. Es lo más tranquilizante y reconfortante que he hecho desde la muerte de mi novio.

Me dedico a mirar el campo de entrenamiento, está vacío y oscuro. No hay ni una sola alma afuera, solo yo.

Frunzo el ceño al notar que una luz se prende, doy media vuelta hacia la izquierda y noto que la luz de la habitación de Amedeo está prendida. Agudizo mi oído al escuchar que está hablando por teléfono.

¿Chusma? No, curiosa.

-¡Nada funcionó!. -grita.

¿De qué mierda está hablando?.

-¡No me vengas a decir a mí que sí, porque no y lo sabes muy bien!.

-¡¿Queres callarte, por favor!?. -escucho el grito de mi otro hermano. -¡Hay personas que quieren dormir no escuchar tu estúpida conversación!.

Gracias, hermano.

Vuelvo a acostarme una vez que termino mi cigarrillo y cierro las puertas del ventanal.
Me quedo un rato pensando en todo lo que he hecho en este tiempo. Cambié. Y mucho.

Me doy vuelta en el cama y me quedo mirando el lado dónde solía dormir Jason. Instantáneamente se me forma un nudo en la garganta.
Quiero tenerlo de vuelta conmigo, quiero sentir su calor, sus besos, sus abrazos. Quiero ver sus profundos ojos grises que me transmitían paz y adrenalina al mismo tiempo.

Necesito a mi novio... Necesito a Jason.

Suelto un sollozo. Lo extraño demasiado.

Ya no aguanto más y me largo a llorar con todo. Me levanto de la cama y comienzo a tirar todo, gritar, golpear las paredes.
Me paro al frente del espejo, me miro unos segundos; tengo mis pelo todo desordenado, ojeras debajo de mis ojos y el color de estos ya no es de un celeste brilloso, es de un celeste opaco.
Suelto un grito de frustración y le pego al vidrio dos veces haciendo que se rompa en pedazos.
Hay pedazos de espejo por todos lados.
Lloro con todo, ya no me importa nada.

No estoy bien.

Caigo de rodillas arriba de los pedazos cortándome las piernas.
Grito y sollozo.

Ya no aguanto más.

Agarro un pedazo grande del espejo y lo quedo mirando mientras lágrimas siguen rodando sobre mis mejillas.
Miro mis muslos y vuelvo a mirar el pedazo de espejo que tengo en la mano.

A la mierda.

Lo presiono contra la piel de mi muslo derecho y lo voy arrastrando. Gruño por el ardor y veo como la sangre va brotando. Sonrío y vuelvo a sollozar.

Adrienna. ©   (2º libro) - Editando. Where stories live. Discover now