¿Un psicólogo?

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—No es tan grave, Darío —insistió. Era la cuarta vez que lo repetía—. Simplemente es alguien que te ayudará con tus problemas del pasado.

—Nunca debí decirte la conclusión de Johan —respondí un poco enojado. Recordándolo, no puedo creer que mi madre haya dudado de mi estabilidad mental—. No estoy loco, mamá, lo prometo.

—Darío, a los psicólogos no va la gente loca, esos son los hospitales psiquiátricos. Simplemente quiero que converses con alguien que sepa cómo ayudarte con tu problema de no poder hacer amigos.

—Eso es cuestión mía, mamá.

—Exacto, y creo que ni siquiera tu sabes cuál es el problema.

—No quiero ir.

—No puedo obligarte, pero creo que lo necesitas, y mucho. No hablo contigo todo el día, y está bien, es mi error. Conversa contigo mismo y te darás cuenta que hay cosas que tú no puedes solucionar.

Pasaron los meses y esperé a que mamá dejara el tema, pero Johan seguía insistiendo en que hiciera amigos. No pensaba que mi accidente tendría algo que ver: era estúpido. Simplemente no se me daba hablar con el que se me cruzara. No tenía la suerte y apertura que tenían los demás chicos de mi edad, y solo tenía trece años, no creo que haya sido para tanto, aparte, no era el único con ese problema.

Me convencí de que estaba bien, de que no necesitaba ser popular y sociable para sentirme mejor, y que no tenía ningún problema, pues lo amigos llegarían luego. Solo tenía que ser yo y nada más; tenía a Johan, a quien había prometido jamás alejarme o algo por el estilo, y viceversa. Así pude sobrevivir con un amigo durante unos meses.

Durante ese año la actitud de muchos de mis compañeros cambió radicalmente: algunos se juntaban con chicos de cursos superiores, sobre todo las chicas. Los varones de mi curso pasaban abrazados con las chicas por bastante tiempo, pero tengo que admitir que no éramos todos. Yo simplemente observaba qué era lo que hacían, porque me era indiferente en cierto punto, hasta que llegó la fiesta de navidad.

Nos habían advertido que estábamos en la edad en la que los chicos miraban de forma diferente a las chicas y viceversa.

Y lo pude comprobar en la fiesta de Navidad.

Ellos, ella & yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora