VII

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Ajustó las agarraderas de su mochila antes de entrar, revisó su aspecto a través del vidrio de la puerta, acomodándose algunos mechones teñidos que le cubrían la frente. Chanyeol refunfuñaba por lo bajo al ver toda una partitura rellena con dibujos sin sentido a nombre de Gain, la chica terminaría sacándole canas verdes de tanto insistir con que la batería era lo suyo, pero no cedió colocando un cero de grandes proporciones, indicándole que todo estaba mal.

El salón de música estaba vacío para su buena suerte, ninguno de sus compañeros había hecho algo lo suficientemente malo como para que Chanyeol se enojara y los dejara después de clases limpiando todos los instrumentos hasta que su rostro pudiese reflejarse en ellos.

Había sugerido ir directamente al restaurante de donde la comida provenía, pero Gain lo obligó a cambiar su propuesta, pedir demasiado según ella haría que el señor Park terminara por negarle un deseo que para cualquiera podría ser casi inexistente, por lo que dejó de presionar y terminó aceptando una especie de cita en el salón de clases.

Baekhyun dio dos golpes atrayendo la atención de su maestro, quien se quitó las gafas de lectura frotándose el puente de la nariz exhausto—. ¿Ya sabes qué pedirás?

Asintió sonriente y corrió a buscar una de las sillas para sentarse al otro lado del escritorio, dejando su mochila a un lado y tomando su teléfono por si a alguien se le ocurría interrumpir un momento tan histórico como aquel—. Hay una tienda de comida a las afueras de la ciudad, solía ir mucho con... un amigo y descubrí que ahora hacen delivery, seguro no demoran en llegar.

Le entregó un pequeño folleto arrugado en las puntas con una pésima elección de colores. Indicándole que llamara al número escrito en un azul eléctrico que lucía saturado sobre el amarillo chillón. Chanyeol escondió una sonrisa agachando la cabeza cuando reconoció el nombre del lugar y miró a Baekhyun que buscaba algo dentro de su mochila, algo preocupado.

—¿Hola? —saludó escéptico a la mujer que respondió a su llamado. Su voz sonaba madura y suave, mientras le deseaba un buen día y preguntaba por su pedido—. Deme un segundo —cubrió con la mano el auricular atrayendo la atención de Baekhyun tras golpearlo suevamente con la punta del pie—, ¿qué quieres tú?

—Una porción individual de bibimbap especial con carne extra y jugo como si fuera un volcán —Chanyeol tragó en seco cuando oyó lo específico que estaba siendo algo tan simple como un plato de arroz, no le asustó el precio aun siendo un maestro con salario regular, más bien se asustó de los detalles que conocía a la perfección—, kimchi para dos y esas cosas rojas que nunca hay en el mercado, ¿cómo es que se llaman? Ya sabes esas que parecen lengua —agitó el brazo, sin dejar de buscar aquello que había colocado en su mochila antes de caminar hasta la escuela.

—Fresas —le dijo, en el mismo tono que le decía a Wook cuando se olvidaba del nombre de las bayas. Se mordió el labio agachando la cabeza.

—¡Sí! Con algo de miel y crema, la miel de allí es bastante buena.

—¿Y jugo de peras con azúcar? —murmuró con la voz entrecortada por la falta de aire.

—Exacto, ¿cómo lo supiste?

Levantó la cabeza con una sonrisa cuando encontró al fin el anillo que tanto estaba buscando, perdiendo el momento de alegría tan pronto vio pequeñas lágrimas correr por el rostro del mayor—. ¿Te encuentras bien?

—Sí... —Chanyeol terminó por ignorarlo, para continuar con el pedido. La señora le agradeció por su compra y le pidió ser paciente por un repentino retraso con los pedidos. Colgó la llamada guardando su teléfono y volvió su vista a Baekhyun.

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