─¿Todavía vive ese canario? ─preguntó ella─ pensé que no sobreviviría ni un mes. No creí que se acordara de alimentarlo.

      ─¡Nos vemos, Chris! ─le gritó Evan a su amigo, y luego se volvió hacia Joanna sin decirle nada y se quedó mirándola atentamente. Sabía que eso la ponía nerviosa.

      ─¿Qué?

      ─Nada. ¿Por qué siempre eres tan amable? Sabes que se preocupa por ti.

      ─Síiiii, eso se nota a un kilómetro ─exclamó ella lavando el plato.

      ─Yo sé que el chico no es una luz, pero a su manera anticonvencional, te quiere. Nunca se ha molestado en agradarle a nadie, excepto a ti.

      ─¿Entonces por qué cuernos me dejó plantada? ¿Eh? ¿Y hubiera sido muy difícil una explicación? Ni siquiera llamó al otro día. ¿Cómo pretendes que me olvide de eso en tan poco tiempo? Apenas transcurrió una semana.   

      Jo se sintió explotar. No le gustaba recordar sus decepciones amorosas. Evan no hacía otra cosa que recordarle todos sus fracasos. El señor perfección.

      ─No sé por qué lo hizo. Admito que no estuvo bien con eso. Probablemente, bebió más de la cuenta y se le olvidó que debía verte, y no te dijo nada porque no recuerda lo que estuvo haciendo.

      ─¡Qué bien! Lindos amigos los que tienes.

      ─Sí... Pero yo no ando de amoríos con ellos ─rió él─ vas a tener que elegir mejor a tus citas. ¡Ya sé! Dile a tu amiga rara que te presente a alguno de sus amigos. Seguro que conoce algunos interesantes de las convenciones de ovnis.

      Jo le pegó con el repasador.

      ─¡Ey! No te pongas violenta. Fue un chiste. Oye... tengo un poco de hambre ¿Qué hay de postre? ─abrió la heladera y se puso a revisar su contenido con toda naturalidad. Sacó medio pastel de chocolate─ ¡Mira lo que encontré! ¿Te importa que me lo termine?

      ─¿Acaso no comes en tu casa, Evan, que siempre vienes a terminarte toda nuestra comida?

      Pero él ya estaba con la boca llena. Jo suspiró, y fue por una cuchara para acompañarlo.

      ─Sabes que no me gusta comer solo. Si quieres, te ayudo a llevar el ficus después del pastel ─se ofreció él, notando que todavía continuaba en la sala─. Es muy pesado para que lo lleves.

      —Gracias.

     Se oyó un portazo y Evan se paró de golpe.

      ─Ya terminé. ¿Vamos ahora? ─tomó del brazo a su prima y, usándola como escudo humano, se apresuró a buscar la planta.

      ─Hola ─los saludó Violeta. Tenía algodones en la boca─ te besaría, pero no puedo ─dijo con dificultad al joven─ me quitaron la muela ─hizo un gesto de dolor, y se sentó en el sofá.

      ─No hay problema, en serio ─respondió el primo de Jo con nervios, tomando la enorme planta en brazos─ debemos irnos a la terraza. Fue un gusto verte. Adiós.

      Ambos salieron al pasillo y subieron al ascensor.

      Joanna lo miró, poniendo los brazos en jarras:

      ─Espero que te des cuenta de lo grosero que eres con ella. Cada vez que la ves, sales corriendo como si la casa se estuviera incendiando. Después me criticas por como trato a tus amigos.

El ángel de la oscuridadWhere stories live. Discover now