Entre el bien y el mal

06 - Reencuentro

 Anduvimos en silencio, aún con nuestras manos unidas, mientras notaba como la mirada de Claudia me estudiaba. Suspiré y le devolví la mirada, haciendo que ella ladeara la cabeza y torciera el morro en un gesto de preocupación.

—Te ves cansado y descuidado, Jared. ¿Qué te ha pasado? —preguntó la niña. La miré durante unos segundos más y luego decidí volver la vista al frente, resoplando.

—A decir verdad no he estado muy feliz aquí, Claudia... Y aun así, he estado preocupado por ti —apreté los dientes haciendo que los huesos de mi mandíbula se marcaran—. Pero, bueno. Ahora te tengo aquí conmigo, así que no tendré que estar comiéndome la cabeza con si estarás bien o no —mentí y le sonreí. Ciertamente no es que me tranquilizara la idea de que Claudia estaba en aquel lugar, pero quería que la chiquilla no se preocupara. Ella sonrió ampliamente y asintió, tirando de mi mano mientras empezaba a caminar con más prisas.

—Venga, vamos... Tienes que darte una ducha y quitarte esas barbas tan zarrapastrosas que llevas.

Llegamos al hotel y me crucé con Vivianne, la cual miró horrorizada a la niña y luego me dedicó una mirada inquisitiva a mí, como si yo tuviera la culpa de que la pequeña estuviera en aquel lugar. Le hice señas para indicarle que luego hablaba con ella. Subimos al segundo piso y me dirigí a la habitación donde dormía, buscando en los armarios y cómodas algo de ropa que poder usar. Se ve que el antiguo huésped era un hombre con mucha clase y que se cuidaba bien, pues encontré varios trajes e incluso una especie de neceser con cosas de aseo: espuma de afeitar, un peine, perfume, una navaja... Claudia me lo arrebató de las manos y me preguntó por el baño, haciendo que la guiara hasta él. Se molestó en llenarme la bañera de agua y jabón y prepararme las cosas para mi aseo, dejándome a solas para que me desnudara y me metiera en el agua. Estaba a una temperatura muy agradable, lo que hizo que cerrara los ojos y lanzara un suspiro de puro gusto. Claudia entró a los pocos minutos con aquel neceser y sacó la espuma y la navaja.

—Cuando mamá no estaba en casa yo me ocupaba de ayudar a mi padre a relajarse, hasta que el muy borracho nos acabó abandonando —e encogió de hombros.

La miré con el ceño fruncido y ella negó con la cabeza tratando de quitarle importancia. Me mojó la cara y me extendió la espuma por las zonas donde tenía pelo, cogiendo la navaja con bastante habilidad y empezando a afeitarme poco a poco. Consiguió deshacerse de toda mi barba sin hacerme ni un sólo corte. Después, tomó una esponja y comenzó a frotarme la espalda.

—¿Y qué era de tí? ¿Tenías novia? —me tensé y ella lo notó, pues paró momentáneamente de enjabonarme y suspiró, dándome un ligero apretón en el hombro. Asentí.

—Estaba casado —contesté escuetamente. Ella ladeó la cabeza y siguió enjabonándome.

— ¿"Estaba"? —preguntó con curiosidad. Volví a asentir.

—Murió —un escalofrío me recorrió todo el cuerpo al recordarlo todo y apreté tanto los dientes que acabaron rechinando un poco.

Claudia decidió dejarme solo en ese momento sin querer indagar más y me tendió la esponja, enjuagándose ella sus manos. Me relajé en la bañera después de haber frotado todas las partes de mi cuerpo hasta que el agua se quedó fría. Tomé una toalla y me sequé por encima, enrollándomela luego en la cintura para elegirme a mi habitación. La chiquilla me había dejado bien colocado sobre la cama un conjunto de pantalón, blusa, chalequillo y corbata, además de una camiseta interior y unos calzoncillos. La miré con una sonrisa y asentimiento de agradecimiento y decidió salir de la habitación para que pudiera cambiarme tranquilamente. Me vestí, me coloqué la corbata como pude y me arreglé un poco mis pelos, bajando luego a la cocina a por algo de comer para Claudia y para mí. Me encontré con Vivianne sentada en una de las sillas, la cual alzó la mirada con una ceja arqueada y miró de reojo la silla de su frente, "invitándome" a sentarme. Y así lo hice. La miré a los ojos y resoplé.