Capítulo 27

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Dos meses después...

Ely

- Lo tengo todo pensado, quiero que sea un día emocionante - dije mientras removía mi café.

- Yo ya tengo su regalo comprado, y creo que le va a encantar - río Natalie.

- Yo aún tengo que buscarle algo. Estoy super liada con la planificación de la boda - intervino Holly.

- Aún queda una semana, no te preocupes - pronuncie para beber de mi vaso.


Últimamente, desde que todo pareció dar un giro, vivía más tranquila, más libre. Llevaba dos meses prometida con Logan, aunque aún permanecía en secreto, las salidas con las chicas se producían al menos dos veces por semana, y al igual que la boda entre Holly y Adam, el primer cumpleaños de Abby se acercaba. Tras varias conversaciones con Logan, decidimos celebrárselo en casa. Con todos nuestros familiares y amigos, además de algunos peques con los que Abby jugaba en el pequeño parque cerca de casa. Apenas quedaba una semana para esa fecha que cambio mi vida, un 26 de agosto. Aun recordaba esa sensación nueva al notar que Abby estaba a punto de nacer. Al contarle a Logan como sucedió todo, que sensaciones tuve, que fue lo que pensé justo al ver su carita entre una toalla de hospital, fue como revivirlo en mis propias carnes nuevamente.

Prácticamente había pasado un año en el que conocí los sentimientos de una madre hacia su hija, esos sentimientos de puro amor y admiración, pero sobre todo el de protección, ya que nació antes de tiempo, y desde el minuto uno, conocí lo que es la preocupación de una madre por su hija, y la fortaleza que tenía Abby.

En un solo año conocí realmente a las personas, como en el caso de Roger, que me demostró que no era tan bueno como parecía, o en el caso de Logan, que me hizo ver que siempre había sido yo, que siempre quiso estar ahí, conmigo. En un solo año, mi vida cambio por completo, pero a día de hoy, no cambiaria nada.

- Por cierto - llamó mi atención Holly - Tenéis que venir a mi casa a que os probéis los vestidos para mi boda. No quiero fallos a última hora.

- Holly! - exclamó Natalie riendo - Queda un mes para tu boda.

- Lo sé, pero os hacéis la primera prueba del vestido y yo me quedo tranquila - advirtió.

- Bueno, de acuerdo. ¿Qué tal el próximo miércoles?, así después podéis acompañarme a por los últimos detalles para el cumple de la peque.

- Perfecto - recalcó Holly y Natalie asintió.

Después de una hora charlando de otros temas un poco más triviales y sin importancia, me metí en el coche. Aún estaba viviendo en casa de Logan, aunque a este le entusiasmaba la idea de mirar casas lo antes posible. Arranqué el coche, y aunque quise volver con Natalie ya que era un poco tarde, esta decidió quedarse por el centro de la ciudad con unas amigas suyas. Por lo que volvía sola, aunque el leve sonido procedente de la radio, me acompañaba.

- ¿Cómo se ha portado mi pequeña muñeca? - expresé cogiendo a Abby de los brazos de Lisa, la madre de Logan.

-Increíblemente bien - sonrió está cediéndome a la niña - ¿Has cenado? - preguntó metiéndose en la cocina.

- No - respondí caminando detrás suya - ¿Has visto a Logan?

- Aún no ha llegado, supongo que tendrá trabajo de última hora - pronunció sacando unas verduras del horno.

- Esperare un poco a ver si llega, así ceno con él - dije jugando un poco con Abby - Voy a cambiar de ropa a la peque, ahora bajo.

Lisa, asintió. Y yo subí a la segunda planta. Haría tiempo cambiando de ropa a Abby, le pondría su pijama favorito de princesas, y le daría de cenar, ya comenzaba a tomar alimentos sólidos y era todo un alivio dejar atrás los biberones. Yo por otra parte esperaría a que Logan saliese del Hospital para cenar, desde que comenzó allí su puesto de trabajo, alguna vez que otra se retrasaba en llegar a casa. Pero a mi eso no me importaba, se le veía tan feliz trabajando en lo que le gustaba, que sabía que merecía la pena la espera.

Logan

Hora tras hora, notaba más las ganas por llegar a casa con Ely y Abby. Literalmente echaba en falta a mi familia. Aunque no fuesen turnos de trabajo largos, ya que no superaban las siete horas en la mayoría de casos, deseaba llegar a casa con ellas. El puesto de cirujano era increíble. Tenía un buen sueldo, el cual me permitía comprar todo lo necesario para mis chicas, y como no, ahorrar para esa futura casa que quería comprar para Ely, la casa de sus sueños, la que le prometí. Además, tenía la ventaja y la suerte de realizar operaciones que en Seattle no podría haber realizado. Me encantaba mi trabajo, era una profesión por vocación, disfrutaba operando, revisando a los pacientes, sus procesos y como no, las grandes amistades que se forjaban entre batas blancas y bisturí.

Acababa de salir de la habitación número 100. Por fin realicé la supervisión del último paciente del día. Fui a la sala de descanso, cogí mis cosas y salí dirección al aparcamiento trasero del hospital. Una vez más se me hizo tarde.

Veinte minutos después, llegué a casa. Al entrar estaba todas las luces apagadas, excepto la del salón. Al dirigirme hacia allí, vi a Ely sentada en el sillón con su pantalón corto y camisa de tirantes como pijama.

- Buenas Noches - interrumpí en su atención sobre la televisión.

- Por fin, me estaba muriendo de hambre - río tocándose el estómago.

- ¿Otra vez me has esperado? - pregunté molesto, no tenía por qué tomarse la molestia.

- Si, me gusta - se levantó, se dirigió a mí y me dio un cálido beso - Es como si tuviéramos cenas románticas. Y en eso llevaba razón. Mis padres ya estaban acostados, y seguramente que mi pequeña estaba también disfrutando de su cómoda cuna, al igual que Natalie de su cama. Cenábamos solos, juntos, en silencio o con algún que otro susurro. Era de alguna forma, nuestra manera de despedir algunos días, de tener nuestro pequeño momento como pareja.


- ¿Cómo vas? -pregunté elevando el tono para que Ely me escuchase.

- Ya casi termino - respondió.

Era cerca de medio día, amaneció siendo sábado, por lo que mi padre, Peter, propuso ir de comida familiar a un restaurante cerca del puerto. Yo estaba ya casi listo, solo me faltaba colocarme el cinturón en el pantalón y ponerme la camisa blanca. Ely en cambio, estaba terminando de bañar a la niña. Una vez hecho, yo me ocuparía de vestirla con su pequeño vestido rosa y sus adorables zapatos, aunque aún no terminase por echar a andar. De este modo, Ely podría darse una ducha y arreglarse.

Pasaron quizás tres minutos, cuando me dejo a la pequeña envuelta en su toalla y encima de la cama para que la terminase de secar, cuando recibí un mensaje al móvil. Antes de abrirlo pude ver que se trataba de Liam, mi amigo y antiguo compañero de Seattle.

"¿Cómo esta ese papá cirujano?, querría hablar contigo cuando puedas. No te preocupes, nada grave. Espero que no te hayas olvidado de lo que dejaste aquí, se te extraña en todo el hospital. Saluda a tu pequeña familia de mi parte y no te olvides de llamarme."

Una sonrisa salió de mis labios. Eran tales los momentos junto a Liam, en el hospital, en nuestras quedadas, que era como un hermano. No dudaría en llamarle, en saber que quería, en preguntar por él, por su futura familia, en contarle de mi compromiso, y como no, en hacerle saber que aquella decisión que tomé fue la mejor decisión de mi vida.

Ely Williams [P.2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora