37 - Beso de Judas

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Nueve años atrás

Llegue a casa con la mochila repleta de periódicos, había comprando una caja plástica en centavos solo para guardar los cupones recortados. No tenía televisión, solo el móvil y no era mucho lo que podía hacer con si no tenía a quien llamar. Cuando me aburrí luego de cenar queso asado con la última lata de coca que quedaba en la nevera, la que había estado evitando porque luego no iba a tener que beber, me puse a cortar cupones.

Tenía cupones para carnes, sopas, artículos de limpieza, bebidas energéticas incluso algunos dos para comprar un juego de sabanas. Ese lo necesitaba mucho, el tiempo enfriaría pronto y yo no estaba muy preparada para eso.

Saberlo me hacía pensar en la falta que me hacia mama, ella siempre se preocupaba por todas esas cosas, claro, cuando no estaba ebrio por una ruptura amorosa o en conquista. Siempre el mismo circo.

En sus conquistas estaba ausente, yo rogaba por algo de tiempo, hacia lo que fuese necesario, incluso me vestía como ella o decía las palabras que a ella le había salido en sus momentos de "alegría" a causa del alcohol, nunca surtían efecto, era un estorbo.

Y para cuando lo tenía conquistado yo era lo mas preciado, una vez me presentaba con sus novios yo intentaba impresionarles a ambos, sabia, aun pequeña, que tenía que verme como una niña adorable ante los ojos del susodicho e increíble ante los ojos de mi madre Anabelle. Casi siempre los novios de ella se encariñaban conmigo de una manera especial cada uno, y nunca había sentido que eran malas personas y jamás me hicieron daño.

Mama siempre me reclamaba que tenía que ser agradecida, recuerdo que una forma de agradecimiento era llamándoles de forma cariñosa, pero jamás papá. Nunca llegue a compenetrarme con ninguno como para llegar a tales términos. Aunque hubo uno que fue de los efímeros que se robó mi corazón, y no con regalos, era con la presencia de mi madre.

Siempre que mama quería salir la instaba a llevarme, a donde sea que fuesen. Y lo agradecía inmensamente.

Los pocos momentos felices con mi madre se habían borrado, casi, los que más estaban presentes eran los malos. Las veces que tenía que meterla a la tina haciendo un esfuerzo sobre humano o simplemente arrojarle agua helada al rostro, luego ayudarla y limpiar su desorden.

Innumerables veces fui testigo de sus desvaríos, de sus ataques de pánico, de su ira desmesurada dirigida a los rompecorazones que ella profesaba amar aun si solo tenía semanas de haberles conocido.

¿Qué buen recuerdo tenía yo de mama?

A mi mente solo llegaba uno, el de siempre. Ella diciendo que lucía bien cuando usaba su maquillaje y ella me llevaba un hermoso regalo. ¿Por qué a mi mente no llegan otros?

**

Meses atrás yo me había propuesto algo y extrañamente lo estaba consiguiendo, me lo propuse sabiendo que quizás iba a ser difícil, supongo que no medite en ella hasta un tiempo después cuando duré semanas sin ver a Scott. Pero al parecer que hiciera mi jugada era lo que el cielo quería porque me lo encontré cruzando la calle un día cuando yo iba de compras con mis cupones y el salía de jugar baloncesto.

Yo me comporte indiferente y él fue detrás de mí, me ayudo con la compra y luego volvimos a casa. Desde ese día estuvimos en contacto, le di mi numero y el comenzó a enviarme mensajes, solo como amigos. Agradecía en ese momento más que nunca que el novio o esposo o quizás ex de mama aun continuara pagando mi móvil.

**

La última vez que vi un programa entretenido fue unas caricaturas con mi madre, eran de Betty Boop, su favorita, mama siempre cantaba Ain'tcha con aquella vocecita sensual y casi inocente. Cuando yo intentaba imitarla ella decía que mi voz cuando la imitaba podía pasar por la de Betty, yo me sentía muy orgullosa, con alas y casi dejando el suelo.

Drew ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora