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Dedicado a: Unicornio_Drogado7u7

Percy entró a la única habitación, la única en todo el castillo a la que sus padres le habían prohibido rotundamente entrar.

Pero Percy no era bueno acotando órdenes.

Por lo que allí se encontraba, dentro de la habitación "prohibida" mirando atentamente cada facción del que en un futuro cercano sería su esposo.

Lo conocía, había hablado un par de veces con él y, si era sincero consigo mismo, le gustaba, le gustaba mucho, tal vez más de lo que debería.

Muy en el fondo, Percy deseaba haberse enamorado más profundamente del menor antes de ser obligado a casarse con él, aunque unirse en matrimonio con el pequeño ángel no le molestaba para nada.

Nico se encontraba acostado con los muslos pegados al pecho y las piernas encogidas, escondiendo el rostro entre las rodillas mientras sus pies se refregaban entre sí tratando de conseguir calor.

Percy frunció el ceño al verlo encogido por el frío, si sus padres querían que se casaran, cómo lo harian si el otro morís de frío? A menos que sus padres quisieran casarlo con un cadáver , de lo cual, no se emocionaba mucho.

Percy suspiró frustrado al no encontrar ninguna manta o acolchado para tapar menor, caminó hasta la cama donde se encontraba Nico con las manos amarradas por una gruesa soga y lo abrazo por la espalda, rodeando sus cintura y gozando sus caderas.

Al percibir una fuente de calor, el azabache, aún dormido, se movió de modo que quedo pegado al pecho de Percy, ambos enredaron sus brazos y, aunque poco se conocían , sintieron el calor de su hogar.

Su pequeño hogar.

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Ambos se separaron rápidamente él uno del otro, se miraron alarmados por los gritos y reclamos de Annabeth.

Los ojos azules de Jason buscaron desesperadamente un lugar donde esconder a Leo y rápidamente estos se dirigieron al armario que aguardaba con sus majestuosas prendas esperando a ser usadas.

El rubio tomó a al rizado por los hombros y lo arrastro hasta el mueble, abrió la puerta de este e introdujo al pequeño y escuálido ojimarron allí.

Cerró la puerta y corrió a abrirle a su hermana.

La rubia lo esperaba con la ceja alzada en señal demandante y golpeteando el piso con su pie.

Jason rodó los ojos con estrés al ver la cantidad de su hermana.

– Qué quieres Ann?– Preguntó arrastrando las palabras para molestar a la ojigris.

Ella lo miró con fastidio y entró a la habitación sin pedir permiso.

Él se mordió el labio y cerró la puerta rezando para que la contraria no se diera cuenta de nada.

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