29 - Odile

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No puedo explicar las razones que me llevaron a hacer lo que hice con Claudia. Lo de Cristina sí que tenía su motivo: iba a ser Hera en aquella obra que me lanzaría al estrellato y eso no podía permitirlo. Tenía que impedirlo como fuera y así hice. Además, tener al anterior comisario de mi parte, lo hacía todo mucho más fácil.

Que yo fuese una zorra sin escrúpulos no era ninguna novedad, porque siempre he sido una niña mimada y conseguía todo lo que quería de cualquier forma. Pero sí es cierto que llegar a esta ciudad ha sacado lo peor de mí. Tal como funcionan aquí las cosas no me extrañaría ser devorada o algo por algún ser extraño; estoy deseando que llegue mi Juicio para, al menos, tener la oportunidad de salir. Y yo la aprovecharía, no como esa estúpida niña. ¿Cómo se puede ser tan idiota como para desaprovechar semejante oportunidad?

A pesar de mi naturaleza de arpía, estoy tratando de redimirme y de conseguir que Jared me perdona; misión imposible, porque si las miradas matasen, ese hombre me habría mandado al mismísimo infierno. A Claudia no puedo ni acercarme, ya no sólo por el comisario, sino por Nicole y Marion. Temo más a la primera que a la segunda y no sé por qué, pero me da demasiada mala espina. Así que,  entre una cosa y otra, tampoco puedo intentar disculparme con la chiquilla.

Me gusta dar paseos por la ciudad, evitando ciertos puntos muy malrrolleros, como la Iglesia o aquella especie de mini capilla que hay cerca del muelle; tampoco se me ha ocurrido siquiera mirar de lejos el Orfanato y la estación de tren, pues ya he escuchado a Marion pedir encarecidamente a otras personas que no se acercaran a aquellos lugares.

Como otro día cualquiera, después de mi paseo, me pasé por el Liquor. Tenía "la hora" cogida al lugar para que el ruso borracho ya no estuviera allí. Cada día tomaba algo diferente, pero no solía ir a alcoholes demasiado fuertes, a veces ni bebía alcohol. Estaba disfrutando de mi soledad y mi bebida cuando las sempiterna voces que nos acompañaban a todas horas por el lugar parecieron alterarse. Susurraban mi nombre cada vez más nerviosas.

Mi cuerpo se bloqueó sobre el taburete y comencé a sentir mi cabeza embotada. La visita cada vez la tenía más borrosa hasta que, de un momento a otro, dejé de escuchar y todo se volvió negro. Perdí el conocimiento.

No sé cuánto tiempo pasé en ese estado, pero poco a poco, empecé a recobrar sentido, ayudada por una melodía tocada a piano que aún no reconocía. Parpadeé un par de veces y entoené los ojos para poder ver dónde me encontraba: estaba en el teatro. Más concretamente, estaba en el escenario, con las piernas y manos atadas haciendo una "X" voladora, pues estaba suspendida en el aire.

Estaba el telón bajado, pero pude vislumbrar, con dificultad, la figura que estaba tocando el piano detrás de mí. No veía correctamente a la persona, pero parecía alguien con la tez muy blanca y una melena larga y negra. Lo verdaderamente aterrador era su mirada, unos ojos completamente blancos y brillantes.

Hacia los primeros asientos del público, se encendió un foco que descubrió a una mujer, la cual se levantó con parsimonia y suma elegancia y se acercó al escenario, delante de mí. Era Claudia, con su cara aún vendada.

Se me quedó mirando con la cabeza ladeada, sin articular palabra, haciendo que me recorriera un escalofrío por todo el cuerpo ante tal imagen. Por fin reconocía la melodía, era el Lago de los Cisnes, siendo tocada a la perfección por unos dedos expertos y habilidosos. También me dí cuenta de lo que verdaderamente me tenía agarrada de pies y manos: no eran cuerdas, eran tentáculos. Mi gesto cambió de desconcierto a puro terror y comencé a chillar, hasta que Claudia siseó mandándome a callar.

Se subió al escenario, con la espalda bien recta y las manos una sobre la otra por delante de su cuerpo. Andó alrededor mía hasta posarse frente a mí, mirándome desde abajo.

— Me has destrozado, no sólo físicamente... — Suspiró. — Y no he sido a la única. Jared ha sufrido mucho por tu culpa. — Tomó una pausa. La voz de la ahora no tan pequeña Claudia sonaba más madura que antes. Mantenía su dulzura e inocencia, pero ahora tenía un toque pícaro y sensual que marcaba la diferencia. Estoy segura que esa voz causaría en los hombres lo mismo que un canto de sirena.

— Pero, tranquila, Vivianne. Estoy aquí para que dejes de dañar a cada persona que se te acerque... — Me tembló todo el cuerpo con esa afirmación. Claudia tomó aire profundamente mientras tenía los ojos cerrados, como si estuviera concentrada en la melodía que aún sonaba. Cuando la canción llegó a la cúspide, las vendas del rostro de Claudia se empezaron a desprender solas como por arte de magia. Fijé mi vista en ella a pesar de estar notando algo subir por una de mis piernas muy lentamente. Lo que ahí se reveló lo recordaré siempre: era preciosa. Siempre fue una niña guapísima, pero ahora de mayor... No había palabras para descubrir tanta belleza.

— Disfruta de tu castigo, zorra. Espero que agonices durante largas horas y notes apagarse tu vida lentamente... — Sonrió de medio lado, en un gesto malévolo que me heló la sangre.

La canción terminó y la chiquilla desvió la mirada hacia mi espalda, mirando a la pianista, que se acercaba tras de mí. Me rodeó y se colocó al lado de Claudia, tomándola por la cintura para acercársela y depositarle un beso en la mejilla. Era Nicole. Me miró con la misma sonrisa que me había dedicado segundos antes la niña, con esos ojazos azules clavados en mí y mi cuerpo.

Sus ojos se volvieron blancos y varios tentáculos comenzaron a moverse sobre mí. El primero se introdujo entre mis piernas y notaba cómo me iba desgarrando por dentro. Seguidamente, la acompañaron otros dos por mis oídos. Se paseaban a libre albedrío por mi interior, lo notaba.

— Vámonos, Nicole. Hemos terminado aquí.
— La morena asintió a Claudia y se agarraron de la mano. Las ví abandonar el teatro antes de perder la vista a causa de los tentáculos que salieron de mis ojos.

Fuí perdiendo los sentidos muy poco a poco. Agonicé durante largas horas. Por fin tuve mi "Juicio", por fin llegó mi hora. Pero lo había hecho de la peor manera posible. Al menos, alcanzaría la paz.

O no...

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⏰ Last updated: Aug 05, 2017 ⏰

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Entre el bien y el malWhere stories live. Discover now