Capitulo 11

199 9 0
                                    

Esa misma tarde habían llamado del hospital para avisar que el análisis estaba listo y que deberíamos pasar mañana para obtener los resultados.
Durante toda la noche no puedo dormir, me la pasé girando en la cama sin poder conciliar el sueño, una angustia me apoderaba y sentía que algo no andaba bien. A la mañana siguiente al llegar al hospital sentí una oleada de inquietud, nos dirigimos a la sala de espera por tercera vez y al llegar el doctor ya nos esperaba, entramos a su oficina y tomamos asiento.

- Según el diagnóstico Mía presenta una enfermedad llamada púrpura trombocitopenia trombotica, es un trastorno de la sangre que provoca la formación de coágulos en pequeños vasos sanguíneos, esto lleva a un bajo conteo plaquetario. Esta enfermedad puede ser causada por un problema con una enzima, la cual es un tipo de proteína que esta involucrada en la coagulación de la sangre, es una enfermedad la cual es curable pero en este caso la hemos detectado tarde por lo que hay cierta posibilidad de que sufra ciertas complicaciones- comenzó a explicar el doctor.

La preocupación me invadía y las ganas de romperme en llanto estaban presentes.

- Esta enfermedad puede causar la muerte si no se trata de inmediato- siguió hablando y fue ahí cuando todo se derrumbó, cerré los ojos y los apreté intentando contener las lágrimas.

- ¿Cual es el tratamiento?- hablo mi mamá desesperada.

- El tratamiento más común es el intercambio de plasma, este tratamiento reemplaza la plasma anormal por una plasma normal de un donador saludable, se le sacara la sangre como si estuviese donándola, mientras la sangre pasa por una máquina se separa en diferentes partes, se intercambia el plasma y se regresa la sangre al cuerpo. Este tratamiento se repite diariamente hasta que los exámenes de sangre muestren mejoría, si no hay mejoría o la afección le aparece a menudo habrá que someterse a cirugía para extirpar el bazo y recibir medicamentos para inhibir el sistema inmunitario.

Mi madre y yo estamos impactadas, nunca pensé que unos moretones podrían ser tan peligrosos, quería llorar y sentía que en cualquier momento iba derrumbarme en llanto pero por una razón las lágrimas no salían.

El doctor nos indicó que era importante empezar el tratamiento lo antes posible y que deberían internarme en el hospital. Al principio me negué, no quería quedarme en aquel horrendo lugar pero tuve que hacerlo. Me despedí de mi madre y ella salió de la oficina.

El doctor me dirigió hacia un pequeño cuarto en donde se encontraba un camastro y me pidió que me sentara ahí.

Desapareció por unos minutos mientras yo esperaba sentada en aquella camilla. No tardo en volver a aparecer en aquel cuarto en donde yo me encontraba esperando. Una enfermera lo acompañaba y traía varias agujas y otras cosas.

-Empezaremos con el tratamiento, te sacare la sangre, sentirás lo mismo que has sentido cuando te saque sangre la primera vez, el único cambio será que durara más tiempo y tendrás que quedarte quieta mientras tengas la aguja en tu brazo ¿de acuerdo?- hablo David y asentí.

La enfermera se acerco a mi junto con una aguja que se encontraba conectada a una pequeña bolsa por medio de un tubo delgado. Hizo el mismo proceso de colocar un poco de alcohol en mi brazo y enseguida la aguja penetro mi cuerpo. Sentí aquella punzada por una segunda vez. Tomo otra aguja y se dirigió hacia mi otro brazo para hacer lo mismo y colocarla dentro de mi. Comencé a ver como la sangre salía de uno de mis brazo y recorría hasta llegar a la pequeña bolsa. El brazo comenzó a arderme y la molestia era cada vez más. Me quede quieta por unos treinta o tal vez cuarenta minutos hasta que aquella bolsa estuvo repleta de mi sangre. Después la sangre comenzó a pasar por una maquina que se encontraba conectada a la bolsa y salía por otro tubo que llegaba hasta mi otro brazo. Sentía como la sangre llegaba a mi cuerpo de nuevo y al pasar otros cuarenta minutos el proceso estuvo listo. Tengo que admitir que ha resultado menos doloroso de lo que había imaginado. La enfermera se acerco a mi y saco con delicadeza ambas agujas de mis brazos para después colocar una pequeña venda en ambos, me entrego un vaso con jugo de naranja y dijo:

Nunca me olvidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora