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El aire simplemente dejó de entrar por su nariz, una fuerte presión en el pecho lo ahogó, drenando sus pulmones y dejándolos absolutamente vacíos de aire. Con un último aliento despertó, una capa de sudor cubría su frente y las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas, estaba hecho un desastre. Era habitual despertar siempre por las noches, su madre lo había notado cuando había cumplido los doce y no demoró mucho en llevarlo con un especialista que le recomendó llenarse de pastillas hasta que su cuerpo no lo soportara, Baekhyun había respondido a esa medida escondiendo las pastillas o lanzándolas al río que estaba cerca de su preparatoria.

Apoyó la frente en sus rodillas y se echó a llorar. Ya era costumbre, pero no podía evitarlo, quizá los sentimientos que había experimentado en su otra vida no se habían ido. Se quedaron con él para esta vida, la siguiente y para siempre. Respiró hondo, intentando tranquilizarse, aunque fuera un poco, llevaba tantos sentimientos escondidos en el interior que de vez en cuando debía liberarlos a través del llanto intentando no ser controlado por la desesperación.

Soñaba con él siempre, un adorable chico con una sonrisa sin igual. Con los ojos brillantes y risas entre graves y agudas producto de la pubertad, risas que inundaban el espacio y lo hacían más feliz de lo que pudiera imaginar. No recordaba su nombre, pero sí su aroma y los besos suaves que dejaba sobre sus labios lleno de vergüenza. Había calculado que aquel chico de grandes orejas era unos cinco años menor que él en su vida pasada y que para ese tiempo ya sería un hombre hecho y derecho disfrutando de una nueva vida junto a una nueva pareja y tal vez recordando lo que habían tenido antes.

Se quedó quieto alrededor de una hora, hasta que tuvo que vestirse con su ropa holgada de siempre y cubriéndose lo más que podía con su gorra deportiva.

Bajó las escaleras, su madre y él se mudarían de una vez de aquella vieja casa que lograron vender. Su padre se las había dejado luego de morir. Baekhyun estaba más que contento, seguramente el nuevo apartamento no tendría una jodida gotera justo sobre su cama y podría tener un gato como compañía, como tanto había deseado, solo tendría que ocultarlo de su madre.

—El señor Kim nos llevará hasta la estación del metro, cariño, ayúdame a subir estas cosas a su automóvil, por favor.

Dicho y hecho, llegaron a la ciudad luego de un viaje de una hora en metro, Baekhyun llamó un taxi con solo un silbido y llegaron al complejo departamental que, si tenían suerte, se convertirían en su nuevo hogar.

Él observó el techo intacto y los conocidos muebles a su alrededor. No eran los muebles que tenía en su antigua casa, sin embargo, le resultaban conocidos. Tocó sus orillas sin estar seguro de nada, pero terminó caminando por el lugar como si lo conociera de toda la vida.

Terminó dando con la que, suponía, sería su habitación. La cama descansaba en el centro, con un desnudo colchón. La luz del sol se colaba por las jodidas persianas que había comprado por equivocación a principios de los dos mil, recordándolo en un suspiro.

Había llegado a aquel lugar sin siquiera planearlo o quizá ese lugar lo encontró.

—¡Mamá, ¿sabes de quién era este apartamento antes?! —Baekhyun sacó la cabeza por la puerta observando como su madre se aparecía por la sala de estar empujando una de las maletas.

—Tu tía Hyuna dijo que un joven vivía aquí hace años. No recuerdo mucho su nombre, solo que su apellido el Lee. ¿Encontraste algo de casualidad? —negó acercándose a ella, maravillado por la casualidad de los hechos—. Ella dijo que murió el año en que naciste y que nadie había comprado el lugar. Si encuentras algo dime, para contactarme con su familia.

—¿Tienes el número de ellos?

—Lo han dejado por cualquier cosa, está en la nevera por si no estoy en casa y vez alguna fotografía o algo que él haya dejado. Su hermana dijo que sus pertenencias son significativas para ellos, han de haber perdido a alguien maravilloso.

All AgainOù les histoires vivent. Découvrez maintenant