Bifurcación peligrosa

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"Al fin y al cabo, ella no es realmente familia de los Escalante", se dijo, mientras liberaba su frustración con un largo resoplido. Prosiguió con el análisis durante un buen rato sin resultado alguno. "¿Será posible que la haya visto en Facebook?" No le hacía nada de gracia tener que reactivar su cuenta solo para cerciorarse de aquello, pero no tenía muchas más opciones. Abrió de nuevo el navegador de Internet y abrió la página principal de la famosa red social. Tras cumplir con los requisitos para reabrir su perfil, se dirigió al perfil de Rocío. No eran amigas, eso era impensable, pero aquella mujer solía subir muchas fotos familiares de manera pública. No perdía nada con probar esa estrategia.

Para su sorpresa, encontró una selfie tomada por la propia señora Escalante hacía apenas un día. Se trataba de una cena junto a Matías y los tres hijos de la pareja pero, además de ellos, estaba presente también una muchacha de cabellera negra y grandes ojos azules. La foto no tenía una etiqueta para ella, pero sí se la mencionaba por nombre en el comentario al pie de la foto. "Estoy muy orgullosa de Mauricio y de Maia. ¡Felicidades, chicos!" Matilde descargó aquella imagen de inmediato y luego conectó el cable USB de su teléfono celular para guardarla allí.

Mientras se completaba el proceso, una extraña sensación de familiaridad la invadió. "¿Por qué siento como si ya la hubiera visto antes? ¿De dónde la conozco?" Si no hubiese sido porque Maia iba vestida de gris y había decidido que ese día no usaría las acostumbradas sombras negras en los párpados, la mujer quizás habría podido recordar mejor aquel rostro. Se trataba de la chica a quien ella había regañado por no controlar al gran perro que empujó a su hijo, la misma jovencita que pronto estaría presentándose junto a él sobre un suntuoso escenario ante un público distinguido.

Matilde tenía intenciones de visitar las cercanías de la residencia de Jaime sin ser vista. Quería corroborar, con sus propios ojos, si la muchacha de la foto que ahora tenía en su poder estaba ahí. De ser así, la madre no tardaría en hacer algo para alejarla de Darren. Estaba consciente de que se avecinaba una avalancha de problemas como resultado de su terrible error. Haberse entregado a Matías de nuevo le saldría caro en más de un sentido.

Él nunca quedaba satisfecho con una sola noche a su lado. Insistiría en verla hasta que ella volviera a ceder, pues él nunca se rendía con facilidad. No obstante, la dama estaba decidida a resistirse, por el bien propio y por el de su retoño. Y si ese hombre se enteraba de que tenía un hijo con ella, ya no habría manera de sacarlo de su vida. Pretendía anular cualquier medio que pudiera conducir al muchacho hacia su infame progenitor, lo cual incluía a Maia López.

Cuando la señora miró el reloj del móvil, se dio cuenta de que ya habían pasado las once de la noche. Era probable que Darren regresara a la casa en cualquier momento. "¡Ay, no puede ser! ¡Cómo vuela el tiempo!" La visita nocturna encubierta tendría que esperar un poco más. La ansiedad acumulada no se la iba a quitar nadie, pero al menos debía disimularla. No deseaba levantar sospechas al comportarse de manera rara, así que cerró los ojos y se dio a la tarea de concentrarse en su propia respiración. Quería lucir contenta y serena para cuando su hijo la viera.

Diez minutos más tarde, el muchacho estaba de vuelta. Entró con cuidado para no hacer más ruido del que fuera necesario. En cuanto dejó las cosas que traía consigo en su habitación, caminó despacio hasta la puerta del cuarto de su madre. Al ver que estaba cerrada, acercó el rostro a esta antes de hablar.

—Mamá, ¿estás despierta todavía? —preguntó él, en voz baja.

—Sí, cariño, pasa adelante —contestó ella, con dulzura.

Acto seguido, el chico giró el picaporte e ingresó a la estancia. El lugar estaba iluminado por la suave luz de una lámpara en la mesita de noche. La señora se encontraba sentada sobre la cama con un libro en las manos. A pesar de que mostraba un semblante sereno, las señales del agotamiento en su alma no se habían marchado del todo. Por su parte, el chico intentaba disimular los efectos de la sobredosis de felicidad sin éxito alguno. Todavía tenía impregnado el exquisito sabor de los labios de Maia en los suyos, aún escuchaba el sonido de su risa y se estremecía al recordar la intensidad del azul en su mirada.

—Creo que sería tonto preguntarte cómo les fue hoy cuando traes esa sonrisa de loco —afirmó Matilde, entre risas.

—Sí, ¡vamos avanzando de maravilla! Pero bueno, luego te lo cuento con lujo de detalles. Por ahora, solo quería darte las buenas noches. Aunque no te lo parezca, me estoy muriendo de sueño —declaró el varón, tras lo cual bostezó.

—Está bien, ve a descansar.

El muchacho se acercó para depositarle un sonoro beso sobre la frente y luego le acarició las mejillas con ambas manos.

—¡Hasta mañana, mamá!

—¡Que descanses, guapo!

En cuanto Darren regresó a su habitación, aseguró la puerta y se tumbó sobre el sillón reclinable junto a la cama. Lo último que podría sentir esa noche era sueño. La descarga de dopamina en su organismo había sido enorme. Maia cada vez ocupaba más espacio entre sus pensamientos, de eso no le cabía la menor duda. La chica se había ganado un espacio significativo en su corazón. Sin embargo, no era ella quien lo distraía en ese instante, pues ahora tenía otro asunto en mente. Quería buscar información sobre el hombre que ella le había mencionado. Su curiosidad al respecto no había hecho más que crecer.

Activó la conexión de Internet de su teléfono móvil e inició la búsqueda. Eligió Facebook como el primer sitio para investigar. Para su desgracia, el nombre Matías Escalante era mucho más común de lo que él se imaginaba. Le apareció una larga lista de perfiles masculinos con esa identificación. El joven suspiró y comenzó a deslizar el dedo por la pantalla para ir descartando posibilidades a través de las fotos de perfil. "¿Cuál será el otro apellido? Eso tal vez me ayudaría un poco". Después de varios minutos de exploración infructuosa, Darren decidió buscar directamente en Google, a ver si así le aparecía algún dato más concreto.

Tras probar distintas combinaciones de palabras, apareció una página de un periódico local prestigioso en donde se mencionaba aquel nombre. El joven dio un clic sobre el enlace para revisar la noticia. El artículo en cuestión hablaba acerca de una compra millonaria de terreno para comercios por parte del empresario Matías Escalante Ocampo. Aparecía una pequeña foto adjunta al final, en la cual se veía a dos hombres vestidos de traje estrechándose la mano. El tamaño reducido de la captura no permitía distinguir los rasgos faciales, así que el muchacho dio un clic sobre la imagen para examinarla mejor.

En cuanto tuvo acceso a la versión amplificada de la escena, por un instante se olvidó de suministrarles oxígeno a los pulmones. Sus ojos se abrieron como si estuviese en presencia de un ser extraterreno. La quijada se negaba a regresar a su posición original. ¡El rostro de aquel varón era perturbadoramente similar al suyo! La violinista no había exagerado para nada sino que, más bien, se había quedado corta con la descripción. "¡Maia tiene que presentármelo! ¡Necesito hablar con este hombre!"

Una indescriptible emoción se adueñó del joven Pellegrini y lo impulsó a reír. ¿Cuántas sorpresas lo esperaban en el camino? Tenía un presentimiento extraño pero agradable con respecto al señor Escalante. ¿Por qué se había puesto tan contento al mirar una fotografía suya? Darren no tenía ni la más remota idea de todo lo que se escondía tras el gesto cordial en el semblante de Matías. El problemático pasado de aquel hombre de negocios estaba a punto de bifurcarse con el presente del muchacho para transformarlo por completo...


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Sonata de medianoche [De claroscuros y polifonías #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora