Yo estaba prestando mucha atención, porque muchos maestros nos habían dicho cosas horribles, todo por el hecho de no tener un diez en los casilleros.

—Está bien que se esfuercen —continuó—. No lo niego, pero, ¿vale la pena dejar de hacer lo que aman solo por desvelarse para conseguir un diez? Si te gusta cantar, canta; si te gusta bailar, baila; si te gusta escribir, escribe. No dejes que alguien aquí ni en ningún lado te diga que eres un inútil que pierdes el tiempo. Porque si lo que te hace feliz te hace bien, nada ni nadie puede decirte que no lo hagas. Ya solo quedan los exámenes y en este año ya muchos cumplirán quince; se verán más cerca de ser adultos. Pero que eso no les asuste. Solo piensen en que lo que se viene es algo que les ayudará a crecer como personas, y que si hacen algo bueno pero que a los demás no les gusta por el simple hecho de que quieren arruinar vuestra felicidad, no los escuchen. Vean lo que tienen y den gracias por ello. Vean lo que tendrán y trabajen con amor para obtenerlo.

Un compañero empezó a aplaudir y todos le seguimos. Entonces empezó a decir nuestros promedios, y todos nos alegramos cuando todos superábamos el ocho punto cinco. Solo quedaban los exámenes, que iniciarían el lunes siguiente, pero ya todos estaban confiados y casi listos para rendirlos.

—¡Pasamos! —gritamos todos en el salón cuando vimos todas nuestras calificaciones en el tablero de noticias. Estábamos sumamente contentos, y si no era por uno mismo, por el de al lado. Todo estaba acabando y ese año supuso una serie de grandes cambios en mí.

—¡Chicos! —nos llamó nuestro profesor—. Tengo otro anuncio que hacerles antes de que me vaya a otro curso. La clausura del año lectivo es en dos semanas, así que se hará un evento muy especial y habrá muchas cosas geniales: baile, comida, concursos. Es para que toda la familia asista. Por lo tanto, la invitación ya está hecha, pero no está de más decírselos, y quería hacer una invitación especial a una de sus compañeras.

Yo supe rápidamente que aquella invitación era para Angie, quien lo notó unos segundos después.

—Angie, los profesores te pedimos que hagas un número de canto en la clausura. Puede ser la canción que tú quieras, de eso no te preocupes —dijo guiñando un ojo.

Angie no supo qué decir en ese momento, pues estaba con la boca abierta y le brillaban los ojos. Todos seguimos aplaudiendo y nos emocionamos hasta más que ella.

—Está bien —respondió—. Lo haré.

—Muy bien.

Y todos volvimos a aplaudir.

Cuando regresamos del recreo, nuestro tutor había dejado en el pizarrón la misma pregunta que nos hizo nuestra primera clase con él.

¿Es mi vida interesante?

Había dejado un marcador en el escritorio y todos, luego de tomar nuestras mochilas para salir, escribimos si lo era o no. Cerca de diez escribieron que no, pero el resto, que sí. Cuando fue mi turno, escribí:

Lo es, interesante y caótica

Todos nos reímos y salimos del salón. Si pudiera volver al primer día de clases en el octavo año, diría: Lo que tengo de especial es que mi vida está peor que drama de telenovelas.

Luego de aquello llegaron los exámenes, para los cuales los cinco estábamos perfectamente preparados. Daniel llegó con la grata noticia de que su madre había conseguido un nuevo trabajo como cajera en un restaurante cerca del parque La Carolina y Angie estaba más que nerviosa por presentarse en el festival.

Cuando las pruebas terminaron ya era febrero y todos nos preparábamos para celebrar carnaval. Estábamos felices y yo ya había dejado en el paso aquella amenaza que me había hecho mi padre. Estaba seguro de que ya nada sucedería y que podíamos estar todos tranquilos.

Ellos, ella & yoWhere stories live. Discover now