#VEINTIUNO.

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- Eso fue genial. —hablé con voz agitada.

Mi cuerpo aún estaba contraído por la evidente satisfacción, Killian soltó una pequeña risa.

– Ni me lo digas a mí, eso fue fascinante.

El reloj en el suelo indicaba que eran las 7:20 pm, hace un rato ya que habíamos hablado con las luciérnagas. Todo estaba en orden.

Mi cabello estaba enmarañado, mi maquillaje arruinado, mi cuerpo sudado y desnudo. Todo mi ser fascinado.

Pero mi mente estaba tratando de hablar conmigo. — Extraño, lo sé. Pero sabía que tenía que razonar, cosa que temía.

Me levanté de la cama, dejando a un Killian medio dormido, me dirigí hacia la ducha.

El agua estaba muy fría, aun así, mi cuerpo casi ni lo noto.

– Deberías dejar de desperdiciar agua. —Unos brazos envolvieron mi cintura desnuda.

Ciertamente eso mi cuerpo si lo notó completamente.

Cerré mis ojos, no quería razonar. Me estaba perdiendo en un delicioso vaivén y no quería salir de él.

– Podríamos ahorrar agua, si me lo permites.— Habló seductoramente besando mi lóbulo derecho.

– Si, podríamos. —recargué mi cabeza en su pecho mojado, mordí mi labio inferior.

– Quiero besarte. —No me dejó responder, cuando su boca ya estaba devorando la mía bajo el agua.

Y tampoco faltó mucho para que de nuevo estuviésemos sobre la cama, piel con piel.

– Me encantas Lara, enserio lo haces. —Besaba mi cuello muy suavemente, acariciaba mi cintura, mis piernas.

No necesitamos mucho para llagar al éxtasis, un delicioso clímax.

No era solo sexo, esto ya no era sexo.

Esto era hacer el amor.

Y lo comprendí cuando él me dijo que me quería al oído, antes de quedarse dormido en mi cuello.

Para él no era sexo, y para mí tampoco era sólo eso.

Sabía que significaba, y estaba en problemas.

Unos que no podía resolver rápido.

– También te quiero. —Susurre.

Y acaricié su melena aún húmeda.

– Escuche eso. —Susurró él, y apretó su agarre sobre mis caderas, sus piernas estaban enredadas con las mías. – Y me alegra que lo haga Srta Bell porque no te dejaré sentir lo contrario.

– Vaya imbécil. —Dije sonriendo con las mejillas calientes y el corazón martilleándome el pecho.





Gracias por sus comentarios y votos, me alegra que les guste.

Nos vemos pronto. Alexandra Cuevas.

MI JEFE ES UN PERFECTO Imbécil.|COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora