Noviembre

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Llegó el mes de noviembre y eso significaba que las novelas en nuestro curso debían estar terminadas y listas para presentarse.

Si ustedes han llegado a este capítulo deben saber que yo había escrito hasta aquel entonces toda la primera parte de este libro y casi seis capítulos más, por lo que no pude escribir toda la historia como quise. No quiero enumerar todas las situaciones que me impidieron escribir más, pero bueno, así estuvo.

Durante aquella semana todos en el curso empezó a comparar su historia con la de los demás. José había escrito una novela corta sobre un perrito, y esta era muy bonita según lo que él contaba, sin embargo, yo no quise leerla porque seguramente iba a llorar con cada capítulo; todavía recordaba a Dany con mucho cariño.

Ángel borró su primera historia, en vez de esa, había escrito una clase de poemario o diario de muchos pensamientos, lastimosamente él no me dejó leerlos, lo cual estuvo muy raro. Sin embargo, no quise insistir en eso porque simplemente no era mi historia.

—¿Qué hay de la tuya? —me preguntó, pues nunca la leyó.

—Tampoco quiero que la leas —respondí en son de broma.

—¿Hablas en serio?

—Sí, porque tú no me dejas.

—Prometo hacerlo luego.

Me reí y le expliqué que no estaba enojado ni resentido.

—Entonces en casa hacemos un intercambio de archivos, ¿te parece?

—Sí, por mí está bien.

—Hecho.

Después llegó nuestro tutor George, pero no estaba solo. A su lado estaba nuestro tutor del año pasado de quienes no les conté más, y me disculpo por eso. Simplemente no hubo la oportunidad. Sin embargo, y volviendo a la historia, ambos estaban de pie allí mientras todos teníamos anilladas nuestras historias sobre las bancas.

—¿Cómo están, chicos? —preguntó Alejandro.

Todos respondimos al unísono que bien. Nos pareció bastante curioso que él, siendo siempre tan indiferente, nos preguntara cómo nos encontrábamos.

—Quiero que levante la mano quien no ha traído su novela —ordenó.

Al instante solo dos chicos levantaron la mano. Él los miró un poco decepcionado, pero no lo entendí del todo, pues él no había enviado la tarea. Sin embargo, el siguiente en hablar fue nuestro tutor actual:

—Quiero que bajen las manos, chicos —ordenó—. Quiero decirles que estoy orgulloso de ustedes, y lastimosamente solo me refiero a quienes han terminado el trabajo. No importa si la novela sea buena o mala, simplemente quería ver si ustedes realmente han logrado cumplir esa meta que les he planteado. Sé que no a todos les gusta escribir, y eso está bien, pero esto ha sido un reto, y como personas, siempre debemos aceptarlos y saber que somos capaces de hacer más de lo que estamos acostumbrados a hacer. No les estoy hablando como maestro, sino como alguien que ha tomado retos en su vida y, así como ha fracasado, ha tenido también triunfos en base a eso. Gracias a quienes se tomaron la molestia tarea de escribir un libro. ¡UN LIBRO! —exclamó—. Un libro no es cualquier cosa, es magia, chicos. Quiero que todos se den un fuerte aplauso.

Todos empezamos a aplaudir como focas endiabladas hasta que el profesor Alejandro nos calló:

—Yo creo que le dejé a George personas civilizadas, no focas.

Después nos empezamos a reír hasta que volvimos a enseriarnos.

—Y bueno —dijo. Algo en mi interior me dijo que lo que se venía no tenía nada de bueno—, quiero que cada uno tome dos minutos o menos para explicar su obra y por qué ha elegido el tema.

Ellos, ella & yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora