Esclavos

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La túnica negra parecía querer asfixiarlo, los dedos de sus pies se contraían sobre el frío suelo en ademán nervioso, sentía sus piernas temblar levemente y sus manos no dejaban de moverse. Una hermosa esclava adornaba casi toda la piel visible con joyas, dejando apenas algunos lugares corporales a la vista.

Otro esclavo peinaba y cortaba su cabello, buscando imperfecciones para arreglarlas, dejando su cabello azabache parejo y suave.

Su piel aun picaba por la brutalidad con la que la habían frotado al bañarlo, buscando limpiar toda la suciedad en la que su cuerpo se había visto envuelto por aquellos días.

Quitaron todas las cadenas que ataban a su cuerpo e hicieron los ritos suficientes para desclavizarlo.

Lo obligaron a erguir la espalda y, aún descalzo, le ordenaron a caminar hasta el altar de mármol y piedra que relucía en el centro de los jardines reales.

Perseus, su prometido y la persona con la que se uniría eternamente, estaba ya esperándolo , con las ropas típicas en los casamientos y el cabello algo revuelto(aunque se notaban los esfuerzos por alisarlo).

Nico se posicionó frente a él y esperó a que la ceremonia comenzase.

La mujer que se encargaba de llevar a cabo en ritual llevaba una túnica mucho más larga que la de ellos, y que, a diferencia de la de Nico, tenía magas. Alzó sus manos repletas de anillos de plata y comenzó a entrelazar sus manos con una enredadera con pequeñas espinas, pequeñas y letales, una rama flexible pero tan fuerte que, si trataban de jalar o deshacerse de ella, esta abrazaría sus muñecas tan brutalmente y detendría su circulación sanguínea y clavaría las espinas en sus pieles.

La mujer tomó una copa de agua provenientes del río y mojó con esta las narices y frentes de ambos chicos.

Luego agarró otra con vino y mojó los labios de los prometidos con su contenido.

Después de clamar algunas palabras, que ninguno de los jóvenes escucharon por estar demasiado concentrados en las facciones del otro, ella declaró que ellos pasaron de estar comprometidos a estar casados eternamente y los alentó a besarse.

Respiraron profundamente e, ignorando todo ser humano que se encontrará cerca de ellos, olvidando por algunos segundos que aquello lo hacían por obligación, chocaron sus labios.

Los presenta aplaudieron, algunos con más entusiasmo que otros, para luego ir en dirección del banquete. Todos menos los recién casados, quienes parecían haber sufrido de un apego de labios.

Annabeth bufo con fastidio mientras acomodaba mejor su corona sobre sus rizos dorados y le ordenaba a Piper que le sirviera algo del bufete, de preferencia aquella apetitosa ensalada que se exibía en el centro de la mesa.

La ojicaleidoscopio asintió sin dejar de sonreír en dirección de su hermano y su nuevo prometido.

Jason miraba atentamente a su hermano, soñando despierto con hacer lo mismo que este hacia con su nuevo esposo, pero con una persona diferente.

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Estaba lista, preparada para patear traseros olimpianos y torturar a sangre fría a aquellos que habían hecho lo propio con su hermano.

Su cabello negro lucía atado en una coleta mientras sus largos mechones se balanceaban al compás de sus pasos.

– Alteza– Llamó una de sus esclavas preferidas, una alta muchacha de cabellos negros y ojos verdes que portaba una carta entre sus callosas  manos.

Bianca tomó la carta que le era ofrecida y se dio vuelta para dirigirse a su habitación, dudó un poco al entrar, recordando que aquella había sido su jaula por tantos años...

Se sentó sobre su cama y, luego de partir confusa el sello de Olimpia(una mujer portando una lanza y un hombre portador de la espada , cruzándolas y formando una cruz) liberó a la carta del sobre y la desplegó para leerla.

Al terminar de leerla, soltó un desgarrador grito que se pudo escuchar desde metros de distancia.

Querida Bianca di Angelo de Roma:

Tu hermano ahora pertenece a la corte de Olimpia, como esposo y, por hende, posible heredero del trono.

Ahora es nuestro.

Suerte tratando de recuperarlo.

Atentamente: Hera Olimpos de Olimpia.

Les gustó? Dedicaciones?.

Ahora sí se viene lo shido *ríe con maldad*