Después de haber caminado con el altar con tu hermoso vestido blanco y el con su traje, decidieron irse de Luna de miel como tú habías decidido. Batallaron, Busan o Hawaii eran las opciones, en Busan estaban tus familiares pero tu no querías ir con ellos. Era una Luna de miel, el tema es estar solos y no con parientes. Y Hawaii donde pagarían un hotel para pasar una semana en la playa.
Como siempre, ganaste tú. Irían a Hawaii en unos días y estabas muy emocionada.
(...)
Pusiste un pie en la arena, sintiendo lo rasposa y caliente que estaba. Rápidamente empezaste a saltar en puntillas hasta que unos brazos te atraparon, y no cualquier brazo, eran los de tu esposo que te subió a su hombro para que no te quemaras. Te llevo hacía un lugar vacío donde colocó la sombrilla y tu extendiste la tela, comieron, se metieron al mar, jugaron a la guerra de agua y se marcharon al hotel.
-Bebe, voy a bañarme- le dijiste mientras tirabas el bolso al suelo cerca del refrigerador. Lo viste asentir, así que agarraste un toallon y te metiste a la ducha.
Cuando enjabonabas tu cuerpo, el agua repentinamente cesó lo que hizo que te asustaras. Golpeaste un poco la pared, abriste y cerraste el agua fría al igual que caliente pero nada. Llamaste a tu ya marido para ver si podría arreglarlo, así que entró al baño y empezaste a explicarle el problema. Pero notaste que no te prestaba atención, chasqueaste un poco tus dedos en su cara para que reaccionara y funcionó.
-Tae, estoy hablandote- dijiste regañandolo.
-Si, lo siento. Pero es que no puedo concentrarme si estás así, cariño- no entendiste en total sentido hasta que unió sus labios pegandote a la fría pared de mármol, por la fuerza casi te caes pero te sostuvo con las manos en tu cintura.
Sabías la técnica, rápidamente llevaste tus dedos a su nuca y empezaste a acariciar suave su cabello, tiraste de su playera haciendo que levantara los brazos se la sacaste empapada por tu culpa.
El beso no era el de antes, habían avanzado con sus lenguas que se movían y juntaban entre sí. Abrían sus labios y los cerraban, mordiéndose entre ustedes. Bajo su boca hasta tu cuello, donde empezó a morder, succionar y chupar, dejando besitos cuando mordía fuerte y gemias.
Pusiste tus manos en sus clavículas, las fuiste bajando dando un beso en su pecho. Marcaste su abdomen con tus dedos delineando y llegaste hasta el elástico de sus pantalones que bajaste de un tirón.
Empezó a hacer círculos con su pulgar en tu clítoris, miéntras te penetraba con un dedo. Dejó tu clítoris para jugar con tus pechos mié tras tu besabas su cuello y sin aviso te penetró, haciendo que gimas fuerte y agudo subiendo tus piernas a sus costados.
Se movía lento torturandote, algo que no te gustaba mucho.
-Tae, más rápido- dijiste con la voz entrecortada y tus manos viajando por su espalda.
-Con gustó- su cadera empezó a ir mucho más rápido, acompañada de tus movimientos circulares y profundos.
Cambiaron de posición; te bajó y te dio vuelta, moviéndose mucho más rápido y con más alcance. Así estuvieron un largo rato, de vez en cuando daba besos pequeños en tu espalda que creaba escalofríos en tu vientre.
Ya estaban cerca del clímax, haciendo que el calor y sus cuerpos se volvieran más pesados. Tu paredes empezaron a ajustarse y V empezó a gemir más, te corriste igual que el. Apoyó su cabeza en tu hombro y tu te sostenias de las paredes, los dos con la respiración agitada.
-Vamos por la segunda ronda- dijo para luego abrir la ducha.
-Odio bañarme.
-Ya no.
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