Control

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Dolor. Sentía mucho dolor, aunque sabía que no era real pues no era yo la mujer que se encontraba dando a luz a lo que parecía ser la mitad de la noche, con un par de mujeres a su lado que la ayudaban con la labor de parto y frente al hombre que tanto mal le había provocado. No lo entendía, si no se trataba de mí ¿por qué lograba sentir completamente lo que le ocurría? Era tan extraño todo, desde que comenzaba estaba consciente de que se trataba de una pesadilla, pero no podía escapar a voluntad propia. Al menos no hasta que el parto terminó y ese hombre se llevó a la bebé lejos de la mujer, dejándola devastada y suplicado por su pequeña. En ese preciso momento desperté y a pesar de las bajas temperaturas mi frente estaba trasudando y agradecí que no hubiera pasado a mayores. Con a «mayores» me refería el no haber dado un grito y despertado a mí hermana, ya que por el momento compartíamos habitación junto con mi sobrina, mi pequeña y adorada sobrina, Camile.

Mi hermana no tenía mucho de casada solo dos años y medio. Y cuando mi familia y yo nos mudamos a este pueblo supimos que no seríamos de las primeros en conocer a la pequeña y efectivamente así sucedió, aunque no como se contemplaba, pues el imbécil de su «marido» le había sido infiel y para bien o para mal Nicolle lo descubrió y enfrentó. La discusión (que por lo poco que me había contado), llegó a los extremos, tanto que él se atrevió a golpearla en su estado, así que el parto se adelantó un mes. En cuanto al tipo, ahora se encontraba tras las rejas gracias a los abogados de mi padre, respecto al divorcio, estaba en trámites.

Me incorporé con cautela, no quería despertar a mi hermana y a tientas caminé hasta la cuna donde dormía Camile. Se veía sana a pesar de haber sido prematura. Apenas se veía como un recién nacido, estatura y peso ideal, al menos eso me habían contado, pues no sabía mucho de bebés, menos de recién nacidos. Francamente nunca me habían gustado y viceversa, ni ellos me toleraban, ni yo a ellos. Tal vez porque era bastante torpe al momento de cargarlos o no lo sé, pero con Camile era diferente, simplemente la amaba, la amé desde que la vi. Era una niña muy hermosa.

Estaba consciente de que de alguna forma los eventos que transcurrían en mi vida se reflejaban en los sueños, había soñado con un bebé, justo cuando conocía a la pequeña Camile y era tan frustrante porque de algún modo sentía que tarde o temprano terminaría sucediendo algo similar. Negué fervientemente con la cabeza, solo eran pesadillas, nada más que eso, sin embargo, me preocupaba que algo anduviera mal conmigo, ¿de dónde salían esas pesadillas? ¿Me estaba volviendo loca? ¿Acaso era eso?

—¿Laila? —La voz adormilada de Nicolle permitió que dejara el asunto en paz—. Vuelve a la cama, ¿Qué haces despierta?

—Voy, voy.

En cuanto volví a la cama ella se entregó de nuevo a los brazos de Morfeo, mientras el Dios Griego se olvidaba completamente de mí, dejándome presa del insomnio.

Criaturas Malditas #2: Tu Dueño, Tu TormentoWhere stories live. Discover now