Episodio 9 - Tensión

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La maldita tensión se palpaba en la cocina.

Susana estaba en una esquina, Wyatt en otra y yo de espaldas a ellos. El grupo estaba tenso, había una cena de empresarios muy prestigiosos en el salón privado y gracias a Dios a mi me tocaba servirle a Farit, quien tenía el día libre de la cocina u otras responsabilidades.

La reserva era para las siete y aunque no me tocaba trabajar a esa hora, haría un turno para ese momento.

Gofard me pidió ayuda en un platillo, yo casi grito de alegría, me sentí tan bien. Aunque luego volví a lavar los trastes, era un avance gigante para mí.

Todo estaba listo, volví a ponerme aquel traje que extrañe un poco, debo admitir, Camila me recibió un con beso y un abrazo efusivo al igual que Megg, con quienes congenie bien.

–Es un placer tenerte otra vez– me dijo Giorgio cuando salía a cumplir con mi cometido.

–Gracias.

El lugar estaba con luz tenue, una banda de blues tocaba en una esquina y los comensales llenaban las mesas. Caminé directo a mi mesa correspondiente y esperé un momento, al parecer estaban en una conversación agradable y no quería interrumpir, pero era mi entrada.

Cuando llegué e hice mi presentación, Farit no dejaba de mirarme con una sonrisa extraña, la chica lo miraba a él y yo a ella. Les di tiempo para que pensaran y cuando fui por la orden surque las cejas. La chica parecía muy fina con sus gustos y eso era bueno.

Tiene un punto.

Fueron degustando platos y yo iba y venía, no sabía de qué forma tenía que evaluarla, conocía más o menos el gusta de Farit en mujeres.

Un día que hablamos de camino a casa en auto luego de ir a una feria me dijo.

–Me gustan las mujeres con sentido del humor, siempre me han gustado las de pelo oscuro, me encantan altas y me fijo mucho en la sonrisa. Si no son vanidosas es mejor, que sean sensibles, pero que tengan carácter. Así como tú.

Basándome en mi forma, porque me había descrito casi a mí, ella no se parecía, solo en el cabello oscuro y como no dijo nada del color de piel, supongo que estaba bien que fuera blanca como la leche. En mi opinión la chica tenia de un diez un ocho, lucia genial, muy exótica, pero tenía que ver cuán vanidosa o pedante era o qué tipo de perra era. Una perra buena o mala.

Una buena me miraría sobre el hombro, pero nunca me faltaría, eso sería caer un poco bajo por un hombre que apenas conoce, aunque claro yo estaba provocándola coqueteando un poco con Farit.

Una mala me ladraría simple y llanamente con pedantería marcando un territorio que no es suyo; con alguien que tiene poca oportunidad de salir con quien esta sirviéndole.

Sonreí burlonamente cuando lo vi ir a los servicios sanitarios.

Caminé hasta ella y pregunté.

– ¿Ha sido todo de su agrado? – ella me miró y enarco una ceja.

–Oh, sí, soberbio...– tocó su pecho y echo su cabello hacia atrás con esa forma coqueta y pedante que yo conocía muy bien por la hija de mi padre–Retírate, y es mejor que dejes de coquetear, no tienes oportunidad.

Reprobada.

Dije en mi mente, asentí y camine de vuelta, en el camino, a la distancia divise a Farit, saliendo y buscándome con la mirada, el sonrió y levanto los pulgares y yo hice un movimiento de manos en mi cuello como si lo cortara, a la vez que hacia una señal de hastío con mi boca.

Drew ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora