#TREINA Y DOS.

16K 774 63
                                    

- No quiero esas flores ahí, mi nieta odia los tulipanes. Y no, tampoco quiero a esa alfombra verde simulando ser pasto cuando no lo es.

Llevé mis dedos a mis ojos tallándolos suavemente.

Mi abuela se había auto nombrando organizadora de bodas, y era ciertamente una pesadilla.

Estaba a unas horas de casarme, estaba todo desorganizado y no encontraba a Killian, el maldito imbécil Vahamonde.

Mi prometido no pudo elegir mejor fecha que esta para desposarme. Porque si aún no sospechan si, estoy con unas hormonas del demonio.

Tenía dos meses de embarazo, casi no se notaba solo un pequeño bulto.

Amaba a este pequeño bulto, admito al principio me estrese. Pero reconozco que mi sueño siempre había sido poder tener un bebe.

Toda la familia lo amaba, me cuidaban en lo más mínimo. Por eso yo casi no partícipe en los preparativos de mi boda.

Según, para no estresarme. Palabras del imbécil de Killian.

- Cielo, ¿Por qué no vas dentro del auto? Terminaré en unos minutos e iremos a que arreglen tu cabello.

- Muero de hambre y creo que si alguien me toca en estos momentos gritaré obscenidades.

Todos giraron a verme estupefactos.

- ¿Qué, nunca han visto a una embarazada a punto de casarse con hambre y ganas de asesinar a su prometido por no comprarle aun las estúpidas donas glaseadas?- Abrieron sus bocas, algunos mirándome con gracia y otros con pena.

Me sentí sofocada y exhausta.

- Yo sólo quería unas donas glaseadas, ¿Qué tan difícil es consentir a una futura esposa y madre? Demandaré a todos, frente a un juzgado nadie puede ganarme.

Me dirigí hacia él auto dando zancadas, mi estomago gruñía. Seguro él bebé estaba más que hambriento.

Subí al auto, no me importo dejar a mi abuela allí. Conduje hasta el supermercado más cercano.

Al comprar tres paquetes de las deliciosas donas glaseadas, tomé asiento en una banca.

El cielo estaba parcialmente nublado, pero el clima era agradable.

Abrí el paquete y comencé a comer con calma, el pequeño bulto estaba tranquilo.

Aun no me podía creer como había cambiado mi vida, como cada cosa tuvo su espacio y lugar adecuado para encajar.

Frote con delicadeza mi vientre, estaba total e imbécilmente enamorada de todo.

De él, de ellas, de aquella anciana, de mi peculiar mejor amigo, de mi mejor amiga hielo, y de este pequeño bulto.

Estaba feliz, torpemente feliz.

No me culpen si me pongo sentimental, estas hormonas del demonio no ayudan. Y mucho menos si escucho Ed sheeran en una solitaria banca.

Claro que si, photograph señores.

Unas lágrimas salen de mis ojos, y con cuidado las limpio.

- Es muy tarde para arrepentirse Srta. Bell. - Unos brazos acompañados de una varonil voz me abrazan cálidamente.

Inhalo su fragancia, olía exquisito.

Pero eso no quitaba por completo mi enojo.

- No me estaba arrepintiendo sr Vahamonde, estaba pensando la manera de asesinarlo. - Este me besa y suelta una pequeña risa.

MI JEFE ES UN PERFECTO Imbécil.|COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora