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El único hijo varón del rey romano caminaba sigilosamente por entre las plantas que adornaban con su inigualable belleza el jardín real.

El motivo de su sigilo? Ninguno más que la necesidad de estar solo.

Movió su cabeza en varias direcciones para asegurarse de que estaba completamente solo, luego, suspiró mientras una enorme sonrisa se dibujaba en sus labios, para luego sentarse sobre el caliente piso de piedra, el cual estaba en ese estado gracias al sol que poco tiempo antes había estado alumbrando a los humanos con su belleza, casi imposible de admirar.

Rodó los ojos al recordar lo que seguramente diría su hermana mayor, Bianca "los príncipes no deberían tener contacto con el suelo, eso es humillante, una tarea solo para esclavos".

Decidió no atormentarse con la errónea ideología de su hermana y decidió disfrutar su tiempo a solas, el cual seguramente se vería finalizado cuando su padre mandase a alguien a buscarlo.

Se acostó sobre el duro suelo y colocó sus manos debajo de su nuca, disfrutando por primera vez en mucho tiempo la soledad, un gusto que muchos miraban con terror, pero que para él era una maravilla.

Como príncipe, no tenia mucho tiempo a solas, siempre rodeado de personas obligadas a ayudarlo.

Nico no se quejaba, le gustaba y agradecía su puesto en la elite de Roma, no se imaginaba lo horrible que debía ser estar en la clase media, obligados a pagar deudas y a trabajar todo el día, peor seria estar hundido en la pobreza...

Esclavos Where stories live. Discover now