13: 𝑙𝑎 𝑚𝑎𝑛𝑎𝑑𝑎 𝑊𝑜𝑜𝑑

ابدأ من البداية
                                    

La entrada del lugar se mantiene impecable: el gran cartel verde que cuelga de las vigas con el nombre "Luna Roja"; hay hojas marchitas sobre el suelo, en la vereda, lo que le da un aspecto a abandonado. Cuando cruzamos la calle y llegamos al gran frontón, Max me señala otro camino. Por entre el pequeño pasillo que se forma entre la casa de al lado y el vivero, Max me guía en la oscuridad. Solo hay basura, bolsas negras de nylon abiertas, cucarachas. Tengo que pasar rápido para que no pueda darme un susto de muerte.

—¿Por qué no entramos por delante? —pregunto.

La espalda de Max frente a mí se ve mucho más ancha por la campera que trae. Él no deja de caminar ni un segundo.

—Está cerrado.

—¿Y tienes las llaves?

—No es esa clase de cerrado—responde con una sonrisa—Verás, el vivero perteneció por mucho tiempo a la familia Wood. Tiene salvaguardas por todos lados. Cuando Robert lo cierra, se activa el sensor de magia. Todo aquel ser mágico que intente abrirlo termina muerto.

—¿Y qué hay aquí que no puede ser visto por otros?

Max dobla a la izquierda entre plantas de hojas largas y finas. Yo lo sigo. Salgo del pasillo angosto y nos introducimos en la parte trasera del vivero, donde una pequeña pared de ladrillos nos da la bienvenida. A Max le brillan los ojos. Los ojos de un hombre lobo. Solo le basta con meter sus garras en el agujero de tres huecos. Cuando lo hace, gira la mano a un lado y algo se activa.

Max retrocede.

—Te sorprendería la cantidad de secretos que hay en el mundo—la pared se mueve sola. Los ladrillos se van desencastrando uno por uno hasta que queda una gran entrada. Se puede ver el interior del vivero. Max camina hasta que queda dentro—¿Qué esperas? No tenemos todo el día.

Acabo de ver cómo una pared desaparece frente a mí. Mi vida gira en torno a un estúpido amuleto, resulta que mi madre fue alguna vez una clase de heroína para un mundo mágico. Y, por si fuera poco, estoy viviendo con hombres lobo. ¿Quién me creería eso?

No tardo en seguir a Max por el vivero. Me volteo apenas para ver cómo la pared vuelve a formarse y nos separa del mundo exterior.

—A veces solo tienes que mirar muy bien las cosas—cuenta él—El mundo está lleno de magia, pero los humanos nunca la comprenderían.

—No tienen la visión.

—Además...—nos conduce hasta las cajas registradoras. Cuando estamos por detrás del mostrador principal, abre la puerta del fondo que está cerrada con candado—El mundo siempre ha sido de los seres mágicos. Pero con la llegada del humano, las cosas comenzaron a....dificultarse un poco—cuando abre la puerta, me hace una señal para bajar. Me quedo allí mirando las escaleras muy inclinadas que conducen a un sótano. Una luz amarillenta se prende luego. Max me gana de mano y comienza a bajar—Desde entonces no nos quedó otra que ocultarnos.

—Jamás en la vida hubiese pensado que ustedes...bueno, que son hombres lobo. Pensaba que eran asesinos.

Max se ríe.

—Asesinos hay por todas partes. Nosotros solo matamos cuando hay luna llena y no hay nada que pueda mantener nuestra mente humana intacta. Por eso necesitábamos el triskelion.

Cuando termino de bajar las escaleras y pongo un pie en la superficie del suelo, Max prende otra luz. Hay muchas cajas amontonadas por doquier, bolsas llenas de plantas y macetas, las paredes con ganchos por donde cuelgan herramientas de jardines y demás cosas. Max comienza a abrir cada una de ellas. Son muchas, por lo que toma algunas y las deja en el suelo para abrirlas y buscar lo que necesita.

✔ 𝐿𝑎 𝐻𝑖𝑗𝑎 𝑑𝑒 𝐶𝑎𝑝𝑒𝑟𝑢𝑐𝑖𝑡𝑎 𝑅𝑜𝑗𝑎 1» Eʟ Dᴇsᴘᴇʀᴛᴀʀحيث تعيش القصص. اكتشف الآن