Capítulo 38: Tiempo de chicas

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Una de las cosas que me he propuesto antes de terminar este año escolar, es irme de vacaciones en buenos términos con la vida, lo que quiere decir que no me voy a ir de floja estando en medio de la turbulenta situación con Leo. A decir verdad, este chico terminó siendo más inmaduro que Alex y yo juntas, pues después que le colgué no me ha hablado, ni siquiera se ha dignado en voltear a verme.

—Hola —lo intercepto a la mitad del pasillo—. ¿Podemos hablar?

Leo va con sus manos en los bolsillos delantero del pantalón de uniforme, al ser más alto que yo me da una mirada algo altanera para mi gusto; desvía la vista a sus amigos, rascándose en la parte de atrás del cuello.

—Nos vemos allá abajo —les avisa con un asentamiento de cabeza. Luego, regresa sus ojos a mí y con la cabeza señala hacia el fondo del pasillo—. Vamos.

Caminamos en silencio hasta llegar a las mesas verdes del final, las mesas que a lo largo de todo este tiempo han sido testigos de muchos acontecimientos en mi vida y ahora, están a punto de agregar uno más a la lista. Así como fueron el inicio, mi primer choque con él, serán donde todo termine.

—¿Qué pasa? —pregunta en un tono frío, ni siquiera toma asiento, solo se apoya de la esquina de una de las mesas y se cruza de brazos sobre el pecho—. Si tiene que ver con tu amigo no quiero saber nada.

¿En serio, en esto me vine a fijar? En definitiva, esa frase de que no debes juzgar un libro por su portada es muy acertada, pues Leo es muy hermoso por fuera, pero cuando lo abres, te llevas una sorpresa y no una muy buena. Algo que me recuerda a una de mis primas, quien se la pasa leyendo puros romances y siempre me cuenta lo mucho que ama ver la evolución de los protagonistas por el amor de la chica; lo que me hace pensar que yo no soy la protagonista de la historia de ellos, que mi real historia aun no ha empezado.

—De acuerdo —respondo en tono bajo—, porque él no tiene nada que ver. Esto es sobre nosotros.

Una risa ahogada es mi respuesta, una sonrisa falsa se dibuja en su rostro mientras niega.

—¿Hay un ‹‹nosotros››? —pregunta con falsa incredulidad. Sus nuevas facetas me sorprenden y me demuestran que no es lo que busco y menos lo que necesito.

Me acerco y reposo mi espalda en el pilar más cercano, al igual que él, me cruzo de brazos y enarco una ceja, intentando verme lo más seria posible. Nunca mentí cuando dije lo poco que nos conocemos, él tiene en claro que soy una chica con un semblante inocente, pues es algo por lo que todos me conocen, pero eso no significa que soy así todo el tiempo.

Me encojo de hombros. —Hay algo, de eso puedes estar seguro.

Leo me recorre con la mirada y sonríe malicioso, separándose de la mesa y acercándose a mí condenadamente lento y con un aire coqueto que lo hace ver terriblemente sexy. Augh, como odio a los tipos guapos que son unos idiotas. Bajo mis brazos, pero le mantengo la mirada alta.

—¿Qué es lo que hay entre nosotros? —pregunta en apenas un susurro que golpea contra mi mejilla.

Trago grueso, evitando que él lo note. Pongo mi dedo índice en medio de su pecho y lo alejo de mí, sonriéndole irónicamente.

—Nada si te sigues comportando como un machito —respondo con ambas cejas alzadas, esperando por su contraataque.

Suelta una bocanada de aire de manera sonora, pasando ambas manos por su rostro antes de dejarse caer en una de las bancas de la mesa detrás de él. Apoya sus codos sobre sus muslos y pasa sus dedos sobre su cabello, desordenándolo.

—¿Qué quieres que te diga, Aria? Soy un chico celoso, siempre lo he sido y no es algo que pueda cambiar —se defiende así mismo, su tono es tan solemne que me deja pasmada. Esa no es una justificación para que me dejara de hablar sin darme una explicación—. Tu amiguito no te merece y me enferma que tú creas que merece una oportunidad. ¿Sabes lo peor? Él cree que aún eres suya, cuando los tres sabemos que eres más mía.

¿Una historia de amor? ✔️Where stories live. Discover now