—¿Dónde está Dany?

—Mi madre cometió el terrible error de dejarlo en casa. No quería que hiciera mucha bulla acá.

—Entiendo —dijo un poco decepcionado.

Entonces llegaron algunos primos de Johan, por lo cual el lugar lucía pequeño. Me presentó a sus familiares más allegados y nos pasamos hablando toda la noche. Sabía que en algún momento debía comentarle acerca de todo lo que había leído, pero no debía ser ese. Todos salimos a jugar con pirotecnia y así llegaron las diez de la noche. Cuando regresamos, vi que todos estaban bailando en el jardín con la música a un volumen muy alto. Johan apenas llegó se les unió al zapateo, como le llamaba él, y me sorprendí de ver a mi madre bailando con uno de sus tíos.

Eso no me lo esperaba —pensé.

Cuando dieron las once, Johan me propuso caminar lejos de la casa, ya que mucho ruido empezaba a fastidiarle y a dolerle la cabeza.

—Está bien —acepté mientras me levantaba del asiento y nos íbamos.

La noche estaba más fría que de costumbre y Johan estaba más que emocionado con las cuatro varitas que se había llevado.

Avada Kedavra —pronunciaba mientras salía una chispa de color verde—. Expelliarmus. ¿Quieres intentar?

—No, gracias. Estoy muy bien así.

—Aguado —respondió y siguió agitando su varita mientras decía—: Lumos, Nox.

Seguimos caminando durante un buen rato y me sentí mal de no haber insistido para que Dany fuera. Ya nos habíamos alejado varias cuadras de la casa y Johan encendió su penúltima varita.

—Mis padres pronto terminarán su matrimonio —dijo de repente.

—Lo lamento mucho, Johan...

—No lo hagas —me interrumpió—. Es lo mejor.

—¿Estás seguro?

—Sí. Mi padre le ha sido infiel innumerables veces y eso es una mierda. Mi madre merece a alguien mejor.

—¿Cómo estás tú?

—Pues... en un momento tibio.

—¿Momento tibio?

—Sí, cuando las cosas no están ni frías ni calientes, simplemente en ambas, pero ninguno de los dos lados.

—Entiendo... —pero no entendía nada—. ¿De dónde sacaste eso?

—De Yahoo Respuestas —respondió, entonces me miró y ambos nos empezamos a reír.

—En serio te digo que tienes mierda en la cabeza —y no seguimos riendo.

—Oye, eso siempre lo dice Daniel.

—Bueno, lo que me acabas de decir amerita que te lo diga.

Y reímos más fuerte.

—Le comenté a nuestro tutor George lo que te acabo de decir.

—¿Lo de lo tibio?

—Lo de mis padres.

—¿Qué te dijo?

—Que aquello no me afecte y le respondí que ese consejo era estúpido.

—Bueno, no es que sea estúpido, pero no puedes hacer como si nada pasara.

—Lo sé, pero luego me aclaró diciendo: Tus padres son tus padres y ellos no van a cambiar. Lo único que puedes hacer es aceptar sus decisiones, porque algún día tendrás que tomar las tuyas, Johan, y esas decisiones las tomarás por ti y nadie más.

Ellos, ella & yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora