"Hay un lugar vacío por allá." Señaló Dinah con un dedo y sin mirar me pregunté a qué se refería con que hubiese un lugar vacío. Claro que habría lugares vacíos, era apenas un entrenamiento, no un partido real. Mi mandíbula cayó al suelo cuando giré el cuello y avisté al menos veintitantas chicas, sentadas, cuchicheando entre ellas y babeando atentas a cada movimiento de la capitana del equipo, Lauren. 

Había visto antes cómo organizaban sus horarios para ser capaces de venir a ver los entrenamientos, pero quería creer que no duraría mucho el fanatismo, o lo que fuese aquello. Al parecer, estas chicas en serio estaban locas, literalmente locas, por la jugadora. Apreté mi agarre en las libretas de matemática y tomé asiento junto a la polinesia, intentando calmar mi ansiedad. 

Quince minutos más pasaron en los que el conjunto de groupies no paraba de ojear y largar risitas, admirando a MI novia. No se suponía que echase a perder nuestro noviazgo en la sombra de la privacidad, pero no estaba entre mis planes ver cómo otras se le lanzaban encima a la persona a la que le había dado mi primer beso, mi primera vez y mi todo. En algún sentido, yo era suya al igual que ella era mía, ¿cierto? 

"¡Oh dios, mira, tiene puestos esos pantalones de los que me hablaste!" ¿En verdad discutían acerca de los pantalones que usaba Lauren? ¿Qué tanto tiempo libre tendrían en sus vidas como para prestarle atención a éso? 

Tú le pides prestadas sus sudaderas...

"P-pero no es lo mismo." Murmuré por lo bajo, rasgando el espiral del encuadernado. 

"¿Qué dices?" Preguntó la rubia al lado de mí. 

"Nada, ¿no s-se ve difícil ese obstáculo?" Apunté a las ruedas esparcidas por el césped. No era ninguna ciencia cruzar el campo de llantas, pero mi torpe ser con dos pies izquierdos no podría aguantar más de cinco segundos sin tropezar y caer de cara o sentada. Reí nerviosa a la expresión de '¿Qué rayos te pasa?' de Dinah. 

"Oye, tendrías que hablarle, eres la única de nosotras con el coraje para hacerlo." Le dijo una castaña a su amiga pelirroja. Otras dos morenas asintieron aplaudiendo con grandes sonrisas.

Hmm...

Mis dientes rechinaron.

"¿Tú crees?" Devolvió mordiéndose el labio inferior. 

¡Ah-ah, no, no lo creo! 

Actuando casual, simulé correrme un poco hacia la derecha para ver mejor cómo Maia bateaba. Así podría oír bien al grupo de amigas. 

"¡Todas lo creemos! Además, tus ojos combinan con los suyos, harían una bonita pareja." 

¿¡Qué tiene que ver eso con hacer bonita pareja!?

"¡Aw! Imagínate cómo serían sus hijos," ¿¡HIJOS!? ¿¡Ni siquiera han hablado y ya piensa en cómo serán sus hijos!? "apuesto a que tendrían ojos claros y cabello ondulado." ¡¡¡Perra!!!

"Chicas, ya relájense, no exageren." Rió la pelirroja. Bueno, por lo menos ella sí usaba el cerebro. 

"¡No exageramos, ve por ella!" ¿Qué? ¡N-no! 

Mordí mi lengua para no maldecir, mis manos temblaban y mi pie golpeteaba ritmos irregulares contra la madera de las gradas.

"Sí, mira, la práctica terminó, es tu oportunidad." Jadeé, aterrada. No quería a esa chica coqueteando con ella, diablos, ¡no quería a nadie coqueteando con ella!

Estaba tan sumida en mí misma y mis miedos, que no alcancé a ver cuando aquella pelirroja se puso de pie. Lauren se aproximaba a Maia a paso ligero, con esa característica gracia suya y una blanca sonrisa simpática, recogiendo unos conos y aros para guardarlos en el almacén de los vestidores. La pelirroja, sonriendo como si fuera su cumpleaños, bajaba los escalones sin prisa. 

Sweet Hell (Camren G!P)Where stories live. Discover now