2. Brillo especial

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Cuando logramos salir de la casa del susto, el parque estaba totalmente desierto y era como si nadie jamás hubiese estado allí. Según mis cálculos, no estuvimos tanto tiempo dentro de la atracción, así que no estaba bien y tampoco era normal lo que sucedía.

Una brisa suave atravesó el lugar y junto con él, aquel pequeño susurro nuevamente.

—Camille —susurró.

Era la misma voz de cuando estaba en la montaña rusa, pero no dije nada a los chicos porque no quería asustarlos o que luego me traten de loca.

—¡Cuidado! —gritó un chico, específicamente el mismo que discutía con el guardia hace un rato en la fila. En su mano traía un arco y en su espalda las flechas de las cuales sacó una y apuntó sobre nosotros. Los tres, Blas, Mia y yo, miramos hacia arriba totalmente impresionados porque había una cosa volando en nuestras cabezas. Era una criatura negra y horrorosa.

Blas nos tomó a ambas del brazo y nos obligó a agacharnos y taparnos la cabeza, ya que una pequeña nube de humo negro se esparció por todos lados cuando la flecha mató al feo animal.

—¿Se encuentran bien? —. El chico se acercó hacia nosotros y extendió su mano para ayudarme a ponerme de pie mientras que Blas ayudaba a Mia. Ella parecía estar inmóvil y, en cuanto a mí, no me salieron las palabras hasta que sentí que algo dentro de mí explotó de la furia.

—¿Puedes explicar qué diablos fue eso? —pregunté—. Ahora.

Me alteré lo admito, pero cualquiera hubiese actuado así. El chico flechas alocadas retrocedió con las manos en alto, mientras sonreía divertido.

—Le dije al guardia que era de vida o muerte —dijo mirando detrás de mí.

Di la vuelta y me topé con un chico muy alto y una chica un poco más baja que él. Se parecían bastante, pero ella tenía el cabello castaño muy claro y él lo tenía muy negro.

—No tenemos idea de qué son, Tristán —dijo el chico de cabello negro.

—Ningún miembro de los Caídos sabe qué está pasando, chicos. Literalmente nadie sabe qué son o por qué están invadiendo la ciudad —mencionó la castaña.

Okay... —dije riendo levemente—. Primero, una cosa gigante volaba sobre nosotros y tú lo matas así como si nada, ¿qué tal si era un ave en peligro de extinción? —Apunté al que supuestamente se llamaba Tristán, el chico de las flechas—. Segundo, no tenemos idea de quiénes son ustedes y por qué nos ignoran. Tercero, ¿qué son los Caídos? ¿Acaso es una clase de mafia a la cual pertenecen? —Hice comillas con mis dedos—. Cuarto, no pueden andar por la vida lanzando flechas o sosteniendo ese tipo de armas porque hay niños en esta ciudad por si no se enteraron. Será mejor que hablen ahora porque estoy a punto de llamar a la policía.

Admito que exageré nuevamente, pero cualquiera haría lo mismo en mi lugar, ¿no?

Mia aún estaba en shock y Blas solo se golpeó la frente con la palma de la mano. Ambos sabían que a veces podía ser bastante dramática y esta era una de aquellas veces.

Los tres chicos extraños se rieron y me sentí furiosa porque claramente se burlaban de todo lo que dije.

—Primero, niña, Tristán salvó sus vidas de esa cosa que ni siquiera es un ave. Probablemente sea un ente bastante peligroso para la humanidad y ni tu ni nadie lo sabe. Segundo, no tienen porqué saber quiénes o qué somos nosotros y sí, sí los ignoramos. Tercero, no somos de ninguna mafia, ¿de dónde sacas tanta imaginación? Y cuarto, estas armas, como tú llamas, protegen a todos incluso a ustedes y no, no llamarás a la policía porque no te creerán. —El chico de cabello negro se fue acercando hasta quedar cara a cara conmigo. Su mirada era penetrante y desafiante, pero jamás daría mi brazo a torcer—. Agradécelo y ya.

Estaba realmente enojada e iba a gritarle unas cuantas cosas, pero una luz en el suelo tras él me distrajo. Caminé hacia ella hipnotizada, pero era como si lo hiciera inconscientemente, como si no tuviera control sobre mi propio cuerpo. Cuando estuve cerca, me fijé en que era una flecha, la misma que lanzó Tristán para matar al animal, solo que esta vez brillaba intensamente. Sin pensarlo dos veces, tomé el objeto entre mis manos y brilló aún más.

—¿Qué haces? —El mismo chico se acercó enojado y arrancó la flecha de mis manos, pero esta inmediatamente apagó su luz—. Tú no puedes tomar esta ni ningún tipo de arma que sea nuestra.

—¿Adam? —dijo la otra chica alarmada—. ¿Sabes qué significa? Normalmente eso solo ocurre con las espadas, no con otros objetos.

Los tres chicos se miraron confundidos, mientras que Blas estaba serio, Mia aún sorprendida y yo seguía sin comprender nada.

¿Acaso significaba que iba a morir? ¿Iban a matarme?

Antes de decir alguna otra estupidez, Blas nos guió hasta su auto y nos sacó de allí dejando a los tres chicos completamente sorprendidos.

Los Caídos #1 - Ángel guardiánWhere stories live. Discover now