Solo asentí y lo seguí. Por los pasillos pasaban enfermeros corriendo como si se tratase de una emergencia.

— Ahora vuelvo Elizabeth, tengo hambre y hay una vocecita rebelde que voy a drenar. —Sin más que decir, mi doble desapareció.

Bajamos hasta el subterráneo, entre en el BMW rojo de Agust en el cuál todo huele a lirios y vainilla, a pesar de estar desordenado. Sus cuadernos están sobre el asiento trasero y hay unos jeans sobre su mochila.

— Perdona el desorden, lo ordenaría más rápido si me ayudas, no encuentro nada, bueno, en realidad quiero una soda. Voy por ella. —su rapidez al hablar sigue siendo una de sus cualidades que más amo.

— Traeme una Agust. —Él asiente y se va.

Tome los jeans y los doble, guarde los cuadernos dentro y encima de ellos el estuche de Winnie the Pooh con los jeans. Los residuos de comida los puse en su bolsillo delantero y listo.

Creo que es una artimaña para que yo ordene su estúpido carro.

Están las llaves en el asiento del conductor, podría escapar ahora.

— ¡Ni se te ocurra Elizabeth!

¡Por el amor de Dios! ¿No sabes hacer algo para que note tu presencia, que no sea asustarme?

—No. En cuanto al otro tema, debes esperar a llegar a su apartamento, necesitas dinero.

Está en la guantera.

-Callate. Necesitas algo más, eso lo trae Jackson y otra que está en el apartamento del mellizo. Aparte el dinero está en el apartamento. — Dijo abriendo la guantera. Con una ceja levantada y una gota de sangre en el borde del labio. —Lo que trae Jackson es pequeño y te ayudara a escapar del apartamento.

¿Un arma?

—No. Elizabeth, son lobos, son más fuertes que tú. —Me da un zape. — Lo veras cuando estemos ahí.

¿Cómo es posible que sus golpes duelan si es una maldita voz? O tal vez yo creo que lo hace pero no siento nada.

—Te traje Pepsi, sabes que es mi favorita.

—Gracias. —Me acomodo en el asiento de copiloto a esperar que él entre al del piloto. Prende el auto y comenzamos nuestro viaje a su apartamento.

Durante el trayecto, estaciono el auto captando mi atención total.

—Mira, me alegro bastante de que estés mejor, pero debo dejarte unos minutos aquí. —Sonrió mirando hacia la carretera pero tome su cabeza y la tire contra el volante dejándolo noqueado.

—Ni se te ocurra Elizabeth. —Mire hacia el asiento trasero, está cosa se teletransporta donde sea.

— ¿Me estas oyendo? —Volteo rápido hacia Agust con una sonrisa inocente.

— Perdona, me he perdido.

Todo fue una ilusión, parecía tan real.

Ríe y me mira, sus ojos azules están llenos de ternura y sus mejillas se han tornado rosadas.

— He pensado en pedirle matrimonio a Natasha. ¿Qué piensas? —Lo miro sorprendida.

—Válgame, el mellizo está sentando cabeza.

Calla.

Ella solo voltea los ojos.

—Me parece genial Agust, pero creo que van solo 1 mes.

—No, no— Ríe—Realmente vamos 10 meses.

— ¡Vaya! ¿Porque no me lo contaste? —Su mirada se agacha y pone su mano en la nuca.

— Uhuh, esto es wow. —Se aproxima a nosotros con una sonrisa maquiavélica. —El mellizo piensa que eras demasiado inestable como para decírtelo. ¡Esto está mejor que cualquier dramita amoroso imaginario tuyo!

Siento como mis mejillas se tornan rojas. Es cierto que nunca deje de estar obsesionada con el romance del sueño con Christopher, sin embargo, es tiempo de dejarlo ir. Sé que a él no le importa en absoluto, nunca fue a visitarme.

—No hay problema, Agust. Tenías que consultarlo antes con la almohada ¿no? —Sonríe para luego abrazarme. Desde que ingrese se volvió una bola de cariño.

—Debo ir a recoger el anillo, quedate aquí. — Sale del auto y corre hacia la izquierda.

— ¡Es una gran oportunidad de escapar! Vamos chica con mi cara. —Ella enarca una ceja.

—No, Elizabeth. Eres una perra total. Acabas de ganarte confianza de alguien que ha hecho lo imposible por sacarte. —Suspira. — No es que me interese el mellizo, pero no vas a llegar lejos corriendo, te atrapara y no confiara en ti. Apegate al plan imbécil.

—Ganas de matarte no me faltan. —Murmure entre dientes.

Saca el dedo del medio y me sonríe.

—Elizabeth, tendremos que partir tu nombre a la mitad. —Dijo con los ojos cerrados y sonriendo— Eliza será cuando te estés comportando como una perra total y Beth será cuando seas dulce e inocente. Elizabeth cuando estés neutral o me enfade.

— Por el amor de Dios. ¿Sabes decir algo más que tonterías?

— Uh sí, sé decir ideas que te salvaran el culo Elizabeth. — Agust entra en el auto y me enseña la caja roja, pero no me enseña el anillo. Su emoción es palpable.

—Lo amará, ya lo verás. —Él asiente y comienza a conducir con una sonrisa de oreja a oreja hasta el apartamento en el edificio Rickson, entramos al garaje de este y estacionamos donde está reservado.

—Vale, llegamos, será mejor sacar tu maleta para acomodarte.

—Dile que no Beth, se dulce. Dile algo sobre no preocupar a Raquel o no sé, tú sanidad mental.

—Agust, será mejor que no... —Suspire. — No quiero preocupar a mamá, con lo de mi inestabilidad mental. —Hizo una mueca y suspiro.

—Tienes razón, no estará tranquila con que te quedes con el tratamiento aún en proceso. Subamos.

Fuimos hasta el ascensor y mi doble estaba a mi lado, se acercó a mi oído.

—Paso 1 del Magnifico Plan de Rafaella Efectuado, cariño. —Susurro con una gran felicidad.

Agust toco el botón del piso 3 y sonrió, él está contento de mi avance.

Lo lamento hermano.

Vampiro por Accidente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora