#DIECISIETE.

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– Declaro al acusado culpable. Se levanta el caso. — Llevó su martillo y golpeó, indicando que.

Claro, yo había ganado un caso más.

Mi cliente sonrió satisfecha, salí de la sala. Afuera nos esperaba la prensa.

No estaba de humor, cuando iba a hablar mi celular comenzó a sonar.

Contesté la llamada sin importar quien fuese.

– Lara.— Mi nombre fue pronunciado por mi ex novio y enemigo.

– Frank.— Sonreí, sabía que había escuchado que había ganado dieciocho casos durante los últimos seis días.– ¿A qué debo tu llamada?

– Cariño, quería felicitarte por tu regreso. — Hipócrita.

Solté una pequeña risa irónica.

Camine con pasos lentos y decididos, dejando de lado a la prensa.

– Que va, pues gracias Collins. Pero es un poco tarde ya, a ti te vencí el segundo día que volví. Que yo recuerde no me felicitaste. — Puedo jurar que oí su quijada crujir.– O será que me tienes admiración al haber vencido hoy a García, cosa que tú no habías logrado los últimos dos años que me fui.

Hablé burlona, mientras me acomodaba el cinturón de seguridad.

Oí que suspiró molesto.

– Te admiro lindura.— Perfecto, estaba más que cabreado, lo dijo con los dientes apretados.

– Es grato saberlo, cariño.— Colgué.

Una llamada rara, pero él y yo nos entendemos.

Conduje hacia la casa de Matilde, había prometido visitarla en cuanto acabase con mi trabajo.

Al llegar y estacionar el auto.— Salieron de la casa, las pequeñas luciérnagas.

Corrieron hasta mí, con sonrisas.

Las esperé en mi lugar con los brazos abiertos.

– ¡Lara¡ ¡Te extrañe¡— Hablaron en cuanto las tuve en mis brazos.

Sonreí abiertamente. — Me sentía como en casa, siempre que las miraba sentía que era mi hogar.

– Yo también las extrañe pequeñas.— Camine con ellas a la casa, mientras que Darice se abrazaba a mi cintura y Casey sostenía mi mano.

Matilde nos observaba con una sonrisa, recargada sobre el marco de la puerta.

Me acerque a saludarla, ella también se unió al abrazo. —Se sentía bien ser amada.

– ¡Oh¡, no sabes cuánto te he extrañado. —Exclamó apretujadme como era costumbre de ella.

Las cuatro entramos en la casa entre risas.

(***)

Había pasado toda la tarde con mis personas favoritas, habíamos almorzado, hablado, jugado, y hasta bailado en la sala.

Ahora nos encontrábamos jugando Póker, todas nos mirábamos pensativas.

– Escalera de color.— Dejo sus cartas sobre la mesa, con una sonrisa de victoria atrajo todos los caramelos.

Fruncí los labios y cuando iba a dejar las cartas alguien hablo.

– Escalera real. — Hablo Cass con una gran sonrisa socarrona.

Quitó las manos de Matilde de encima de los caramelos.

Darice y yo soltamos una risotada, al ver la cara incrédula de Matilde. Mientras que la pequeña sonreía como si nada hubiera pasado, disfrutando de un caramelo.

MI JEFE ES UN PERFECTO Imbécil.|COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora