Año nuevo

22 4 2
                                    

No hablé con mi madre durante los siguientes cuatro días, porque era muy delicado aquello. No encontré otro diario que revelara más cosas acerca de mi familia y en realidad tenía mucho miedo de hacerlo.

Por otra parte, todos seguíamos con la emoción y felicidad de haber pasado tan lindos momentos en Navidad junto a Daniel y su madre, quienes estaban listos para empezar con el pie derecho aquel año.

El treinta de diciembre mi madre recibió una llamada de la madre de Johan, quien nos invitaba a los dos a pasar Año Nuevo en su casa. Yo me sorprendí mucho de aquello, pues no esperaba que su madre le llamara a la mía personalmente, en cambio, sí esperaba un mensaje de él como solía hacerlo.

Mi madre, para no llegar con las manos vacías, decidió comprar un monigote para poder quemarlo junto a ellos. En Ecuador es de lo más normal quemar aquellas cosas, y Quito aquel año no fue la excepción. Compramos un muñeco de Superman, a pesar de que ya era algo mayor para aquellas cosas.

La tarde de aquel día mientras me arreglaba para salir, mi madre me preguntó por aquella caja con embalaje. Me dijo que tenía unas fotos de hace muchos años guardadas allí. Le mentí diciendo que no sabía de qué me hablaba, aunque estuvieran todos esos cuadernos debajo de mi cama, y no respondió de vuelta. Cuando terminé de alistarme llevé en mi mochila todos aquellos cuadernos junto a mi ropa para cambiarme allá. Era curioso que Johan no me hubiera escrito desde el día anterior, a pesar de que yo tampoco lo hubiera hecho, pero era más que seguro que él le había dicho a su madre para que nos invitara.

A pesar de que había insistido mucho, me dijo que no podíamos llevar a Dany a la fiesta, pues causaría mucho alboroto junto a Tiago.

—Es suficiente tener a un San Bernardo haciendo bulla, así que Dany debe quedarse.

Entonces acepté a que se quedara aun cuando me preocupaba que se asustara por la pirotecnia como el año pasado.

Daniel estaría en Año Nuevo en la playa junto a sus familiares, del mismo modo Angie, solo que en otra provincia. Sami se quedaría en Quito al igual que nosotros, solo que con sus familiares. Aquel Año Nuevo sería diferente para mí porque en años anteriores cuando sonaban las doce mi madre y yo nos abrazábamos y nos íbamos a dormir, pero yo no entendía por qué ella siempre lloraba sola, hasta aquel año. Por eso daba gracias a Dios por la invitación que nos habían hecho.

Llegamos a casa de Johan cerca de las siete como nos había dicho y me sorprendí de ver como a cuarenta personas en aquel lugar. Resulta que ellos invitaban a toda la familia para festejar año nuevo a lo grande. Había música, comida y como cinco monigotes en el pórtico de la casa. Habían comprado a Peppa pig, Spiderman, al presidente, un minion y a un Chucky con cáncer, porque estaba más demacrado que de costumbre. Apenas llegamos pusimos a nuestro Superman junto a los demás y entramos a saludar a todos los que estaban dentro.

—¡Darío! —exclamó Johan cuando me vio. Lo saludé y luego me tocó repartir besos y apretones de manos a todos los que estaban dentro.

—Tienes una familia grande —le dije—. Si no tuvieras un jardín grande, no sé en dónde cabrían.

Se rió por mi comentario y luego saludó a mi madre, quien se sentía un poco mal al no haber llevado comida, pues la madre de Johan insistió en que lleguemos sin nada.

—¿Cómo así han venido?

—Pues... ¿qué te puedo decir? Tu madre nos invitó y no pudimos negarnos.

—Eso es genial. Hemos comprado decenas de juegos pirotécnicos para hoy, así que pareceré Harry Potter con las varitas.

—Como tú digas —contesté riendo.

Ellos, ella & yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora